Las flores que nunca me diste | Cartas regadas

Elixir - Carta

Hay cosas en que no puedo mentirme a mi misma, como no 

puedo negar que la cercanía de tus manos en ciertos lugares electrificaban; 

era muy visible y no era monótono, era muy frágil y no era transferible pues 

la forma en que tocabas jamás lo será. Intentando morder mi lengua para 

que tu nombre no se escape en un suspiro, los suave de nuestros besos aunque

 no te gustaban mucho que mordiera tus labios y yo tenía el afán de querer comerlos.

Algunas salivas se vuelven familiares y de repente ya son dos extrañas, 

pero siempre las nuestras se extrañaban y nunca tendré duda en eso.

 Bastaba con que me besaras, bastabas con que bajaras un poco y podíamos

 sentir mis suspiros ahogados en mis propias lagunas, hacías de una 

sensación una estrategia para que tus dedos nadaran.

Ahora mi saliva vuelve a desconocer de tu paladar, hay estrategias para 

no sufrir tanto por amor, ¿Que fue lo que te frenó? Así no corríamos por 

quien llegaba más rápido. Si se supone que era recíproco ¿Que te hizo retroceder? 

Ahora que no me ahorcas yo misma he cogido la soga, a veces los papeles

 cambian pero este fue más allá de lo que pensé, maestro.

Te gustaba verme desde arriba e intentaba darte lo mejor para que 

sintieras que no era tu vida, te hacías el fuerte que te inmutabas a querer 

seguir sintiendo, a veces deseé que me dijeras un poco más a que solo vieras, 

a veces quería concretar lo que jamás logramos que ocurriera y no fue una 

intención el no sentirme lista para que estuvieras dentro de mí. Pero, dime 

que herramientas usamos ahora, tengo la tarde libre para practicarlo, o 

eso deseé que fuese para los dos, para poder experimentar si debes pensar 

en más cosas y para hacerme explotar no quiero tratos de prudencia, lo mejor

 del postre viene siendo el principio, ¿Crees poder resistir los movimientos míos?

Solo cuídate de mi perversión mental, te quiero (encima).