Capitulo XVIII

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Regalos.

Estaba caminando en los pasillos de la escuela cuando Daren se acercó a mí parecía feliz, pero la verdad es que no sabía porque quería hablar conmigo.

— Hola Auritz, ¿No crees que el día está precioso?

— Hola Daren, ¿Qué te ocurre?

— Hoy conocí a una chica que fue amable conmigo, ella no sabe nada de mí pero no importa, me cae bien.

— ¿Ese es el motivo de tu felicidad?

— Si, por cierto no me contaste, ¿Qué ocurrió con lo de tu divorcio?

— Ya están los papeles, están firmados y son legales.

— Eso quiere decir que estás soltero.

— Si Daren.

— Genial, esto se celebra.

— ¿Por qué tengo que celebrarlo?

— Porque eres libre.

— Y Artem también lo es.

— Pero él no lo sabe.

— Lo sabrá pronto, tengo que mostrarle los papeles.

— Ese día va a ser inolvidable, ¿Puedo asistir a tu funeral?

— ¿Cómo que funeral?

— Si, ¿Puedo o no puedo?

— Claro, pero dudo que me mate.

— Tienes razón solo te va a dejar de hablar otra semana.

— Bueno ya, no me eches la sal.

— Perdón.

— No importa, vamos al salón.

— Vamos.

Al llegar al salón vi a Artem, estaba con su novia la cuál no lo quería dejar ir, me va a deber muchos favores en tan poco tiempo.

— Disculpa, ¿Puedo hablar con Artem?

— Claro, nos vemos, mi amor — guácala, “nis vimis, mi imir” que asco.

— Sí claro — cuando ella se metió al salón Artem se giró a verme — Gracias pequeño.

— Cuales gracias, me debes un favor.

— Jajaja, te debo muchos.

— No creo que sean tantos.

— Para mí lo son.

— Pero para mí no.

— Nos vemos pequeño.

— Nos vemos Artem.

Entre al salón y vi que la novia de Artem me estaba esperando, quería hablar conmigo de no se que.

— ¿Para que ocupabas a mi novio? — así que era una de esas novias tóxicas, celosas y controladoras que a nadie le gusta tener.

— Solo quería hablar con él.

— ¿Por qué te llama pequeño?

— Es una larga historia.

— Tengo tiempo.

— Acaso no entiendes que no te la quiero contar.

— Lo harás o de lo contrario se lo preguntaré a el.

— Pues pregúntale a él, no es mi problema que seas una celosa de mierda.

— ¡Yo no soy celosa!

— Tienes razón — por un momento vi que sonrió — eres lo que le sigue de celosa.

El parque de las mariposas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora