CAPÍTULO 21

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Su madre quería verlo. Rhys comprendió que la situación era crítica cuando su padre lo permitió. De hecho, Kellan en persona interrumpió su sesión de entrenamiento junto a Ozara para informarle que partirían hacia Raven's Ridge lo más pronto posible y que permanecerían en el lugar durante al menos una semana. Escuchar aquel nombre le erizó la piel. Aunque no recordaba la última vez que estuvo ahí, las imágenes parecían haberse tatuado con fuego y plata en su mente tanto como en su corazón.

Raven's Ridge pertenecía al territorio de la manada y, según las historias, fue utilizado por el anterior Alfa como una prisión eterna para aquellos a los que consideraba traidores. Cualquiera que fuese desterrado a aquel lugar olvidado por los dioses había recibido su sentencia de muerte. No existía posibilidad alguna de retorno. Justo como le pasó a su madre.

Se trataba de un terreno escarpado, lleno de acantilados agudos que ascendían hacia el cielo, recordando las garras de un enorme cuervo. Los árboles, altos y retorcidos, se aferraban a la roca exponiendo sus raíces como si fueran las venas de la tierra. El viento, que aullaba a través de los desfiladeros, parecía arrastrar consigo el eco de lamentos antiguos.

En el corazón de este páramo, yacía la prisión donde estaba confinada su madre. Era una cueva sombría, cuya entrada apenas se distinguía entre el denso follaje. Sus paredes estaban cubiertas por un manto de musgo así como líquenes, mientras que el aire del interior era húmedo y frío. La luz del día rara vez lograba infiltrarse en ella, y la única fuente de iluminación era el tenue resplandor de la luna que lograba filtrarse a través de una delgada abertura en el techo.

Una imagen regresó desde las profundidades de su memoria: Rhys se vio a sí mismo, probablemente teniendo unos seis años, intentando llegar a ella una y otra vez. Sus pequeñas manos ensangrentadas no lograban aferrarse lo bastante fuerte a las rocas, por lo que terminaba cayendo hacia el vacío. Aun así, ignorando el horrible dolor, siguió luchando por ver a su madre. La noche había avanzado cuando lo consiguió; Rhys lloró al no poder alcanzarla por medio de la grieta; sin embargo, Rhian le sonrió diciéndole que todo estaría bien. Nunca lo estuvo. Ella no volvió a ver la luz del día y él...

Rhys tomó aire y asintió despacio, asimilando la declaración. La vería de nuevo, al fin, después de tantos años. ¿Su padre le permitiría abrazarla esta vez? Decidió que lo haría, sin importar lo que Kellan dijera y se enfrentaría a las consecuencias después.

Kellan no lo esperó, le dio la espalda y caminó de regreso hacia su oficina, dando por hecho que lo seguiría al instante. Sin embargo, Rhys vaciló al pensar en Arian. Si bien en esta ocasión tampoco podría llevarlo, dejarlo solo no le pareció una alternativa. La última vez... Incluso si se rehusaban a confesarle la verdad, él sabía que algo terrible le había sucedido para orillarlo a intentar destruirse el rostro. ¿Qué tan desesperado debió de sentirse para tomar semejante decisión siendo un niño de apenas nueve años? No fue capaz de imaginarlo. En realidad, no quiso hacerlo para evitar la culpa que lo atormentaba.

Luz de luna carmesí | Manada de Crimson Lake#1 | 2 ediciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora