1. Comienzo

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Dos niñas caminaban alegremente por un hermoso jardín frente a la casa de sus padres, disfrutando del soleado día, sin darse cuenta de que una camioneta negra, llena de hombres peligrosos, rondaba el lugar.

—Luna, mira la cadenita que me regaló papá. ¿No es hermosa? —preguntó Freen, una pequeña de cabello negro y ojos brillantes, mientras levantaba la joya para mostrarla.

—Es hermosa —respondió Luna con una sonrisa tímida.

—Quiero que las dos tengamos una igual, así estaremos siempre unidas —dijo Freen con entusiasmo, sosteniendo la cadena entre sus dedos.

—¡Freen, qué lindo! Gracias —respondió Luna emocionada, admirando el regalo en sus manos.

De pronto, un hombre vestido con un traje negro y gafas oscuras se acercó. Era Saint, el padrastro de Freen, un hombre imponente con una pistola discretamente guardada en la parte trasera de su pantalón.

—Freen, tu mamá quiere que entren a la casa. Vamos a salir pronto —les dijo, su voz seria pero tranquila.

—¡Ah, Saint! Quiero quedarme unos minutos más con Luna, es mi mejor amiga —protestó Freen, cruzándose de brazos.

Antes de que Saint pudiera responder, un disparo rompió la tranquilidad del jardín. El sonido resonó como un trueno, haciendo que el hombre sacara su arma en un abrir y cerrar de ojos.

—¡Al suelo! —gritó Saint con autoridad.

Las niñas obedecieron, gritando y lanzándose al pasto mientras el caos estallaba a su alrededor. Los disparos comenzaron a cruzar el aire. Los hombres de Saint repelían a los intrusos que habían invadido la propiedad, pero en medio del intercambio, Saint cayó al suelo con una bala que le atravesó el abdomen.

—¡PAPÁ! —gritó Freen, con lágrimas en los ojos, mientras intentaba correr hacia él.

Un hombre alto y corpulento se interpuso en su camino, la levantó en sus brazos y, disparando a otro de los guardaespaldas, salió corriendo con ella.

—¡FRENNN! —gritó Saint desde el suelo, disparando en dirección al secuestrador, impotente mientras veía cómo la pequeña era llevada hacia una camioneta negra.

En cuestión de segundos, el vehículo arrancó a toda velocidad, desapareciendo por las puertas principales de la casa. Saint, sangrando y herido, seguía disparando con furia hasta que el auto estuvo fuera de su alcance. A su lado, Luna lloraba desconsolada, abrazándolo con fuerza.

Días después, Saint estaba en la oficina de Frank, el padre biológico de Freen, junto a Amanda, la madre de la pequeña, y un grupo de policías. Luna permanecía sentada en el regazo de Saint, con los ojos hinchados por el llanto. Todos miraban fijamente el teléfono, esperando una llamada que podría significar la esperanza o el desastre.

De pronto, el teléfono sonó. Un agente conectó un rastreador al aparato antes de que Frank contestara con manos temblorosas.

—¿Hola? —respondió, intentando sonar sereno.

—¿Tienes el dinero? —preguntó una voz áspera al otro lado.

—Primero quiero hablar con mi hija —exigió Frank, su voz firme pero cargada de emoción.

—Tu hija está bien.

—Quiero hablar con mi hija —repitió Frank, alzando la voz.

Después de unos segundos de silencio, se escuchó la voz temblorosa de Freen:

—Papá, tengo mucho miedo...

—Tranquila, mi amor, voy a traerte de vuelta —prometió Frank, con lágrimas en los ojos.

MI GUARDAESPALDAS || FREENBECKY (G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora