PARTE 33

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DESASTRE

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HELLA

Mis pertenencias las recojo asegurándome de no dejar nada importante. Debemos abandonar esta central porque el trabajo aquí ya termino y empaco todo en la maleta que traje cuando llegamos.

La cabeza me duele, llevo dos días sin dormir, desde que las sospechas se volvieron ciertas y el científico ahora es el director de la Opus Die. Mato al regente, subiendo al poder que no debía tener en sus manos. Eso me tiene desesperada, angustiada y no solo es el hecho de que mi peor enemigo ahora tenga mucho mas poder que yo, se me suma Dasthan y mi posible embarazo.

Meto los dedos en mi cabello cuando cierro mis ojos, teniendo mil escenarios en mi cabeza porque, tengo mucho miedo, no quiero hacerme la prueba ya que el pánico me cierra las vías respiratorias y es que mi cabeza se agobia con las imágenes que vienen una tras otra. Las patadas, la sangre, el dolor en mi vientre y no, prefiero morir a volver a vivir algo similar.

Tengo una hija que se salvo de milagro y cuando pienso en mis otros bebes, yo....

—Hella—entra Cora—te estamos esperando.

—Voy.

Respondo tomando mi equipaje el cual bajo de la cama con ella mirándome. No le hablo igual desde que me confeso que sabia lo de Dasthan y fue otra que cerro la boca cuando confíe en ella.

—¿Sigues enojada? —suspiro con su pregunta y no es que este enojada, es que me duele que me ocultaran algo importante y trato de entender, pero mi cabeza no asimila los acontecimientos.

—Estamos retrasados Cora—le digo posándome frente a ella—así que vamos.

Paso frente a ella, arrastrando mi equipaje donde tengo lo mio. No hay necesidad de despedidas, de hecho con los miembros de esta fuerte sostuvimos poco contacto y por ello, nos vamos como volvimos, solo despidiéndonos de la líder que lo hice el día de ayer en donde no cruce palabras con Dasthan ni Kolja.

Siempre me he considerado una persona ecuánime, de esas que mantienen la calma incluso cuando la tormenta arrecia. No soy de los que se irritan con facilidad; más bien, me tomo mi tiempo para procesar las cosas antes de reaccionar. Pero, como todo ser humano, tengo mis límites y siento que mi hermano me dio un golpe certero que me cuesta procesar.

Cuando alguien rompe mi confianza, algo dentro de mí se quiebra. No es solo enojo lo que siento, es una decepción profunda que cala hasta los huesos. Y cuando finalmente estallo, es como si un volcán que ha dormido por años despierta con una furia incontenible. Mis palabras se convierten en lava que fluye sin filtro, quemando y dejando a su paso un terreno estéril.

Perdonar no es imposible para mí, pero requiere un esfuerzo titánico. La confianza, una vez rota, no se recompone fácilmente. Es como un espejo estrellado; aunque se peguen los pedazos, las grietas siempre estarán ahí, recordándome la fragilidad de las promesas y la importancia de la lealtad.

Como mi madre Ava me dijo, reconstruir esa confianza es un proceso lento y delicado, como tejer una tela de araña bajo la luz de la luna. Cada hilo representa un acto de fe, una prueba de que las acciones hablan más fuerte que las palabras. Y solo con el tiempo, paciencia y una genuina muestra de arrepentimiento, quizás pueda entender la fascinación de Dasthan por la hermana del científico.

La avioneta que nos llevara de vuelta a Nueva york espera encendida y abordo encontrándome adentro a todos, incluso Dasthan que me mira cuando paso por su lado, sentándome en uno de los puestos desocupados. Cora aborda de ultima y me fijo en Cruell, quien esta con Stavros, el griego ha tenido una recuperación acelerada y eso fue por las medicinas avanzadas que se usan en la fraternidad.

PECADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora