Édgar
El periódico de aquel día estaba plagado de noticias acerca de la última conferencia que pidió hacer a puertas cerradas en el palacio. Habían tardado un par de días en redactar el discurso pero, tan pronto como el periódico más leído en Sirey sacó la primicia, fue cuestión de horas para que el resto siguiera sus pasos.
Edgar no tenía más opción que repasar los artículos que se habían difundido, buscando con cautela cualquier frase que pudiera volverse en su contra. Sabía que había elegido cuidadosamente las palabras más neutrales y menos alarmantes para esa ocasión, justo para evitar malentendidos o interpretaciones indebidas. Sin embargo, el peso de la incertidumbre aún colgaba sobre él. ¿Había pasado por alto algo importante?
Cada línea de los periódicos se convertía en una pequeña prueba de su estrategia, y cada vez que no encontraba nada que lo comprometiera, exhalaba en silencio. Pero la tensión no desaparecía.
El general Elías Darley caminaba impaciente de un lado a otro de la habitación con las manos en sus bolsillos y la mirada pérdida. No estaba seguro de la estrategia que habían tomado.
-La noticia llegará a Lyene.-le había advertido Elías hace unos instantes.
Édgar dejó a un lado los periódicos que estaba leyendo y apoyó su espalda en el respaldar de la silla.
-¿Pudiste comunicarte con Liam?.
-Aún no. Los militares con el rango de Liam tienen prohibido usar celas. Tenemos otra manera de contactarnos.
-Tiene que saberlo antes que Ariadne.- insistió Édgar con una creciente preocupación que golpeaba su pecho.
Elías Darley se puso de pie frente a su escritorio y pasó su mano derecha por su rostro en señal de impaciencia.
-Hago todo lo que puedo, Édgar. He enviado a un conjunto de guardias a la frontera con Lyene antes de que se proclame el toque de queda. Con algo de suerte, Liam se enterará antes de que eso suceda.
-Quiero que se corte todo tipo de información directa con Lyene, a partir de ahora todos los reportes importantes los haré de manera personal.-Édgar mantenía su mirada en los periódicos del día sin poder concentrarse realmente en los últimos que le faltaba leer.
-¿Qué pasará con las otras tres regiones?-preguntó el General Elías aun con dudas al respecto.
-Se mantendrán al margen. No existe evidencia de que lo que busquemos se encuentre en aquellas regiones pero, el toque de queda nos ayudará a reducir zonas para rastrear y posibles aglomeraciones. Es una idea que han aceptado como razonable.- dijo Édgar señalando la cantidad de periódicos en su escritorio. Todas nuestras regiones tienen la capacidad de continuar sin la capital, en especial Lyene. Solo busco cuidar a mi hermana.
-Su hermana ha ido en calidad de asesora, no debería estar desinformada de las decisiones de la capital. Es la princesa de Taes.
Elías contestó en un tono tan paternal que Édgar rechazó de manera inmediata.
-No tiene porque cargar con ese tipo de responsabilidad política a su edad.
-Ni usted tampoco.
Antes aquellas últimas palabras apremiantes, el rubio se puso de pie a la defensiva.
-¿Tú también?
Édgar había escuchado esas palabras suficientes veces como para sentirse desgarrado. "Eres demasiado joven para gobernar", le decían, como si toda su vida no hubiera sido moldeada para ese propósito. Como si su sacrificio y dedicación no significaran nada. Pero no, la vida le había dado un golpe mucho más cruel en aquellos momentos. Le había arrancado a su padre, y con él, cualquier rastro de estabilidad que pudiera haber esperado. No solo debía cargar con el peso de una nación que se tambaleaba, sino también con el abismo insondable de la pérdida, el vacío que quemaba cada día más profundo y el único miembro de su familia que anhelaba proteger.
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Sirey
Science FictionEn las sombras de la misteriosa desaparición del venerado rey de Sirey, el reino se sumerge en una vorágine de incertidumbre. Edgar, el primogénito destinado a heredar el trono, se enfrenta a la desafiante tarea de mantener la cohesión del parlament...