CAPÍTULO 27

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ANNETTE

Chiara se apresura a llevar a Viviana hasta la casa y detrás de ellas vamos, Jia, Roxanne y yo. Entramos a la casa y Jia le pide una habitación, la lleva hasta ahí y la recuesta sobre la cama.

—Trae lo que necesito de mi auto —dice Jia lanzándome sus llaves.

—Ahora vuelvo.

Me apresuro a ir a su auto y busco su maletín junto con los medicamentos que necesita, pero me detengo un segundo cuando veo una par de tacones que no son de la dueña del auto, debajo del asiento trasero. Tomo lo necesario y voy a la parte enfrente, abro el gavetero para sacar el nuevo producto en el que hemos estado trabajando y noto qué hay un bote de perfume que tampoco es de la doctora Park.

Regreso lo más pronto posible y le pasó todo lo necesario. Me apresuro a colocar el catéter mientras Jia prepara la solución donde depositaremos la primera muestra de la cura. Estamos un noventa y nueve por ciento seguras de que funcionará, pero ese uno por ciento aún nos preocupa. No sabemos qué efectos tendrá en el cuerpo de Viviana o si realmente lo resistirá.

—Puoi farcela, tesoro. —le dice Chiara sujetando su otra mano.

—Debemos esperar a que haga efecto —le explica Jia —serán al menos cuatro dosis que no pueden ser suministradas muy seguido, hay que dejar unos días a que su cuerpo se acostumbre y el medicamento combata las células que han sido infectadas por el veneno.

—Debes tener paciencia —le indico y asiente.

—Tú —Roxanne me habla y veo que Annabelle también está aquí —vamos afuera, seguro Jia se hará cargo.

—Me llamas si necesitas algo, doctora Park —ella frunce el ceño, pero no dice nada.

Salgo de la habitación y voy con ellas a la otra habitación.

—Ya que ustedes dos parecen estar muy unidas a Vivi, son como parte de la familia —sonríe y se asoma por la puerta —cuidarán de los niños mientras nosotras hacemos un recorrido, Chiara no puede saber de esto, pero la Yakuza anda metiendo sus narices por Roma, necesitamos investigar qué están haciendo o si están en las fronteras de Palermo.

—Tía Anny —Daila estira sus brazos cuando me ve y ruedo los ojos.

—Me caes tan mala pequeña humana —la sostengo en mis brazos. Alice y su esposa dejan a sus hijos con nosotras, no sin antes advertirnos que tengamos cuidado a los gemelos.

—Hanna se llevó a los demás, así que solo te quedas con los de Alice y Daila que no quiso ir.

—Imagino que recibiré un pago extra por esto —digo alzando una ceja.

—Pasaras tiempo con tu sobrina favorita, eso ya es ganar —sale apresurada dejándonos con cuatro niños a los que no sabemos como tratar.

—¿Te gustan los niños? —le pregunto a Annabelle.

—Algo —se encoge de hombros —tengo dos sobrinos, así que algo podremos hacer.

Las dos nos quedamos de pie observando a los gemelos entretener a su hermanita. Nunca he tratado con niños, toda mi vida me dedique a estudiar a los adultos, aunque si que estudie el cerebro de los niños para poder entender un poco más, pero en cuanto a cuidar a un niño, no se que debo hacer.

Media hora más tarde, Emma se nos unió y estamos recostadas en el suelo, ellas tienen a los gemelos y yo tengo a las más pequeñas mientras les cuento datos interesantes sobre algunos animales, al menos se interesan por la ciencia.

—¿Tres corazones? —pregunta Daila sorprendida al decirle que los pulpos tienen tres corazones.

—¿Pueden amar a tres pulpos? —pregunta la pequeña pelirroja y Annabelle se ríe.

HeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora