Capítulo 16.1

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Ariadne terminó de vendar su pecho cuando Amber entró de improviso a la habitación dando un portazo. La princesa se giró con prisa suponiendo que se trataba de una emergencia y se terminó de acomodar la blusa.

-¿Ha pasado algo?

Amber tenía una mirada enfurecida, una chispa de ira parecía quemarla desde el interior.

-Oh, han pasado muchas cosas.- se limitó a responder la pelinegra acercándose a la cama aun destendida que Ariadne había desocupado hace unos instantes.- Antes que todo ¿Te encuentras mejor? Porque esta charla da para rato y no quisiera perjudicar tu salud.

-Estoy bien. Ahora dime ¿Qué es lo que te ha puesto tan furiosa?

-¿Furiosa? Ja.- Amber se sentó en la cama cruzando los brazos con una expresión de rechazo en su rostro.- Hoy en la mañana me he despertado por un ruido extraño en mi ventana y cuando me asomo...¿Sabes a quién vi?

Por el tono irritado de Amber y la obviedad de la situación Ariadne asintió.

-Sí, creo saber quien.- La princesa se agacho de hombros y procedió a buscar entre su armario un par de objetos.

-No tengo ni idea de la función que cumple aquí, ni de quién se trata pero aun, no he olvidado el susto que nos dió a las dos en el bosque y por sobre todo, el golpe que me dio.-Amber señaló a su espalda de manera gráfica y Ariadne no pudo evitar gesticular una pequeña sonrisa en el rostro.

-Lo recuerdo. Sin embargo, aún desconozco mucha información acerca de él, hoy agende una reunión con Liam para conversar acerca del tema.- la princesa se dio la vuelta con un florete en la mano y se lo lanzó a Amber quien lo tomó en el acto con una leve impresión.

-¿Vas a matarlo?

Ariadne horrorizada por la sugerencia negó enérgicamente.

-¡Qué idea tan tétrica! No sé me ocurriría tocarle ni un pelo.

-Solo era una broma.- la pelinegra giro los ojos con cierto cansancio y sostuvo la espada que Ariadne le había entregado con cierto temor.-¿Para que lo usarás?

-Entrenar.

-¿Así como te encuentras?

-Me encuentro perfectamente, en realidad. Hace tiempo que no hago ejercicio físico como disciplina y no como supervivencia.

Amber observó con más detenimiento el arma y noto una particularidad en la cazoleta.

-¿Qué es esta piedra?

A lo que hacía referencia era sobre una piedra preciosa azul brillante que se encontraba incrustada en la cazoleta. Los bordes de dicha piedra eran de un dorado antiguo y su forma tenía mucha similitud a la de unas raíces que impregnaban el metal. La piedra tenía un brillo inusual pues, era opaco ante la luz del sol que entraba en forma de pequeños rayos por la habitación de Ariadne pero que sin embargo, mantenía su brillo lejos de cualquier contacto luminoso.

-Un símbolo de la casa real de Sirey. Cuando pedí hacer mi florete lo colocaron.

-Se ve muy...curioso. ¿Con quién vas a entrenar?

Ariadne cerró el closet con delicadeza y guardó en su bolsillo unos guantes de esgrima. Levantó la cabeza con un aire decidido para mirar a Amber quien aún seguía embelesada por la piedra y solo pudo soltar un leve suspiro ante la pregunta.

-Con nadie. No conozco a nadie en el palacio de Lyene con quién tenga la suficiente confianza.

-Debe haber alguien. En los últimos juegos solares, Lyene quedó posicionada en el segundo lugar en esgrima con su competidora, alguien debe haber por aquí.

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