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La noche de la fiesta en la mansión Malfoy estaba llena de emoción y elegancia. Las luces parpadeantes iluminaban el amplio salón principal, mientras que la música animada llenaba el aire y las risas resonaban entre los invitados. La decoración era exquisita, con arreglos florales elaborados y detalles mágicos que añadían un toque de encanto al ambiente.

Amelie, radiante en un deslumbrante vestido azul, recibía a los invitados con una sonrisa cálida y amistosa. Eli, su invitada, lucía igualmente impresionante en un vestido verde esmeralda que resaltaba su belleza natural.

Las parejas danzaban elegantemente en la pista de baile, mientras que otros conversaban animadamente en grupos dispersos por el salón. El aroma de deliciosos bocadillos y bebidas mágicas llenaba el aire, tentando los sentidos y añadiendo un toque de indulgencia a la velada.

En un rincón del salón, una mesa estaba repleta de juegos y entretenimientos mágicos para los invitados. Desde adivinación hasta juegos de cartas encantadas, todos podían encontrar algo que les interesara y los mantuviera entretenidos durante toda la noche.

La mansión resonaba con la risa y la alegría de los asistentes, creando una atmósfera de camaradería y diversión.

En medio del bullicio de la pista de baile, Amelie se encuentra con un apuesto joven llamado Alexander. Sus ojos se encuentran y en ese instante, parece como si el mundo se detuviera a su alrededor. Alexander, cautivado por la gracia y la belleza de Amelie, se enamora perdidamente en el transcurso de una sola canción.

Mientras tanto, en otro rincón de la sala, Eli y Astoria se ven envueltas en una acalorada discusión. Las palabras vuelan entre ellas, cargadas de tensión y emociones reprimidas. Sin embargo, la música y la atmósfera festiva impiden que la discusión alcance su punto álgido.

- ¿Qué crees que estás haciendo, Eli? Siempre tienes que arruinar todo - decía la Malfoy.

-No empieces, Astoria. No soy yo quien intenta controlar cada aspecto de la vida de los demás - Eli respondió mostrando su gran carácter.

-¿Y tú crees que tienes derecho a juzgar a los demás? Siempre has sido así, metiéndote en lo que no te importa - contraatacaba Astoria.

Pero la Douma no se que quedaba atras -  ¿Y qué esperabas? ¿Que me quede callada mientras haces todo lo posible por llamar la atención?-.

-Al menos no soy una metiche que se entromete en la vida de los demás para sentirse importante- todos prestaban a cada palabra que Astoria decía.

-¡Cállate! No tienes idea de lo que hablas. Siempre has tenido todo servido en bandeja de plata, ¿verdad? Nunca has tenido que luchar por nada- soltó derrepente Eli.

Astoria ante aquellas palabras le respondió con una voz fría y una mirada amenazadora - ¿Y tú crees que tu vida es una lucha? Por favor, Eli, no tienes ni idea de lo que es tener responsabilidades reales-.

Astoria y Eli, tan absortas en su enfrentamiento, apenas notan la presencia de Amelie al principio. Sin embargo, cuando el silencio cae sobre la habitación y todas las miradas se dirigen hacia ellas, se dan cuenta de que no están solas.

¡Basta! No voy a quedarme aquí mientras sigues insultándome. Si eso es todo lo que tienes que decir, mejor me voy - decía Elisabeth mientras empezaba a marcharse.

- Oh, claro, huye como siempre lo haces. Eres patética, Eli. - la discusión seguía pero derrepente las últimas frases fueron dichas y se acabo.

-¡Mejor patética que una engreída que no puede aceptar la más mínima crítica! - fue lo último que se habló.

Amelie, sorprendida por el tono acalorado de la discusión, se detiene en seco al encontrarse con la escena entre Astoria y Eli. Sus ojos se abren con incredulidad mientras observa la intensidad del intercambio de palabras.

- ¿Está todo bien? - la Lestrange preguntaba una voz temblorosa ante tal discusión.

Astoria y Eli se miran la una a la otra, cada una respirando profundamente para intentar calmarse.

- Sí, todo está bien. Solo estábamos... - Astoria decía con una sonrisa forzada - discutiendo sobre algunos asuntos sin importancia.

Sí, solo un malentendido. - Eli asentía con la cabeza - No deberías preocuparte, Emmy.

Aunque las palabras de Astoria y Eli suenan tranquilizadoras, el aire tenso que rodea la habitación indica lo contrario. Amelie se queda observando por un momento más antes de asentir con la cabeza, decidiendo no indagar más en el asunto por el momento. Sin embargo, la imagen de la pelea entre sus amigas queda grabada en su mente, dejando una sensación de incomodidad en el ambiente festivo.

La mirada preocupada de Amelie revela su incomodidad ante la situación, pero decide no profundizar más en el asunto. Sin embargo, no puede evitar sentirse inquieta por la tensión que sigue flotando en el aire.

Astoria y Eli intercambian miradas fugaces, conscientes de que la presencia de Amelie ha cambiado el curso de su discusión. Ambas se esfuerzan por mantener una fachada de normalidad, pero el peso de sus palabras no dichas parece pesar sobre ellas.

Mientras tanto, los demás invitados comienzan a retomar sus conversaciones y a sumergirse nuevamente en la atmósfera festiva, pero el eco de la confrontación entre Astoria y Eli aún resuena en la mente de Amelie.

Decidiendo dejar atrás el conflicto por el momento, Amelie se une a la multitud, pero no puede evitar preguntarse qué desencadenó realmente la pelea entre sus amigas y si alguna vez lograrán resolver sus diferencias.

Más tarde, sin que nadie lo predicar Draco con una voz temblorosa, invita a Eli a bailar,- Quie-r-es  b-ai-lar? - provocando miradas de sorpresa y especulación entre los presentes, ya que todos sabían que Eli era sangre sucia y lo más sorprendente era que ella estuviera presente en aquel lugar.

Los movimientos elegantes de la pareja en la pista de baile contrastan con la tensión palpable entre ellos, creando un ambiente cargado de intriga y curiosidad.

A medida que la noche avanza y la fiesta en la mansión Malfoy llega a su fin, los invitados comienzan a despedirse lentamente. Las risas y conversaciones animadas dan paso a un silencio tranquilo mientras la multitud se dispersa.

Los elfos domésticos de la mansión se apresuran a limpiar y ordenar, asegurándose de que cada rincón vuelva a su impecable estado antes de que amanezca. Las luces parpadean una última vez antes de extinguirse, dejando la mansión envuelta en la oscuridad de la noche.

Con cada invitado que se despide, la mansión Malfoy queda envuelta en una calma serena, como si guardara los secretos de la noche en su interior. Las sombras se alargan mientras la noche avanza, y pronto, la mansión queda en silencio.

Luces y Sombras en Hogwarts: El Camino de AmelieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora