Capitulo XIV

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Discusiones, recuerdos y… ¿Celos?

Apenas ayer habíamos regresado del viaje y ya íbamos a ver a Catherine para aclarar algunas dudas y para darle la nueva noticia.

Íbamos a pie porque la casa no quedaba muy lejos, eran las 11 de la mañana, estábamos decididos a preguntarle.

Al llegar ella fue la que abrió la puerta así que Artem no tuvo que usar las llaves, al parecer ya nos estaba esperando.

— Hola chicos, los estaba esperando, pasen — ya lo suponía.

— Hola mamá.

— Hola Catherine.

Entramos a la casa y un aroma a café inundó mi nariz, realmente estaba esperando a que llegáramos.

— ¿Cómo les fue en su viaje? — preguntó mientras nos servía una taza a cada uno.

— Bien, gracias por preguntar — respondí.

— Artem, me imagino que Auritz ya te contó, ¿No es así?

— Sí mamá.

— Entonces cuéntame.

— Nos vamos a casar el 10 de enero — dijo con una sonrisa.

— Me parece perfecto.

— Lo sé.

— Estoy de acuerdo en esa decisión, solo quiero que seas libre.

— ¿Sabes que no estoy aquí solo para contarte eso?

— Lo sé hijo — dijo dejando su taza en la mesa frente a nosotros — ¿Qué es lo que quieres saber?

— ¿Cualquier cosa?

— Lo que quieras, te responderé con la verdad.

Artem no esperaba esa respuesta porque tenía una cara de estupefacción total, él creí que sería más difícil convencerla y yo sabía que le respondería lo que fuera.

— ¿Con qué quieres empezar hijo?

— ¿De dónde conoces a la mamá de Adhara?

— Ella era mi amiga en la preparatoria y siguió siéndolo en la universidad, era muy ambiciosa, yo era más de buscar el amor y vivir feliz, pero tu abuelo hizo que me casará con tu padre, al final lo termine amando, ella sabía que si alguna de sus hijas se casaba contigo heredarian nuestra fortuna.

— ¿Por qué no te negaste?

— No lo sabía, ella lo planeó todo en secreto, de hecho te enteraste primero que yo, sabes yo creí que tú te ibas a casar antes del compromiso pero ella también lo pensó por eso solo quiso esperar a que Adhara cumpliera 18 años.

— ¿Lo pudiste impedir antes de que todo ocurriera?

— Si podía hijo, siempre pude pero nunca creí que tú conoceriás a Auritz.

— ¿Por qué no lo hiciste? — preguntó Artem con voz enfadada y triste.

— Porque creí que nunca serías feliz y agregar algo más a tu vida no te afectaría.

— ¡Si tú supieras lo que sufrí por ese estupido compromiso te hubieras arrepentido de haberlo aceptado!

— Claro que me hubiera arrepentido.

— ¡¿Entonces por qué seguiste con esto después de que conociera a Auritz y se convirtiera en mi novio?!

— Porque no sabía cuánto lo amabas.

— ¡Claro que lo sabías solo no lo aceptabas!

— No lo sabía hijo, perdón.

— ¡Crees que con un perdón se arregla todo lo que me has hecho, no lo hará!

El parque de las mariposas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora