PECADO

PARTE 20

MAS PODER

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DASTHAN

Apenas si puedo analizar la situación cuando me guardo la polla erecta y mojada con los fluidos de Milla. Gogo esta impresionada contra la pared mientras escucho el gruñido cargado de fastidio de la pelirroja que cubre sus partes mientras me acerco a la asiática.

—Gogo.

—Traidor, esto lo van a saber todos.

—Si es que sales viva de aqui—veo el rápido movimiento de Milla que salta el sillón yéndose contra la asiática que logra esquivar el golpe sujetándole la mano con gran agilidad.

Logro agarrar a Milla de la cintura pero Gogo ahora es quien la ataca asestándole un golpe en la cara que hace que la hermana del científico me empuje soltándose.

No lo piensa dos veces yéndose contra Gogo que pese a la lesión en su pie logra moverse rápido cuando Milla agarra el jarrón que le quiebra en los codos cuando mi compañera los alza protegiéndose la cara.

Quiero separarlas, pero son veloces peleando y si tomo a una, la otra aprovechara para golpear. Quiero meterme sin lastimar a ninguna de las dos, pero son feroces peleadoras, entrenadas para matar y queda demostrado cuando se van al piso y Milla queda encima de Gogo, cerrando los dedos en su garganta.

—Dasthan es mío—declara la roja vehementemente con el rostro como el color de su cabello por la ira.

—Solo porque tú lo dices—le contesta Gogo—eso aun está por verse perra loca.

—Pues no lo veras nunca porque de aquí tu no sales con vida.

Milla agarra un trozo de la cerámica destrozada la cual empuña con fuerza hiriéndose. La sangre se despliega bajando por su brazo, se desliza por su mano y cualquiera se quejaría, pero no ella que no puede sentir absolutamente nada. Le leo la intención y sujeto la muñeca parándola de un tirón de encima de Gogo la cual estuvo a nada de morir.

Pero la asiática es rápida poniéndose de pie, mando a Milla atrás pero la roja tiene fija a la pelinegra como si de un cazador a la presa se tratara. Ambas son dignas oponentes, las dejaría, pero no es el mejor escenario para eso y aun no sé cómo voy a explicar esto. En un ágil movimiento la roja se suelta y Gogo con su entrenamiento logra atinar un golpe en su rostro que no mueve a la hermana del científico que la ataca justo en su punto más débil.

La patada de Milla va al pie lastimado de Gogo que grita de dolor cuando cae al piso. No se detiene, Milla es como un depredador cuando tiene hambre, cuando fija a su victima y no descansa hasta conseguirlo, aun empuñando el fragmento cerámico le pisa el pie de Gogo alimentándose con el grito desgarrador que me hace llevarla contra la pared cuando la arrocho con fuerza.

—¿Qué pasa contigo? —la encaro llevándola hacia atrás sujetándole la muñeca—ella es mi compañera.

Forcejea pero le dejo la mano por encima de su cabeza mientras sigue agarrándolo con vehemencia, sin gesticular dolor y es como si agarrara el mango de cualquier arma blanca con firmeza.

—Le gustas—Percibo celos en sus palabras, pero no uno cualquiera.

Miro profundamente en sus ojos, buscando un atisbo de la alegría la cual le vi esta tarde pero no hay nada. Todo lo que encuentro es un reflejo de tristeza, una soledad que parece consumirla desde adentro.

Hay una agonía silenciosa en su mirada, un vacío existencial que ni las palabras más elocuentes podrían describir. Es como si cada parte de su ser estuviera clamando por una escapatoria, por un respiro y una oportunidad.