CAPÍTULO 16

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VIVIANA


—No irás a ningún lado —dice mi madre sujetando mi brazo con tanta fuerza que me lastima.

—No es una pregunta, es un aviso —le advierto —nunca he necesito de tu opinión en nada.

—Viviana, sabes muy bien quién es Chiara, no es más que una chiquilla malcriada, solo eres uno más de sus caprichos, mira como ha tratado a tu padre todo este tiempo —logró soltarme de su agarre y volteó a ver a mi padre.

—Tu sabes que no es así —le apunto y baja la cabeza —tienes que decirle la verdad o lo haré yo aunque no sea mi deber.

—Lo haré hija —suspira cansado —su padre me hizo prometer que no lo diría...

—Pero la estás haciendo sufrir por esa decisión que tomaron ustedes dos —me doy la vuelta —te daré dos meses. Tienes hasta su cumpleaños para buscar la manera de explicarle todo.

—Viviana, debes entender que no es algo fácil de decirle, era su padre...

—Ella confía en ti y lo sabes. Chiara sabe que tú recuerdas lo qué pasó, pero te ha estado dando el tiempo necesario para que tengas la misma confianza en decírselo.

Salgo de casa de mis padres dando un portazo y subo a mi camioneta para ir a casa de Emma. Se ha estado comportando un poco extraña estos días y sé que algo le pasa, no ha querido salir de casa, no ha ido al club, no responde mensajes de Elena y es la única que no me ha llamado en mi cumpleaños.

Estacionó fuera de los apartamentos y noto qué hay dos camionetas negras estacionadas fuera del lugar. Saco mi celular y le marco a Chiara.

—¿Donde estás? —le pregunto.

—De camino a tu apartamento.

—Ven al apartamento de Emma —sonrío sin dejar que mis expresiones me delaten ante los hombres que vigilan el lugar.

—¿Lograste hacer que te respondiera? —pregunta.

—No, por eso estoy aquí y hay algo extraño, hay dos autos fuera, tres hombres vigilan el edificio.

—¿Reconoces alguna marca?

—Marca no, pero puedo jurar que son japoneses.

—No entres Viviana —me advierte.

—Es mi amiga, si está en peligro.

—¡Cazzo, Viviana! —grita a través del teléfono —esto no es solo pelear con una pandilla, vuelve al auto.

—Tarde, ya estoy en el ascensor.

Meto mi celular en el bolsillo y bajo en el piso de Emma, veo qué hay un sujeto al final del pasillo, pero eso no me detiene de llegar al apartamento de mi amiga. Veo que el sujeto comienza a caminar despacio en mi dirección y me apresuro a poner el código de seguridad. La puerta se abre antes de que él pueda alcanzarme y me apresuro a buscar a mi amiga,  entro a la cocina y tomo uno de los cuchillos, le llamo a su teléfono y sigo el sonido hasta su habitación.

Abro la puerta con mucho cuidado y me detengo tomando el pomo de la puerta con mucha fuerza. La escena que me encuentro me causa nauseas, no por ver a mi amiga desnuda, si no por ver la manera en que ese hombre la tiene sujeta contra la cama y una cadena de metal en el cuello. Los ojos de Emma se llenan de lágrimas cuando me ve, pero desvía la mirada hacia su captor.

Es un hombre flaco, pero musculoso, su espalda está repleta de tatuajes, solo lleva puestos unos vaqueros y tiene fusta en su mano.

—Dime lo que sabes —le dice el hombre pasando el cuero por sus piernas.

HeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora