Capítulo 20.

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El rey entró a aquella cabaña en donde se estaba escondiendo la loba que había encontrado hace varios días, el vampiro se quedó en silencio mientras Echo lo miraba con duda.

Por varios segundos se mantuvieron en el velo de la oscuridad, Roan estaba intentando maquinar un plan con todos los acontecimientos recientes que habían ocurrido en el castillo de Heda, si él se acercaba a Clarke, iba a ser muy obvio que algo estaba ocurriendo, sin contar que Luna nunca había confiado del todo en él, lo que menos necesitaba era problemas, así que no iba a ponerse la soga en el cuello, y lo único que pudo hacer fue aferrarse al único plan que tenía en donde no se veía tan involucrado con los lobos.

— Rey Roan ¿Está todo bien? — Echo intentó acercarse al vampiro con cautela, algo le hacía pensar que no era así.

Al acercarse, el vampiro se volteó de inmediato tomando del cuello a la loba.

— Lo siento, pero es la única forma que tengo — tras decir esto, el rey no dejó que Echo tomara su forma de loba, al tener un cuchillo forjado con roca silente que lo había conseguido hace varios años, se atrevió a clavarlo en el muslo de la mujer, quien soltó un grito por su piel perforada.

Si bien Echo ya llevaba siendo loba desde hace años, nunca había sido atacada con roca silente y pudo cerciorarse de que era uno de los peores dolores que podía sentir.

Las cosas no terminaron ahí, el vampiro comenzó a golpear a la indefensa mujer, quien por más que intentó defenderse, no lo logró.

Así fue, hasta que la dejó llena de golpes y magullada.


...


Por otro lado, Clarke ya se encontraba mucho mejor, los cortes aún estaban ahí pero sabía que con el tiempo sanarían. Llevaba dos días exactos en esa cama, Alice estaba con ella todo el tiempo y en ciertas ocasiones, mientras dormía, lograba escucharla maldecir en voz baja. 

Raven también apareció después de unas horas, y aunque nada era lo que se esperaba, pudo notar que su hermana portaba una sonrisa bastante inusual, hasta podría decir que esa expresión tan sincera, no la había visto nunca en ella, y así como apareció, también volvió a desaparecer, claro que eso no pasó desapercibido por la rubia, que se preguntaba a dónde rayos había ido su hermana y si Lexa está enterada de que una loba rondaba por los pasillos de su castillo.

— Cuando te recuperes, nos iremos a casa, no pienso pasar más tiempo del debido aquí — la voz de su hija la cual estaba sentada en el filo de la cama, la sacó de sus pensamientos, la conocía tan bien, que pudo deducir que la pequeña Alice, estaba enojada con ella mismo.

— Cariño... no fue tu culpa — la ojiazul mayor intentó tomar la mano de su hija, sabía que su elección de cruzar los límites y adentrarse a la zona de vampiros la estaba atormentando. 

Alice evitó el contacto con su madre levantándose de golpe, mientras le daba la espalda.

— Alice, tu no hiciste nada malo... no te culpes.

— ¿No culparme? — pronunció con ira sin enfrentar los ojos de su madre — es por mi... que estás en esa cama, es por mí, que tuviste que cruzar la frontera... es por mí... que tuviste que encontrarte de nuevo con... esa mujer que es un monstruo — su voz expresaba todo el dolor que sentía en ese momento, incluso comenzó a temblar — el abuelo tenía razón... l-los vampiros son monstruos y yo... soy uno de ellos — las lágrimas comenzaron a rodar por las mejillas de la menor — soy un monstruo.

Clarke a pesar del dolor físico, se forzó a levantarse de la cama, por suerte, su cuerpo había sido cubierto por una suave tela celeste mientras estuvo inconsciente. Dió unos ligeros pasos hasta llegar al cuerpo de su hija y colocó sus manos en los hombros de esta.

Una Rosa con Espinas | CLEXADonde viven las historias. Descúbrelo ahora