CAPÍTULO 13

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Arian se puso sobre las puntas de sus pies desnudos para espiar a través de la ventana de la modesta escuela. A pesar de verlo por el rabillo del ojo, la joven maestra fingió ignorancia y continuó con la lección. Aquel había sido su secreto durante los últimos meses: él asistía a clases como un alumno no oficial y ella simulaba no percatarse de su presencia. Sin embargo, la maestra siempre hacía algo especial para integrarlo. Como aquel día, por ejemplo, que decidió no impartir las molestas clases de matemáticas para enseñarlos a leer... de nuevo.

A medida que ella formaba palabras en el pizarrón de tiza, Arian las repetía sintiéndose orgulloso de tartamudear cada vez menos. Le gustaba aprender tanto como pasar tiempo junto a Rhys; aunque luego del atroz espectáculo y su conversación secreta tanto con Cedric como con Ozara ya no lo veía tan a menudo. Siempre estaba ocupado y Arian empezaba a sentirse solo; pero pensó que podría sorprenderlo aprendiendo a leer y a escribir, de ese modo, estaría orgulloso y haría espacio para él en su vida.

Se preguntó si pronto lograría escribirle una carta. Era consciente de que no podría expresar sus emociones totalmente; sin embargo, esperaba poder escribir la única palabra cuyo significado conocía a la perfección.

No se dio cuenta de que sonreía hasta que los ojos de Oliver, Sorrow, Reynolds lo miraron desde el otro extremo del salón y sus labios lo imitaron. De entre todos los niños del pueblo fue el único en no darle la espalda apenas se conoció su verdadero origen. En realidad, lo ignoraba la mayoría de las ocasiones; con todo, le pareció mejor que el desprecio y las burlas. O los golpes.

El rostro de Oliver se drenó de color al mismo tiempo que la fetidez a carne en descomposición saturó el aire que lo rodeaba. No fue necesario volverse para saber que Kean se encontraba detrás de él; sin embargo, lo confundió el hecho de que el pobre Oliver pareciera a punto de desmayarse. ¿Por qué? ¿Qué había ocurrido entre ambos realmente? Le aterró descubrirlo. Aún más, deseó nunca experimentarlo.

La mano de Kean le apretó el hombro con tanta fuerza que le causó dolor y sus uñas se enterraron tan profundo que Arian no tuvo otra opción que permanecer inmóvil. Si trataba de correr se desgarraría. Entonces, ¿cómo se lo explicaría a Rhys? En caso de que al fin pudiera verlo...

—Quieres entrar, ¿no? Puedo hacer que...

—Nnno, gracias. —Se alegró de no haber tartamudeado en mayor medida, lo último que necesitaba eran las crueles burlas de Kean.

—¿No, seguro? Siempre estás aquí.

—Nnno es ver-verdad.

—Claro que sí. —Kean se inclinó a su altura y le susurró al oído—: Te observo.

Aquella declaración logró hacerlo temblar. Que Kean, Bloody, Badmoon pusiera su atención en alguien significaba una cosa: desgracia. Lo había visto lo suficiente durante su corta estadía en Crimson Lake. El chico era caprichoso, obtenía lo que deseaba sin importar los obstáculos y... al final terminaba destruyendo a quienes consideraba sus «juguetes».

Luz de luna carmesí | Manada de Crimson Lake#1 | 2 ediciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora