Capitulo VI

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Confesiones.

Artem por favor no me abandones — dije entre lágrimas.

Estaba en el parque en el que nos conocimos y de verdad estaba sufriendo, Artem me estaba abandonando, me estaba botando como basura.

Lo siento pero nuestro camino se debe separar.

¿Por qué?

No lo sé solo hay que separarnos.

De verdad te piensas alejar de mí después de hacer que te prometiera que yo no me iba a alejar de ti.

Auritz, créeme que es por nuestro biendijo tomando mi rostro con sus manos y limpiando una de las lágrimas que caían.

Ahora resulta que soy Auritz, no es por nuestro bien es por bien no el mío.

De verdad que te amo pero entiendeme, no quiero que sufras.

Entonces quédate conmigo, por favor.

Lo siento — dijo soltandome y caminando en dirección opuesta a dónde nos encontrábamos.

Vi su silueta desaparecer en medio de la espesa niebla al igual que desaparecía lo que habíamos formado juntos, de verdad me estaba mandando al carajo, de verdad creía que lo iba a olvidar tan fácil, juro que lo mataría de no ser porque todavía lo amaba.

Desperté ajitado después de aquella pesadilla que solo hacia que empeorará mi miedo por confesarle mis sentimientos a Artem.

Por cierto él no estaba cuando me desperté, supongo que ya se debe de haber ido a su casa después de despertar.

Salí de la cama directo a la cocina, cuando llegue ahí sentí que alguien me abrazaba por la espalda, no pude evitar sonreír porque sabía que era él quien estaba atrás de mí, no se había ido, seguía aquí en mi casa.

— Buenos días, pequeño.

— Buenos días.

— Sabes que me estoy cansando de que me digas Artem — no se ni siquiera porque lo dijo pero aún así lo soltó sin más.

— Pues te seguirás cansando porque yo no te pienso poner apodos.

— Lo se — dijo resignado.

— Tenemos que hablar.

— ¿De qué?

— Algo muy importante.

— Igual no tenía nada que hacer, vamos a sentarnos y me cuentas todo.

— Claro.

Llegue a la mesa y para mí sorpresa había un desayuno preparado para los dos, ni siquiera se de dónde saco los ingredientes, había algo de fruta picada, panqueques y cafe en la mesa, de verdad que esté chico no terminaba de sorprenderme.

— ¿Tú lo hiciste?

— Claro que sí, pequeño, ¿De qué quieres hablar?

— ¿Recuerdas algo de lo que pasó anoche?

Los nervios me carcomian bastante, estaba a punto de contarle lo que paso anoche si no lo recordaba y si lo recordaba mejor no me tendría que humillar ante él.

— Solo recuerdo que salimos de tú casa para ir a la fiesta y que estuve hablando con Shayla, ¿Paso algo?

— Muchas cosas.

El parque de las mariposas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora