Capitulo X

16 6 7
                                    

La caída de la nieve.

Eran las 7 de la tarde, estaba sentado junto a Artem, aunque salí a ver por la ventana cuando me di cuenta que estaba nevando.

— Artem mira, ¡Nieve! — dije como si fuera un niño pequeño.

— ¿La habías visto alguna vez?

— Solo en fotos y vídeos.

— ¿Te gusta?

— Me encanta, ¿Podemos salir?

— Claro pequeño.

Salimos de la casa no sin antes ponernos un suéter que nos protegiera del frio, pude ver los copos de nieve por primera vez en mi vida o tal vez sea más veces pero la deje de ver cuándo me cambié de casa.

— Es curioso pequeño, vives aquí y nunca habías visto nieve.

— No vivía aquí.

— ¿Dónde vivías?

— Algo retirado, llegamos allá cuando tenía 8 años y nunca volví aquí.

— ¿Cómo sabías de la existencia del parque?

— Lo abrieron cuando tenía 7 años.

— Tiene sentido.

— Mucho.

Yo seguía igual de emocionado por ver la nieve que ya había olvidado que existía, había olvidado lo linda que se veía.

— Es increíble ver cómo cae la nieve.

— Lo se pequeño, a mi también me gusta.

— ¿Has visto cada copo?

— Son diferentes, pequeño.

— Claro.

— Como las personas.

— ¿Por qué?

— Todos somos diferentes pero si los ves juntos encajan.

— ¿Como la nieve?

— Claro pequeño si la ves separada se ve la forma de los copos pero si la ves junta solo se ve un montón de nieve blanca.

— ¿Las personas son así?

— Todo es así, nadie es igual y no tienen por qué ser iguales.

— Yo soy diferente a los demás, ¿Verdad?

— Si pequeño, nos vemos dentro de la casa.

— Claro.

Me quedé un rato más cuando escuché que alguien me llamaba, gire mi cabeza y me encontré con alguien a quien no quería ver.

— ¿Cómo sabes dónde vivo?

— Te he visto entrar con Artem a este mismo lugar — dijo acercándose a mi.

— Daren vete de aquí ahora mismo.

— ¿Por qué Auritz?, te ves hermoso bajo la luz de la luna.

— Daren vete.

— ¿Por qué no me aceptas?

— Porque no te amo y no me puedo obligar a amarte, eso sería jugar contigo.

— No importa juega conmigo lo que quieras hasta que me ames, da igual Artem está comprometido y no creo que lo pueda anular.

— Claro que puede.

— ¿Cómo?

— No lo se.

— No seas terco y aceptame, te puedo hacer más feliz que Artem.

El parque de las mariposas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora