CAPÍTULO 32

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Rhys tuvo un mal presentimiento en cuanto ingresó a la oficina de su padre, en compañía tanto de Ezra como David, y lo encontró junto a otro Alfa. El hombre, que por algún motivo logró inquietar a su lobo, tenía una apariencia intimidante; no en el sentido de Ozara, sino... Le pareció que era peligroso de formas que no deseaba descubrir. Tenía el cabello corto de un negro tan profundo como el de sus ojos, que lo escrutaron con burla, y una piel bronceada cubierta de cicatrices. Había un tatuaje en su hombro izquierdo: en él aparecía un lobo aullando, cuya figura se componía de líneas azules entrelazadas contra la oscuridad de su pelaje, creando un contraste que parecía cobrar vida. Los ojos del animal estaban inyectados en un rojo ardiente, y a su alrededor los árboles desnudos del bosque helado se erguían como guardianes silenciosos, con sus ramas cargadas de nieve formando un pasaje hacia lo desconocido. Lo habría considerado hermoso, como la obra de arte que era, sino se tratara de una arrogante declaración de su poder.

«Winter Creek», leyó con indiferencia. No le resultó familiar en absoluto, por lo que se cuestionó de qué presumía aquel hombre, cuando no parecía ser nadie importante en su mundo.

—Crimson. —La voz áspera de Kellan atrajo su atención—. Muestra respeto a nuestro invitado, preséntate.

—¿Y quién es él? —replicó, cruzándose de brazos—. ¿Por qué debería «mostrarle mi respeto», padre?

—¡Crimson!

El hombre resopló una risa, mirándolo con una mezcla de curiosidad y diversión que pretendía ocultar la incomodidad que le produjo el no ser reconocido como un igual. Rhys desestimó sus sentimientos, honestamente, luego de haber tenidos tantos inconvenientes para regresar a su manada al finalizar la misión en Valley Wolf, lo último que le provocaba era ser complaciente. Aquel Alfa podía llorar y lamer sus heridas si lo deseaba; él no tenía tiempo para formalidades. Quería ir a casa, tomar un baño y descansar, no sin antes haberle hecho una visita a Arian.

Estaba preocupado, aunque no lograba comprender los motivos. Cuando se comunicó con Cedric la última vez, este lo tranquilizó diciéndole que el chico se encontraba en perfectas condiciones; sin embargo, no pudo creerle. De no conocerlo mejor, habría jurado —por el tono de su voz— que le mentía.

—Déjalo Cutthroat, es joven; no sabe cómo funciona el mundo. Ya aprenderá.

—¿Tú vas a enseñarme? —se burló—. ¿Me lo prometes?

—Me encantaría romper esos huesos y enseñarte algo de respeto; pero no eres mi tipo. —Se humedeció los labios con la lengua, de un modo que le recordó a los coyotes—. Prefiero las presas pequeñas y delicadas, saben mejor.

Algo en su declaración logró estremecerlos tanto a él como a Crimson. Aunque supo que se trataba de una declaración de guerra, no estuvo seguro de cuál ni por qué. ¿A qué se había referido con exactitud?

Luz de luna carmesí | Manada de Crimson Lake#1 | 2 ediciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora