Capítulo 8

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Édgar
Louise no había dejado de preguntar cada poco tiempo si tenía alguna noticia sobre Ariadne, si había recibido un mensaje, una llamada, una paloma mensajera si fuera el caso.
-Cariño, si no he recibido ningún mensaje es porque se encuentra bien.-dijo Édgar moviendo la pluma fuente de un lado a otro del escritorio.
-O porque no se encuentra bien. Debimos enviar más seguridad con ella, ese joven no podrá defenderla si se meten en aprietos reales.- Louise volvió a tomar en sus manos la botella de agua de manantial.- ¿Por qué el general no podía acompañarla?
-Está preparando otra tarea que le encomendé. Parece que el Parlamento ha convocado a una reunión de emergencia.
-¿Qué puede ser tan urgente a esta hora?
-Un atentado.
El rostro de Louise palideció.
-¿Qué es lo que no me estás contando?.
Édgar tomó una bocanada de aire y pensó con cuidado las palabras que usaría. Alarmar a Louise no era su intención pero mentirle sería peor aún.
-Esta mañana, después del desayuno recibí una llamada del Premier. Le habían dejado en su despacho un… Mensaje, podría decirse.
Louise tardó en entender a qué clase de mensajes se refería. Horrorizada tomó asiento frente al escritorio de Édgar.
-Aún no confirmamos nada pero, por las características que presenta no podemos negar que tiene muchas similitudes con amenazas del pasado. Aún está en investigación.
-”Amenazas del pasado”.- repitió Louise ofendida.- Me han enseñado a decirle a las cosas por su nombre y tú Edgar Yudai, te refieres al terrorismo.
Édgar paró el movimiento de su pluma fuente y miró a los ojos de su amada con cierta molestia. Había temido tanto decir esa palabra por todo lo que conllevaba.
Se había autoconvencido todo el día que tenía que ser una manera absurda de intimidar al nuevo orden instaurado en Sirey. Rebeldía, desconocimiento, infundir pánico. Debía haber otra razón. Otra menos espantosa.
-Como te dije, aún está en investigación.
Louise giró los ojos y se dió la vuelta para a continuación comenzar a buscar en el estante de dos paredes un documento.
Édgar esa noche intentaba terminar el discurso que debía presentar ante el Parlamento al día siguiente a causa de ese mensaje y los descubrimientos en el Bosque de los suspiros. La sesión sería privada y estaban prohibidas las grabaciones para evitar que información confidencial fuera expuesta. Se esperaba que con los datos recolectados hasta el momento se comenzaran a proponer soluciones y si se considerara necesario un toque de queda para la población.
Todas las palabras de su discurso sonaban alarmantes y desesperadas, como si dibujara sus inseguridades y preocupaciones en cada línea, intentando abrir sus sentimientos de angustia reprimidos durante las últimas semanas. Se sentía débil e insignificante ante los problemas, sobre todo porque rebasaba todo conocimiento teórico que tenía acerca de la organización del estado.
-¿Qué estás buscando? .-Edgar veía a Louise impaciente tratando de alcanzar unos libros que quedaban muy por encima de su cabeza.
-Tu padre tenía un libro acerca de estrategias de guerra, me lo prestó cuando escribí mi tesis.
-No lo necesito cariño, no te adelantes a los hechos.- en un intento por seguir negándose a lo evidente Édgar se puso de pie y se acercó a su novia.
-Puede ayudarte en proponer ideas al Parlamento, por lo que veo ese discurso sigue incompleto, humanos o no, esas cosas deben ser erradicadas.- insistió Louise con la mirada plantada en la colección de libros.
Édgar la tomó por la cintura y escondió su rostro en su hombro. Aspiraba el perfume floral del cabello rubio de Louise a la par que intentaba esclarecer su mente.
-No estés nervioso.- intentó consolarlo su amada con una voz dulce pero severa.- La mayor parte del Parlamento respeta y admira a tu padre, harán lo mismo con su hijo.
-Yo no soy mi padre.
Louise se dio la vuelta para tomarlo del rostro y mirarlo. Édgar pudo sentir por su mirada que le tenía lástima, un rey que le daba lástima a la mujer que amaba y había prometido defender no era digno de mirar a nadie a los ojos.
-¿Por qué te apartas?
-Debo terminar el discurso.- dijo Édgar con la voz apagada.- Sería mejor que fueras a dormir, ya es muy tarde.
-Debo entregarle un reporte a la ministra Madeleine, te acompañare.
-No es necesario mi amor…
-Iré al escritorio.- sentenció Louise pellizcando la mejilla de Édgar y caminó con rectitud hacia una de las sillas de su escritorio desordenado.
El rey sonrió para sus adentros y se dirigió a su asiento donde tomó determinación para acabar con el discurso.
La madrugada llegó rápidamente entre sus conversaciones y apuntes. Édgar había encontrado un formato convincente en el que dar su discurso. Aún no estaba enterado de las impresiones que parecía tener el Parlamento respecto a la reunión de emergencia, suponía que si aun el general Elías no mencionaba nada al respecto era porque no sería algo tan serio. Hablarían de eso más tarde.
Louise rendida ante el sueño descansaba en el sofá de la instancia con una colcha acolchada encima. No se había quitado el traje de vestir y la falda debía de incomodarse pues sus piernas se movían incómodamente debajo de la colcha.
Édgar no pensaba dejarla dormir sola en aquel gélido cuarto pero tampoco podía llevarla a su habitación, nunca lo había hecho. Louise había expresado muchas veces el deseo de casarse antes de compartir una noche juntos. El descansaría un poco en su escritorio.
Mientras veía el rostro apacible de Louise descansando, como si ningún pensamiento pudiera perturbar la belleza de su mente sintió un aparato vibrar, su móvil.
El aura de paz que envolvía a su oficina fue perturbada y de mal humor contestó la videollamada, era de Liam.
-¿Si? ¿Ya llegaron?
-Aún no, Su majestad, seguimos en el vuelo.
-A qué se debe su tardanza
Hubo un breve silencio en el que Liam pareció buscar con cuidado las palabras adecuadas para utilizar.
-Su alteza quiere hablar con usted.- concluyó el joven haciendo una inclinación de cabeza y asomando el celular a su hermana.
Ariadne tenía un cojín alrededor de su cuello. Por la cámara pudo ver el lugar vació, parecía ser que el avión privado que había preparado para ella había resuelto que el personal debía ubicarse en las cabinas comunes y dejar a Liam completamente solo con su hermana. Tendría que hablar con el responsable de ello.
-¿Cómo está tu mejilla? .- preguntó Édgar intentando empezar un diálogo amistoso con su hermana. Sabía que se quejaría de algo.
-La inflamación ha bajado mucho. Mis rodillas tal vez tomen un poco más de tiempo.- respondió Ariadne adormilada.- Te quería hablar sobre algo que pasó.
-Cuentame.
Intentó escuchar detenidamente los detalles que daba Ariadne sobre el altercado pero el sueño le ganaba, no fue hasta cuando mencionó al hombre misterioso que se puso en alerta.
-¿Dices que ese hombre acabó con un híbrido en la carretera?
Su hermana asintió.
Édgar mantuvo la calma y le sonrió con dulzura.
-Debió ser una noche larga Ari. No te preocupes por eso, en Lyene estarás segura, no hemos tenido ningún percance en otras ciudades aparte de la capital.
-Bueno saberlo. ¿Sabes quién era el encapuchado?
-No. Trabaja para Elías, en algún momento le preguntaré, debe ser un militar independiente. Si vuelve a causar problemas Liam tiene permitido tomar acción.
Sabía que Liam estaba al lado de Ariadne escuchando.
-Estoy algo nerviosa por ver a nuestros primos.- reconoció Ariadne cambiando el rumbo de la conversación.
La última vez que Édgar había coincidido con alguno de sus primos había sido hace medio año cuando Desmond lo había invitado de manera personal a una de sus presentaciones de violín. Asistió pues, su primo había insistido que asistirían políticos de renombre con quienes Édgar tenía interés de hablar.
Casi no se dirigieron palabra en toda la noche pues estaba concentrado en cortejar y recibir saludos y aplausos por parte del público.
-Han cambiado un poco, es cierto.- reconoció Édgar.- Pero siguen siendo ellos, si me dejo entender.
Ariadne no parecía convencida pero no podía hacer mucho por ella.
-¿El resto del personal porque no está contigo?- preguntó Édgar con voz serena.
- Insistieron en quedarse en las cabinas comunes cuando les dije que tendría una llamada contigo, deben estar descansando un poco.- respondió Ariadne con amabilidad para evitar decir que le tenían cierto temor al nuevo rey.
-Entiendo. Están solos evidentemente.
Ariadne enrojeció rápidamente, cosa que le pareció muy graciosa e intentó disimular una sonrisa.
-Pasame con Liam un momento, por favor.- pidió Édgar al borde de la risa.
Su hermana obediente pasó el móvil a Liam quien miraba nervioso a cualquier lado con excepción de la princesa. Cuando tuvo el celular en sus manos Édgar cambió su expresión a una más fría y le indicó con señas que se pusiera un par de audífonos. Cuando el joven militar ya los tenía puestos, empezó la charla.
-No creo que necesite decirte que eso fue precipitado.- gruñó Édgar.- La carretera conecta al bosque, era una ruta riesgosa.
-No sabía que era él quien nos seguía.- reconoció Liam.
-¿Te tomaste el tiempo para saber si el híbrido estaba muerto?
-Sí, su majestad.
-Bien porque tengo algo que informarte.
Liam lo miró confundido.
-El híbrido que los persiguió en el paseo académico no tenía signos de vida pero, por alguna razón pudo levantarse para seguirlos, no entendemos cómo. Sin embargo, es preocupante porque nada nos asegura que uno se encuentre determinadamente muerto.
-Se lo comunicaré de inmediato para que vuelva a revisar la zona.- dijo Liam apresuradamente refiriéndose al hombre encapuchado.
-No es necesario, personalmente enviaré a hombres de mi confianza. Necesito que le asegures a Ariadne que la zona será vigilada, una preocupación más la distraería de sus labores reales.
-Entendido, su majestad.
- Y una cosa más Liam, ten cuidado con ella.-advirtió.- Una distancia prudente para no incomodarla pero no lo demasiado como para perderla de vista.
No habría estado de acuerdo con enviar a alguien tan joven como respaldo de su hermana si no reconociera el talento y la facilidad de compresión que poseía pero, como todo joven sus acciones lo impulsaban a lo riesgoso y no podía permitirse esos errores mientras estuviera con Ariadne.
-Así será.
Conocía que Liam antes de haber sido encomendado como acompañante de Ariadne había solicitado el permiso extraordinario al Ministerio de Defensa para ser seleccionado en las búsquedas de híbridos. Elías fue quien personalmente rechazó su permiso. Pocas veces la mano derecha del rey se equivocaba.
-Tenga un buen viaje señor Causey. Su madre está atenta a su regresó.



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