Las catacumbas de Lyene eran asombrosamente escalofriantes. No había pared que no tuviera alguna inscripción irreconocible o alguna mancha roja de dudosa procedencia que para el bien de Ariadne fue autoconvenciéndose que se trataba de pinturas rupestres sin conservación.
Amber pateaba la misma piedra que se había encontrado desde que los encerraron repetidas veces contra una pared, mientras Piero se había sentado en una esquina y cruzado de brazos se recostó.
-¡No ha sido culpa mía- le replicaba Liam acercándose al rostro de Ariadne casi escupiendo.
-Lucille no tiene la fuerza suficiente para tirar una pared de golpe
-¿Y yo si?
-Eres el único que tendría más posibilidades de lograrlo- argumentó la princesa al borde de la paciencia.- Tienes suerte que logramos transportar las gotas, con lo difícil que debió ser conseguir la del Lago Oculto.
-No he ganado más que quedarme encerrado atormentado con tus quejas. Ante la inexistencia de algún beneficio propio ¿Cuál crees que es la razón para destruir el museo, Yudai?
-¡Qué descortés! -Ariadne se había puesto roja.- No olvides con quien estás hablando.
Liam se puso la mano en la cintura, con una postura desafiante y un gesto arrogante se acercó más a ella.
-Pensé que me habías pedido que te hablara como un igual.
-Me retracto, tus formas son desagradables e impropias. ¿Cómo piensas sacarnos de aquí?
-¿Sacarnos? Si existiera esa posibilidad estaría fuera de esta prisión. No princesa, esperaremos hasta que la alcaldesa nos visite, solo nos queda ser diplomáticos. Una de las grandes virtudes que se le atribuye.
-¿Eso que he detectado es sarcasmo?
-No la estoy ofendiendo, creo firmemente que gracias a su puesto tiene una elocuencia más hábil que la mía- Liam sonaba honesto.- No dudo que tendrá algo favorable que decir en nuestra defensa.
-Sería más sencillo responsabilizarte de esto.
-Lo sería pero, ¿Tiene cómo probarlo?
Ariadne le sostuvo la mirada unos segundos y la desvió. Era cierto, no tenía ninguna prueba de que hubiera sido Liam quien destrozó la columna principal del espacio conmemorativo de su madre y tía.
-Si ya acabaron de discutir, deberíamos pensar qué vamos a decirles a las autoridades.- dijo Piero con la voz apagada y sin levantar la cabeza.
-Es cierto, no se encierra a la princesa en una catacumba todos los días y no tenemos nada creíble para decir.- dijo Amber en apoyo a su compañero.
-Diremos la verdad.- se apresuró en responder Ariadne.- Fue un accidente y nadie vio nada. Puede que se trate de una simple falla en la infraestructura del lugar. ¿Quién dirá lo contrario? Lucille fue testigo de ello.
-No confiaría mucho en que nos apoye-meditó Liam.- Parte de la responsabilidad recaería en ella, después de todo fue quien nos dirigió.
-Mi prima no es una persona deshonesta.- aseveró Ariadne. Sin embargo, pronto comenzó a dudar.
Ariadne procuraba recordar algo inusual que hubiera visto antes de que el lugar se desplomara.
Liam se había encontrado dispuesto a responder su pregunta cuando el vidrio comenzó a temblar y su prima acompañada de sus compañeros de clase bajaron alarmados por la escalera caracol. No eran muy comunes los temblores en Sirey y no tardaron en darse cuenta que no se trataba de uno cuando la columna en la que Liam se encontraba apoyado comenzó a desmoronarse desde la base. Lucille alarmada corrió hacía las gotas del Lago Oculto y del Lago Esmeralda, colocando una en cada mano las dejó flotando cerca de ellas y se alejó corriendo.
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Sirey
Science FictionEn las sombras de la misteriosa desaparición del venerado rey de Sirey, el reino se sumerge en una vorágine de incertidumbre. Edgar, el primogénito destinado a heredar el trono, se enfrenta a la desafiante tarea de mantener la cohesión del parlament...