Explosión Verde 2: El Retorno del Discurso Maldito (Bakudeku)

CAPÍTULO 20 - VESTIGIOS

—Aizawa-sensei... cuanto tiempo sin verle —dijo Momo al ver acercarse al pelinegro, con las manos en los bolsillos y sus gafas puestas.

Aizawa alzó una mano para saludar, mirando de forma fija y sin ser perceptible por sus gafas a Izuku.

—Me alegra ver que estáis en distintas agencias de héroes —respondió el hombre deteniéndose delante de los cuatro alumnos.

Mientras hablaban, los agentes empezaron a apartarse ante la llegada de Endeavor, que tras saludar al inspector encargado de esa investigación y tras indicarle los sucesos, se acercó al grupo de héroes.

—Hola, Eraser Head, gusto verte, ¿sigues sin querer unirte a mi equipo? —preguntó Enji.

—Lo siento, mi trabajo en la U.A. me mantiene bastante ocupado.

Endeavor se encogió de hombros y miró a Shoto e Izuku, les dio unas órdenes y dejó a Izuku en esa escena y junto con Shoto, Endeavor se fue a otro lugar.

—¿Cómo está Eri? —preguntó Izuku una vez empezaron a disgregarse por la zona y quedaron el profesor y él solos.

—Está bien, tiene ganas de verte...

—Oh... que bien... yo también... —dijo intentando sonreír, aunque pensando en la falta de Bakugo —oh... Shinso me dijo hace un tiempo que quería verme, siento no haber podido ir, han pasado muchas cosas.

—No te preocupes, Midoriya, solo era porque Eri quería verte, puedes venir cuando quieras, ya sabes donde vivo.

—Vale, muchas gracias —Izuku pensó que ver a Eri sería una distracción y así dejaría de pensar tanto —puede que vaya pronto.

Entre las calles de la ciudad, Endeavor y Shoto caminaban hacia la otra escena del crimen que había sucedido, Enji parecía estar hablando con su hijo, pero el medio albino solo podía pensar en lo que pasó la noche anterior, en el hecho de que él y Sero habían tenido relaciones sexuales. Shoto no podía decir que le hubiese disgustado, pero era cierto que su estándar era alto y Sero no lo cubría, sin comentar que pudo apreciar que no sentía nada con él, o al menos nada comparado como lo que sintió en su momento por Toya o por Izuku. Desde hacía un tiempo, cada vez que pensaba en todo aquello, podía escuchar una risa opacada en su cabeza.

—Shoto, ¿me estas escuchando?

Todoroki se sobresaltó un poco y miró a su padre.

—No, lo siento, pensaba en el sexo que tuve anoche.

Enji no supo bien como reaccionar a eso, intentó decir algo un par de veces, pero sus palabras morían antes de salir de su boca, hasta que su cerebro procesó y tragando saliva puso una mano en el hombro de su hijo.

—¿Y necesitas algún consejo o algo así?

Shoto miró a su padre de arriba abajo, pensó en que al ser un hombre adulto bastante mas mayor que él debía tener más experiencia en todo lo que se refiere al sexo y al amor, pero también recordó que era su padre, por lo que hablar de sexo con tu padre no era algo agradable, además sabiendo que su pareja sexual había sido su madre, algo que hacía que cada vez tuviese mas repelús al hablar del tema con su padre. Y menos aun cuando se imaginaba a su padre haciendo según que cosas.

—No, ya le preguntaré a Toya.

—Bien... —Enji no dijo nada y los dos siguieron caminando hacia su destino.

Lejos de allí, en un lugar desconocido, Twice caminaba por un largo pasillo, portando un maletín, seguido por varios clones de él mismo.

—Llegamos tarde —decía uno de ellos.

—Llegamos pronto —dijo otro.

—Silencio —respondió el original —la jefa nos ha pedido una misión importante, esta noche seguiremos esparciendo PAIN, esta vez será a mayor escala, haré mas de cien clones y los lanzaré por la ciudad.

—También nos mandó atrapar al niño de pelo verde y no lo hemos hecho —replicó uno de los clones.

—Eso ya nos lo dijo la jefa, lo separamos del rubio tonto, y no se atreverá a acercarse a él —rio el auténtico Twice —nunca sabrá si es el de verdad o no.

Poco después, Izuku, tras estar presente en todo momento en la primera escena del crimen, avisó a la agencia y le indicaron que volviese, decidió ir volando, sintiendo el aire en la cara, y gracias a Flotar, era todo mas fácil.

<Noveno>

Los ojos de Izuku se volvieron negros y su visión se esfumó, mientras su consciencia viajaba al reino de los vestigios del One For All. Cuando Izuku pudo abrir los ojos se encontraba en aquella estancia, rodeado de sillas, aunque muchas estaban vacías, siendo el vestigio de All Might el único en estar allí.

—¿Hola? —llamó Izuku notando eco en el lugar.

—Noveno, gracias por venir... —pudo oír Izuku la voz del primer portador.

—Tampoco es que pueda negarme... espera... —Izuku se sobresaltó —¡¡¡ESTABA VOLANDO!!!

—Tranquilo, Shimura está controlando que no te pase nada.

Izuku suspiró aliviado, y miró al frente, donde solo el primero estaba presente.

—¿Y los demás?

—Esto no tiene que ver con ellos, te he llamado para hablar contigo.

—Oh... podrías haber esperado a la noche o algo...

—Puede ser... pero todos notamos que no estás bien, y sé que no puedo hacer nada para ayudarte, pero quería decirte que lamento mucho lo que le pasó a Bakugo.

Izuku no dijo nada, al final ellos podían ver y sentir lo que él veía y sentía, por lo que debían estar pasando malos momentos allí.

—Se que aparecerá... él no es malo... además...

—Además sientes que está bien, ¿verdad? —interrumpió Yoichi.

—Si... puedo sentir que está bien...

—Es normal, al final, él estuvo aquí hace tiempo, por lo que algo de su ser sigue presente dentro de ti, no es un vestigio como nosotros, pero parte de su ser envuelve todo esto.

No supo decir porque, pero esas palabras llenaron de alivio, tristeza y felicidad a Izuku que agachándose se puso a llorar. Al verlo, Yoichi se acercó y arrodillándose frente a él le puso una mano en la cabeza, procurando calmarlo.

—Le echo de menos...

—Me gustaría poder consolarte, debe ser horrible que tu héroe se aleje de ti... yo tuve la suerte que cuando conocí al mío, no me separé de él hasta que morí, incluso en el momento de mi muerte me estuvo dando la mano.

Izuku alzó un poco la mirada encontrando la cara del primer portador, sorbiendo se sentó en el suelo y Yoichi lo imitó.

—¿Cómo conociste a tu héroe? —le preguntó Izuku.

—Él me salvó.