Capítulo 20

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—¿¡Dónde estuviste todo este tiempo!? —le reclama Karl, tirándose a sus brazos.

Sapnap lo abraza con fuerza e intenta sostener aquella lagrimita que lucha por caer. Había extrañado a Karl más que a cualquiera. Pensaba que nunca más sabría de él y que eso era lo mejor para ambos, aún así ahora no quería abandonarlo otra vez. No podría soportar estar ni un segundo lejos de él.

—Lo siento tanto —murmura Sapnap—. No me iré nunca más de aquí... Al menos no sin ti.

Karl intenta secar sus lágrimas con el dorso de su mano.

—Lo mejor será que entremos todos. Está haciendo mucho frío aquí afuera. Ven, Callahan.

Los tres entran a la casa y se encuentran con los otros dos invitados que no saben qué hacer ni qué decir.

—Hola, chicos —dice Sapnap algo incómodo—. Creo que les debo una disculpa por mi comportamiento. Me perdonen o no, espero que al menos por hoy olvidemos nuestros problemas para que Karl tenga un lindo cumpleaños.

—Está bien. Por hoy podemos pasar todo por alto y luego ya lo arreglaremos con más calma —Dream le da unas palmaditas en el hombro a Sapnap—. Me alegra que hayas vuelto.

—Lo mismo que dijo Dream —menciona George, siendo más distante con el recién llegado.

Karl solo cruza los dedos esperando a que el ambiente se vuelva más tranquilo con el pasar de la noche. Aunque estaba más que feliz con tener a todos sus amigos reunidos.

Su padre les llevó un juego de mesa para que pudieran divertirse todos y al parecer funcionó, porque todos dejaron de sentirse incómodos y empezaron a hacer alianzas para poder ganar.

—Dream, te cambio uno de trigo por tus dos ovejas —le ofrece Sapnap.

—¡Estás loco! Eso es una estafa.

—¡Tienes muchas ovejas!

—Yo te puedo dar una oveja por tres de piedra —le dice Karl.

—Por uno de piedra.

—Trato.

—¡Pero, Karl! ¡Tienes que hacer tratos que te convengan a ti también! —se queja George al ver a Sapnap sonreír con malicia.

—Es que me dio pena ver que solo tenía tres pueblos. De todas formas solo me falta una ciudad para ganar —responde Karl confiado.

Hasta que ve a Callahan comprando una ciudad para conseguir los diez puntos requeridos para ganar.

—Creo que gané —dice completamente tranquilo.

Todos quedan con la boca abierta, ya que ni siquiera se habían dado cuenta de los movimientos de Callahan, ya que este nunca había hecho tratos con nadie.

—¡Juego de mier...! —Sapnap está por completar la frase, cuando ve a la madre de Karl observándolo—. Recorcholis.

Todos ríen a excepción de Sapnap.

—Ya es demasiado tarde. Creo que deberíamos irnos, ¿no, Dream?

—Supongo que sí. Fue un gusto ser invitado a tu cumpleaños, Karl. Nos divertimos mucho y esperamos que nos invites al próximo. Hasta luego, chicos.

La parejita se despide de todos y Callahan se queda mirando a su hermano, esperando a que diga algo.

—Callahan, tú también deberías irte.

—¿No vendrás a casa?

—Ya te dije que no pienso volver.

Callahan solo asiente e igualmente se despide de todos antes de irse.

—¿Y a dónde irás ahora?

Sapnap toma las manos de Karl con delicadeza y de forma sutil.

—Pensaba quedarme a dormir por hoy si es que tus padres están de acuerdo.

Karl voltea a ver a sus padres.

—Supongo que se quede a dormir una noche no le hará daño a nadie —responde su padre.

—¡Muchas gracias, papá! ¡Te amo! —exclama Karl, corriendo a abrazarlo.

—Vayan a descansar. Ya es un poco tarde.

Karl va a su habitación seguido de Sapnap, mientras comparten pequeñas risitas traviesas.

El más alto cierra la puerta de la habitación y en cuanto se da la vuelta, Sapnap toma presos sus labios y lo guía hasta caer sobre la cama.

—Mierda —murmura—. Te extrañé tanto, Karl.

Vuelven a besarse con desespero, y es que ambos estaban deseosos por estar cerca del otro por la eternidad. Hasta que ambos se quedan recostados sobre la cama al lado del otro con la respiración un poco agitada.

—No hubo día en el que no pensara en ti. Cada día se sentía como una eternidad y creía que viviría la misma vida de mierda por siempre. No podría soportar ni un día más en esa fábrica. Tuve que vender todas mis pertenencias para pagar una habitación compartida. No puedes ni imaginar lo horrible que fue.

—Supongo que no. Yo tampoco pude dejar de pensar en ti. Me sentía incompleto y creía verte en todas partes, aún cuando no estabas en ningún lado. Por cierto, tengo una sorpresa para ti.

Karl tantea con su mano debajo de su cama hasta hallar a el preciado objeto.

—¡Es mi skate! ¿Cómo lo conseguiste?

—Me di cuenta que un chico de mi instituto lo tenía y se lo compré.

—No debiste hacerlo.

—Por mucho tiempo fue lo único que me hacía sentir cerca de ti. Incluso llegué a abrazarlo varias noches imaginando que te abrazaba a ti.

—Lo siento por no despedirme de ti ese día. Solo que... no tenía el valor para verte a los ojos y decirte que me marchaba pensando que esa sería la última vez que sabría de ti. Por suerte estuve equivocado.

Sapnap acaricia la mejilla del contrario con sus dedos.

—¿Entonces ya no te irás? Cuando despierte mañana, prometes estar aquí a mi lado.

—Te lo juro por el inmenso amor que siento por ti. Nunca me iré de tu lado. Trabajaré duro y te llevaré al lugar más hermoso del planeta donde nadie ni nada pueda separarnos.

—No pensé que tendrías un lado cursi.

—Después de sentir tan cerca a la muerte creo que empiezas a apreciar la vida. Nunca creí tener el valor de decir esto, pero... Te amo, Karl.

Karl sonríe en respuesta y toma su celular que ha dejado en su mesita de noche.

—Dilo otra vez. Tengo que grabarlo.

—No lo voy a hacer.

—¡Sapnap, por favor! ¿Cómo se supone que me crean todos cuando les diga que el mismísimo Sapnap me dijo que me ama?

—Tendrán que creerte, porque no lo volveré a decir.

—Eres cruel.

—Pero te amo —Sapnap sonríe a la vez que se muerde el labio para contener su risa.

—¡No lo grabé!

—Es una pena —Sapnap le da un beso en su frente— Buenas noches, Karl.

—¿Puedes decirme "Buenas noches, amor"?

—Pides demasiado, amor.

—Me siento satisfecho con eso.

Kool Kids [Karlnap]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora