Imprudencia - Carta

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Estoy en el momento donde acepto con más calma estas olas, 

y ya no me irrita tanto la piel este sol tan estrellado, es ahí que 

comienzas de nuevo a buscar un poco de mi sombrilla y son de esas

 cosas que no entiendo si me dijiste que te perdiera de vista. 

No lo estoy comprendiendo, estos mensajes están desubicados 

y será mejor que dejes de hacerlo, acabas con mi paciencia.


¿Como sigo dejando que lo que hagas me afecte? Debo aniquilar

 tus garras que siguen sujetándose de mi piel y esto me está doliendo. 

He respetado tu cometido, me he ido con todo mi dolor y con las 

ansias ya apagadas para que estés bien, pero creo que te hace sentir 

mejor escribirme cuando sientes que me estás perdiendo.


Suponía que solo tendría que acostumbrarme a verte en lugares

 en común, pero estás buscando más de mí que ya no quiero ceder, 

no quiero sentirme como aquella vez. Estás ganando cuando vuelves y

 desconcentras mi camino con piedras sin sentido. No puedo entenderte, 

discúlpame cielo, tampoco quiero volver a poseerte y mis sentidos

 colapsan cuando me dices aquellas cosas sin sentido 

porque no lo tiene al solo escribirme por hacerlo.


Vuelves desubicado hablando de todas las cosas que haces, 

no sé si al final de cuentas yo siempre te apoyo después de

 todo, pero me estás sofocando con esta repentina venida si 

solo decías que era un engaño. No querías arreglarlo y no querías 

repararlo, ¿Quieres que te trate con las mismas palabras miserables

con las que me desechaste? Puedo hacerlo pero no quiero, no quiero 

hacerte sentir lo que me pudo calcinar en casi tres años.


Comienzas a pedir perdón para nada, sabes que me incomoda y

 sigues como si nada, yo sé que hacer y se supone que debo

 hacerlo, me siento masoquista al dejarte que hieras de nuevo

 mis sentimientos. No me digas que cambiaste y luego cambias 

es el tema, ignoras mis logros y después te quejas, sigues siendo

 el disfraz de cordero que me patea y hace que los demás le crean.


Solo déjame en paz, me estoy fatigando.

Las flores que nunca me diste | Cartas regadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora