Capítulo 16.

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A la rubia que estaba sola en los calabozos, le llegó una sensación de preocupación, mezclado con desesperación, su corazón comenzó a latir errático desde la mitad de la noche, y ese miedo rápidamente se traspasó en pensamientos sobre sus hijas, sentía que tenía que ver con ellas, o al menos con una de ellas, pero no podía hacer nada en el lugar en el que estaba, lo único que sabía era que pronto sería juzgada por los vampiros, y lo más probable es que no lleguen a una decisión agradable para ella.

Y no era diferente para la comandante, las mismas emociones la embarcaron, algo no estaba bien y aquellas emociones la estaban presionando para hacer algo que ni siquiera lograba entender. Se había levantado a la mitad de la noche gracias a esto, su cuerpo vibraba con ira, una ira que no sabía de donde salió exactamente. En su cabeza comenzó a sonar una voz, era desgarradora y pedía Auxilio a gritos, pero no tenía idea de que se trataba, era una voz que desconocía por completo.

Aquella horrible sensación perduró hasta que los rayos del sol anunciaban un nuevo día, por mucho pesar que sentía en su cabeza y en su corazón, se obligó a salir de sus aposentos, bajando exactamente hacia la sala del trono, donde sus natblidas, junto con Indra y Anya ya estaban esperándola, ciertamente se notaron sorprendidos al ver a su Heda en un estado bastante precario, se podía notar que no tenía un buen semblante y que no tenía una buena predisposición para las actividades que estaban planeadas para ese día, lo cual era un problema, ya que los embajadores que faltaban, estaban a punto de llegar.

Anya se acercó a ella, colocándose a su lado derecho como todas las veces y se atrevió a preguntar sobre su estado.

No te ves nada bien — expresó la ex foss manteniendo su postura — ¿Qué te ocurrió?

Estoy bien... solo que en toda la noche tuve una sensación muy desgastante.

¿Segura que no tiene nada que ver con... ella? — la comandante se tensó ante esa pregunta, pero negó de inmediato.

No he ido a verla desde que llegó el embajador de Louwoda Kliron Kru — respondió esto más como un susurro.

Aunque ambas estaban susurrando, la pequeña castaña de nombre Alice había estado pendiente a esa conversación, agudizó su sentido del oído para poder escuchar todo lo que decían, aunque se le dificultaba un poco ya que Aden había estado observándola de manera seguida y debía fingir que sus intenciones no estaban en escuchar lo que conversaban las vampiras mayores.

Solo logró escuchar unas pequeñas palabras, lastimosamente no eran las suficientes para poder unir algunos puntos que le ayuden a descubrir que es lo que estaba ocurriendo. Tampoco había podido obtener un punto ciego para entrar a los calabozos, la entrada de ese lugar era completamente resguardada, no solo con un vampiro, sino con seis, eran tres en la entrada por la parte externa y otros tres por la parte interna. Quizá lo que había dentro era tan peligroso que por eso su madre había decidido tomar esas medidas que le parecían algo extremas.

Por más que quiso seguir escuchando esos susurros, no pudo hacerlo, principalmente por la mirada de Aden, que no se le quitaba de encima, y la otra fue porque las puertas se abrieron, dando paso a los embajadores. Si bien había reconocido a algunos, había otros que no reconocía en lo absoluto, probablemente era porque la última vez que los vió a todos, fue cuando llegó al castillo y pensó que iba a morir, así que tampoco había tenido el tiempo de procesar o grabar cada uno de los rostros.

Ella estaba del lado izquierdo del trono, mientras que cada uno de los embajadores se sentaba en sus sitios, estaba algo ansiosa, pues muchos de los embajadores la miraban, claramente querían conocer a la nueva adquisición de su Heda.

Mantuvo su posición erguida, con las manos en su espalda, tal y como su madre solía estar cuando trataba temas serios, tenía que imponer respeto a aquellos embajadores, así como se ganó el respeto de muchos la vez que logró vencer a Indra luego de muchos intentos, debía emanar la misma fuerza de voluntad y mentalidad que antes. 

Una Rosa con Espinas | CLEXADonde viven las historias. Descúbrelo ahora