PARTE 25

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AMARANTO

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HELLA

Respiro hondo, intentando calmar el torbellino de emociones que me asalta al ver a la pequeña en los brazos de mi madre. No sé lo que esta pasando, porque siento esto, lo que tengo es una sensación abrumadora, algo que no se cómo explicar, no encuentro palabras para manifestar lo que siente cada parte de mi cuerpo.

Es como un amor tan grande que parece que podría desbordarse en cualquier momento.

—Mama—encuentro mi voz—esa bebe.

No se porque siento que la he visto en alguna parte pero no me atrevo a moverme, no soy capaz de dar un paso mientras siento la presencia de mi padre atrás y el llanto de la pequeña, incrementa haciéndome sentir que he entrado al mar y tengo sobre mí, mal toneladas de agua.

—Hella—llama mi papa—tenemos que.

—Es tu hija—suelta mi mama y cada palabra la siento como si me hubiese caído el mundo encima—perdóname, mi amor por ocultártelo, pero ella es tu bebe, es tu hija.

Mi cuerpo se tambalea como si el piso bajo mis pies desapareciera, la verdad me golpea con una fuerza inesperada y mi mente lucha por asimilarla mientras algo en mi interior estalla reviviéndome de mis propias cenizas. Miro a mama, con duda, no quiero creer en sus palabras, una parte de mi se niega a aceptarla y la miro con dolor, queriendo que no sea cruel con su propia hija, pero asiente reiterando con ese movimiento sus palabras que me reconstruyen pedazo a pedazo.

Siento las manos en mis hombros que impiden que caiga y no tengo palabras exactas para expresarlo, pero el vacío que he sentido por todo este tiempo en mi alma se materializa frente a mis ojos.

¿Mi hija? Me llevo las manos a la boca con lagrimas en los ojos y los latidos de mi corazón se aceleran cortándome la capacidad de respirar mientras proceso sus palabras.

El mundo se acelera con un chasquido de los dedos, todo ante mi toma sentido mientras mama se acerca y no hago mas que abrirle los brazos, recibiendo a mi hija a quien llevo contra mi regazo.

El pecho me vibra y su llanto merma cuando me mira a los ojos, siento que Dios me está observando justo ahora, desencadenando la conexión inmediata que se da en medio de las lágrimas y que solo puede existir entre una madre y una hija.

—¿Mi hija?—no me lo creo y le limpio las lágrimas olvidándome de todo.

—Si mi amor, tu hija—escucho lejos la voz de mama.

Solo se que camino como si estuviera pisando nubes y salgo de la casa recibiendo el aire fresco cuando me siento no se a dónde, solo contemplo el rostro de mi bebe que me aísla de todo.

No entiendo nada pero planto mis labios temblorosos en la frente de mi bebe que me mira fijamente. Las mejillas las tiene rojas, los ojos vidriosos por las lágrimas y sonrió admirándola porque ahora tengo en mis manos al ser por el cual quemaría el mundo, pone a latir mi corazón y daría mi propia vida.

—Krasivyy—me llaman y alzo la vista encontrándome con Maksi que esta parado como una momia mirando lo que yace en mis manos.

Creo que en cualquier momento voy a tener un paro cardiaco con lo acelerado que tengo el ritmo de mi corazón y no contengo las lagrimas cargadas de ilusión.

—No se como sucedió—me pongo de pie acercándome a el—pero es nuestra hija.

El mundo para el parece detenerse en ese instante cuando observo como sus ojos normalmente serenos, se anchan en sorpresa y una mezcla de emoción cruza su rostro a la vez que alterna la vista entre la pequeña y yo.

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