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𓆩𓆪 Tu gemelo Jacaerys siempre había crecido a tu lado, criado por tu madre, la princesa Rhaenyra, y tu padre, que no era exactamente tu padre, en realidad, Lord Laenor Velaryon, que dio un paso adelante para ser el padre que estaba allí para cada hito para ti y tus hermanos.
Tienes sus rasgos valyrios, solo que tu color de cabello es castaño y ojos lavanda muchos te piden la mano, cantan canciones sobre su belleza, pintan una semejanza, pero te niegas en este momento no te establecerás ni te casarás hasta que hayan decidido y hayas sido cortejada adecuadamente sabes que ofreces mucho más que tu belleza.
Jacaerys estaba fuera para un viaje con su abuelo Lord Corlys y Lucerys había regresado mucho más erudito, confiado y más hombre que el niño que era el día que se fue, después de haber crecido más alto y más musculoso mientras tanto, te has vuelto más femenina, bien formada y hermosa, sostiene un collar de acero Valyrio con amatistas en la mano, el acero brillando a la luz del sol.
-Jace, ¡has vuelto!-diriges hacia él, sin importar lo poco femenina que parezca cuando te levantas las faldas para no tropezar con tus pies, y para llegar a él tan pronto como puedas.
te envuelve con sus brazos, más tonificado y pulido de lo que estaba cuando regresó, ligeramente bronceado de su tiempo en el viaje y un aroma almizclado de sal marina se quedó de él.
Jacaerys estaba de vuelta en tus brazos, vivo y bien en una sola pieza y estaba aquí mismo en la carne y hueso, se aleja de ti, la sonrisa en su cara sigue ahí, mientras se da cuenta de que ha vuelto a ti y de cómo has cambiado en su ausencia.
Él da un paso atrás con asombro mientras te admira, sin creer lo mucho que te habías transformado a lo largo de los años.
-Oh, cómo has crecido, hermana- sonríe mientras te hace girar
-Tu lo has hecho, Jace- sonríes dulcemente, la tensión cuelga en el aire.
Cavando en sus bolsillos, revela un estuche de terciopelo y te lo abre, revelando un collar de acero Valyrio similar al de tu madre, pero compuesto de amatistas.
-Es tuyo, hermana- jadeas en estado de shock, las manos tiemblan mientras tus ojos parpadean entre su forma bronceada y el colgante en sus manos.
-¡No lo hiciste! No aceptaré esto- tu sonrisa no puede caer de tu cara mientras cruzas los brazos y te alejas de él, pero él insiste, sosteniendo el estuche sobre su hombro.
-Insisto, hermana. ¿Por mí, por favor?- el suplica con sus característicos ojos de cachorro de color avellana que sabe que no puedes negarte y que suspiras y sacudes la cabeza mientras te rindes.
Jace sonríe en la victoria cuando aceptas, tomando tu otra mano en la suya y cepillando su pulgar contra tus nudillos.
-Date vuelta, déjame que te lo ponga quiero ver a mi chica usando mi regalo para ella.
