Memorias - Carta

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La ausencia de los conocidos duele, y duele más que ahora ya no te conozca. 

Nuestros momentos se van proyectando por todo mi habitación y de alguna forma 

dejo de sentirme sola, ahora aquellos solo sirven para teclear hasta sacarte de mi sistema,

 aunque a veces no quiera y aunque tema el olvido que ya hiciste conmigo.


Desquitas lo que siento con las cosas que siempre te han importado, y eso no me incluye

 (incluso cuando estuvimos "hechos el uno para el otro") así te haya dicho desde el 

comienzo los temores que sentía, incluso en poesía, sabías que no quería que esa mirada 

solo fuera ahora un pedazo de un vaso roto por ambos. No quiero, no pretendo hacer 

que vuelvas con esto, pero dime que esto te ayudará a ser mejor persona así no sea conmigo, 

yo haré los mismo así no sea contigo, con quien tenía que ser por un instante...


No son los movimientos divertidos que mi sombra hace para entretenerme de mirar 

a alguien más, no quiero repetir el momento de estar con otra persona si no eres tú o no quiero

 que sepan de la manera en que lo hacías. A veces temo con el olvido porque sabemos 

que así no le des la importancia que antes le tomaba igual están esas cosas que me hacen

 recaer en algo que ya no está, ya no existe, ya olvidé, ya no es.


Los cometas que salen cada 500 años se ríen de las extinciones totales de aquellas cosas

 podemos percibir y sentir, como el amor. Aquellos cometas que gozan al visitarlo y, 

si seguimos existiendo, seguirán burlándose de aquellos que buscan conectar incluso 

por la redes que demandan los satélites, ¿Será el amor nuestro caso más perdido?


Hasta los entiendo con eso porque nos hacen prometer cosas ante la deriva del futuro, 

así no ocurra lo que se desearía uno y luego vemos fantasmas de las historias en las que fuimos

 parte alguna vez. Siento la necesidad de esperarte como siempre, suena agotador igual 

ver la hora, la hora en la que ya no llegarás.}


Solo cuídate y trátala como tu primer amor, te quiero aquí.

Las flores que nunca me diste | Cartas regadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora