Capítulo 23

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—... Y mamá dice si quisieras venir con nosotros a Carolina del Norte.

—¿Con tus padres?

—Sí.

—¿Y qué haré yo allá? Lo siento que te diga esto, Karl, pero esto que dices es absurdo. ¿Qué vamos a hacer en Carolina del Norte?

—Yo terminaré de estudiar y podemos pasar el verano haciendo planes los dos solos.

—Va a ser raro estar en la misma casa de tus padres. ¿Por qué no vamos a otra parte nosotros dos solos?

—Mis padres no nos van a molestar. Ellos trabajan y solo los veremos a la hora de la comida. Estoy tratando de buscar soluciones, Sapnap.

—¡Yo ya encontré la solución y es dejar a esta ciudad de mierda con esta gente de mierda e irnos lejos de aquí!

—¡Esas son fantasías, Sapnap! ¡No tenemos ni siquiera la mayoría de edad y te quieres ir a un lugar que ni siquiera has definido aún, sin dinero y sin nada! ¡Lo mío al menos suena razonable!

—¡Pero yo no quiero estar con tus padres!

—¿¡Por qué!?

—¡Porque los padres son horribles, solo te tratan mal, te juzgan sin saber nada igual que todo el mundo!

—¡Esos serán tus padres, porque los míos no son así! ¡Y si tanto quieres irte lejos de aquí solo, pues vete!

—Pero quiero irme contigo, Karl.

—¡Entonces vamos a Carolina del Norte!

—¡No quiero ir con tus padres!

—¿¡Por qué no puedes usar la cabeza por una vez!? ¡He tratado de entenderte, Sapnap! ¡He tratado de ver la bondad que nadie ha visto en ti, pero terminas siendo lo que todos dicen! ¡Estoy cansado de ti! ¡No sabes ni lo que quieres! ¡Mi vida ya es una mierda para soportar la tuya!

—¡Tu vida es perfecta al lado de la mía!

—¡No me importa! ¡Déjame en paz! ¡Solo me lastimas!

Karl trata de empujar a Sapnap hasta su ventana para que salga de su habitación, pero Sapnap con toda su fuerza trata de mantenerse quieto.

—No me puedes dejar, Karl —le suplica Sapnap—. No sé qué hacer sin ti. Te prometo conseguir un trabajo y trabajar duro para darte una vida digna. Compraremos una casa y viviremos felices los dos solos.

—¡Deja de hablar de tus fantasías y vuelve a la realidad! ¡Eres un niño, Sapnap! ¡Somos dos estúpidos niños que no pueden escapar de aquí! ¡Ahora vete!

—Te vas a arrepentirte de abandonarme y cuando sepas que ya no esté aquí vas a odiarte por haberme dejado ir.

—Solo vete...

Sapnap sale por la ventana y se va corriendo lo más rápido que puede.

Karl cierra la ventana, sus cortinas e incluso la puerta. Antes de poder recostarse en su cama ya está llorando. Se golpea una y otra vez con la almohada. Grita hasta sentir su garganta áspera. Llora hasta que las lágrimas se secan en su rostro.

De pronto todo se siente tan vacío, tan diferente. No se siente como llegar a clases y saber que no se encontrará con ningún amigo, porque no tiene ninguno. No se siente como las veces que llegaba a casa y no había nadie, ya que sus padres trabajarían hasta tarde. No se siente como la primera vez que llego a Texas sin conocer nada ni a nadie. No se siente como celebrar su cumpleaños con solo sus padres presentes. Se siente como si todo el mundo hubiera desaparecido y él estuviera ahí solo en medio de la nada sin nada que poder hacer.

...

—Él no te merece ni merecía. Eras demasiado para él —trata George de animarle—. Las personas van y las personas vienen.

—Por primera vez me había sentido identificado con alguien. El nunca sentirse perteneciente de algo, encontrarlo y luchar con todas las fuerzas para luego perderlo. Gracias a él por fin sentí que pertenecía a un lugar, pensé que esté sería mi hogar, mi refugio de todos mis problemas. Pensé que por fin tendría amigos por toda la vida. No quiero volver a comenzar de nuevo y darme cuenta que no será como acá, que no tendré amigos y que tal vez nunca encuentre el amor.

—Harás amigos, Karl —le dice Dream—. Harás tantos amigos que te olvidarás de nosotros en poco tiempo. Encontrarás a gente tan extraordinaria como tú. Alguien te amará como lo mereces y esto simplemente será una triste anécdota.

—Siempre puedes regresar a visitarnos y te estaremos esperando aquí con los brazos abiertos.

—Es una pena nunca haber sido parte de los Kool Kids —Karl trata de limpiar sus lágrimas con la manga de su suéter.

—En realidad... justo teníamos una sorpresa para ti —George busca algo en su mochila y saca una chaqueta con el nombre de Kool Kids en la espalda—. Lo mandamos a hacer el otro día. Espero que te guste.

Karl está por llorar otra vez, solo que de la emoción, pero no lo hace ya que no quería arruinar su chaqueta.

—¡Me encanta, chicos! ¡No sé cómo agradecerles!

—No tienes que agradecernos nada. Es una muestra de nuestra amistad y para que nunca nos olvides.

—Pueden estar seguros que no lo haré. Los quiero demasiado.

Karl extiende sus brazos para abrazarlos a ambos.

—Y nosotros te queremos mucho más. Ahora puedes presumir que eres un Kool Kid a tus nuevos amigos.

—Lo haré y seré muy popular.

—Todos querrán ser tus amigos.

—Espero que así sea —Karl suspira un poco más tranquilo que antes—. Nos vemos, chicos.

Los tres se despiden sabiendo que no se verán mañana o en un par de días, ni siquiera con la idea de si se verán otra vez.

En medio de tanto caos había encontrado un poco de tranquilidad.

Kool Kids [Karlnap]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora