«Han pasado 3 años, 𝘑𝘶𝘯𝘨𝘒𝘰𝘰𝘬 se ha convertido en un exitoso boxeador que ha ganado incluso una medalla olímpica. 𝘠𝘰𝘶𝘫𝘪𝘯 se ha tomado una pausa como cantante, dedicando su tiempo en ser modelo y teniendo un programa de variedades de ent...
El fuerte estruendo de un trueno lo despertó. Había escuchado en las noticias que llovería pero eso desatándose afuera era una tormenta. Se levantó para cerrar el ventanal y evitar que el agua entrara si el curso del viento cambiaba. Recordó que la del patio tal vez pudo quedar abierta y fue a ver. Estaba cerrada, aprovechó y se dirigió a la cocina a por un vaso de agua antes de dormir.
Al volver se detuvo frente a la habitación de JungSu, la puerta solía quedar entreabierta. Entró, podía escuchar de forma nítida un suave llanto proveniente del bulto cubierto por sábanas, se movía temblando y con cuidado se acercó pronunciando el nombre de su hijo. Otro trueno y un chillido de miedo. Se apuró en destaparlo, JungSu con sus empapadas mejillas rojas saltó en los brazos de su papá.
—¿Qué sucede?
—Me da miedo la tormenta.
Lo acomodó en su regazo, JungSu con sus piernas a los lados de la cadera de su papá enterró la cabeza contra el pecho de este, su oído escuchando los latidos del corazón le traían calma. JungKook siseó, dando golpecitos a su espalda y besando la coronilla de su cabeza oliendo el perfume de su cabello. Lo llevó con él a la habitación principal, Youjin dormía plácidamente ajena al alboroto, tenía tapones para el oído y abrazaba una almohada multifunción.
Rondaba las treinta y ocho semanas de embarazo, tendría a su segundo hijo varón, JiHu.
Los ubicó a un costado de la enorme cama, JungSu dio un respingo ante otro trueno y se acurrucó contra el pecho de su papá.
—Tengo miedo.
—No tienes porque bebé, appa está contigo.
Los brazos de JungKook lo rodearon atrayendo su cuerpito y con caricias lo calmó. Se le quedó observando. Aún, a veces, seguía creyendo ser el peor padre, luego miraba a su hijo sanito y feliz, automáticamente todo lo malo se esfumaba. Su corazón se calmaba y podía estar tranquilo pues JungSu les demostraba fácilmente sus emociones.
Con su índice delineó de forma suave y despacio las facciones de su hijo. JungSu había sacado la pecas de Youjin y sus redondas mejillas. Era perfecto, hermoso, su mejor y más grande creación. Sentía orgullo y amor, un inmenso amor que jamás creyó tener, compartir, ni merecer.
Pero ahí se encontraba, acostado y protegido entre medio de sus dos amores, bueno, tres contando a JiHu dentro del vientre. ¿Qué más podía pedir a la vida si todo estaba más que bien?
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Sus ojitos se abrieron entrecerrados procurando aceptar la luz diurna que entraba por la ventana de la habitación, giró sobre la cama matrimonial buscando su pequeño oso de peluche. Se sentó sobre el colchón con las sábanas enredadas entre sus piernas y bostezó recordando que su papá lo había llevado a dormir con ellos en la madrugada. Sobre la mesa de luz vio el despertador, las doce del medio día.
Se levantó despacio pasando al baño primero para lavarse la cara y cepillar sus dientes. Tenía un banquito para subir y mirarse al espejo, de paso arregló su cabello despeinado. Era sábado, al menos no debía levantarse temprano para ir a la escuela aunque a él le gustaba asistir. Era donde se encontraba con sus amigos y se divertía en clases de arte, música y literatura.