Cap.08 Una Épica Aventura Medieval

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Hace muchos años existía un Reino próspero donde todos adoraban al rey, las princesas Sol y Jack eran las más hermosas y queridas por todos los pueblerinos y sin duda nadie se atrevería a hacerle daño a las hijas del rey. Pero un día un terrible acontecimiento ocurrió en el reino puesto que un enorme y amenazante dragón secuestró a las princesas para no ser vistas, cosa que desespera al rey quien inmediatamente manda a llamar a todos los caballeros de la corte.

—Seño, todos sus caballeros están en cruzadas contra otros reinos.— Comenta Limón quien es la consejera real del rey.

—¡Cielos!— Exclama el bufón Huevo. —Al reino sus princesas extrañará, que triste que solo sus cenizas quedará.—

Huevo es enviado a ejecución por orden del rey mientras piensa en qué hacer para salvar a sus hijas.

—No temáis su majestad.— Interrumpe el príncipe Carlos de las tierras lejanas del norte del cerro. —He venido a pedir la mano de su hija mayo Sol y probaré mi valor llendo a matar a ese dragón.—

—No estoy seguro, eres el príncipe que peleó contra su sombra y perdió.— Responde la consejera Limón.

—Lamentablemente no tengo otra opción.— Menciona el rey. —Si quieres probar tu valor deberás ir acompañado, agarra a cualquier campesino y llévalo a tu travesía.—

El príncipe emocionado sale del castillo en busca de cualquier tonto suicida que quiera arriesgar su vida para que otro tarado se lleve la gloria, afortunadamente sí había un campesino así.

—¿Quiere que me una a una aventura de muerte solo para que usted se case con una princesa?— Pregunta Paiza el campesino. —No estoy seguro... Si no estuviera ocupado lo ayudaría pero debo alimentar a los cerdos.—

—La princesa Jack también está en peligro, y también necesita un joven que la rescate y ganarse el derecho de reclamar su mano.— Responde Carlos quien se da cuenta que Paiza ya está preparado para la aventura.

Ambos avanzan montados en un corcel noble en camino a la guarida del dragón donde podrían estar las princesas, la primera parada para su aventura es un sendero de girasoles parlantes que juzgan a nuestros protagonistas.

—Que horrible ropa usa ese campesino.—

—Ese príncipe parece vieja, ha de ser puñal.—

—Ya vinieron los asalariados apestosos.—

—Parecen perros detrás de son princesas.—

—Si, han de tener liendres los mugrosos.— Dice Carlos uniéndose a los girasoles.

En medio del camino un círculo de fuego libera un gas que oculta el sol mientras un poderoso hechicero se manifiesta bloqueando el paso.

—Mis plantas me informaron que hay dos perdedores en mis tierras.— Dice el hechicero Marban con voz amenazante. —Si quieren probar que son dignos de pasar deberán probarlo.—

—Creo que eso fue un albur.— Interrumpe Paiza.

Marban conjura un hechizo que vuelve salvajes a sus girasoles y los transforma en soldados para que acaben con los protagonistas, Carlos le otorga un escudo a Paiza para defenderse.

—Te daría una espada pero no estás al nivel, ya sabes, mugre jodido.— Menciona Carlos.

Ambos logran unir fuerzas y después de tanto batallar los girasoles perecen por la falta de luz y mueren.

—Felicidades, si duraron más de tres minutos, yo dudé.— Dice Marban deshaciendo sus hechizos. —Ahora les entregaré un amuleto especial que los protegerá del mal.—

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