CAPÍTULO 24

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CHIARA

4 meses antes

Ver su sonrisa triunfante, ver las pruebas que me esta mostrando, en video de la madre de Vivi llevándola al médico y ella inyectándole su nueva creación, como ella lo dice "su creación especial para Viviana". Siento nauseas, siento ira, siento impotencia de poder hacer nada, de no haber podido detenerla antes.

—Así son las cosas mi pequeña —sonríe desde su asiento. —Tu dejas a esa niña, te casas conmigo, y te doy la cura.

—¿A los cinco meses? —pregunto apretando mis puños.

—Si es fuerte, resistirá —se ríe —si no, no volverás a verla nunca, aunque tampoco es que vayas a seguir viéndola, pero sabrás que sigue viva.

—¿Porque lo haces? —golpeo su escritorio con fuerza y borra su sonrisa.

—Porque me perteneces —dice con seriedad —desde que te vi siendo una niña, eres mía.

—No soy tuya, si que estás demente.

—Cuidado pequeña, esa palabra no me gusta escucharla y menos saliendo tu boca.

—Vete a la mierda psicopata —se levanta de golpe y tira todo lo que está sobre su escritorio para llegar a mi y tomarme del cuello.

—Es una advertencia, Chiara, tendrás que ser muy dócil conmigo si no quieres que vaya ahora mismo y le vuele la cabeza a esa estúpida niña —me suelto de su agarre y le doy con mi puño contra la cara, pero se ríe mostrándome sus dientes y ensangrentados. —Acepta ahora Chiara, no tienes más alternativas.

Saco mi arma y le apunto a la cabeza, pero comienza a reírse como la loca que es.

—La cura solamente la sé yo, yo sé dónde está escondida y puedo destruirla si quiero.

Descargo mi arma apuntando a su lado y ni siquiera parpadea. No hay nada que pueda hacer ahora, debo buscar una manera, pero no puedo poner en riesgo a Vivi si no acepto el trato.

—Dame una semana —le pido perdiendo mi dignidad.

—Te estaré esperando, pequeña —sonríe y salgo de su oficina.

Me apresuro a salir de su casa y conduzco a toda velocidad hacia casa de mi padre. Entro directo a mi oficina con el corazón latiendo a mil por hora, me voy al escritorio y lanzo contra el suelo todo lo que es ahí, hago con lo mismo con los estantes, tiro todo por el enojo que provoca el no poder hacer nada, porque voy a lastimar a la mujer que amo, porque voy a traicionarla.

—Señorita Chiara —escucho que tocan a la puerta.

—¡Largo todos! —grito —¡no quiero a nadie aquí!

Tomo la botella de whisky y me la empino hasta que mi estómago ya no lo resiste y la lanzo contra la pared. Me dejo caer el suelo y me permito derrumbarme ahí sola. No puedo pedir ayuda, ya me advirtió que las siguientes podrían ser mis hermanas o mis sobrinos.

—Ay, Vivi —susurro entre sollozos —¿qué haré sin ti?

Después de un rato, me levanto del suelo y voy a mi habitación para ponerme algo que terminará en la basura al bajar al sótano donde pienso torturar a mis víctimas hasta que sientan el mismo dolor que estoy experimentando en mi alma.

Me pasó la noche entre gritos de suplicas y doblegando la mente de mis ratoncitos permitiéndoles pelear contra mí, dándoles la esperanza de que podrán salir de aquí en cualquier momento, que lograrán destruirme, así como Yuna lo hará conmigo, me hará creer que me dará la cura, me hará creer que saldré viva de esto, pero ambas sabemos que no será así, ella jamás me soltará y por eso he estado entrenando a Viviana y dejando todo lo que tengo en sus manos. Quiero que ella si pueda ser libre, la quiero lejos de todo esto.

HeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora