Mientras caminaba por la nevada calle Luna ajustaba su bufanda con el fin de proteger su cuello ante el gélido viento que azotaba la ruta por la que transitaba, el cuello siempre había sido una zona extrañamente sensible para ella y debía cuidarlo debidamente, pues su voz era algo especial para ella, no solo era un pasatiempo, una forma de vida o un medio de comunicación, su voz y sus manos le habían abierto un mundo de posibilidades con lo que a la fecha era uno de sus más grandes amores: la música.
Observar por algunos de los locales que aun estaban abiertos el como las personas celebraban a vísperas de navidad le recordaba que debía de apresurarse, de por si había sido un error inaceptable el que su coche hubiese fallado esa mañana para que no tuviese dinero a mano para tomar un transporte y hubiese olvidado cargar su teléfono, parecía el preludio del que sería un día horroroso pero no se quejaba, no se sentía capaz de hacerlo aun con la inclemencia del clima o la suerte dándole la espalda, pues sentía que todo estaba bien de alguna manera, levantando un poco la vista hacia el cielo a nada de oscurecerse fue que reforzo su caminata.
Solo le tomo unos 10 minutos finalmente llegar a su destino, un importante hotel de la ciudad donde hablo con uno de los guardias para escoltarla al interior, una habitación designada para que se preparase donde, al ingresar, encontró a su compañera de vida algo molesta observándola.
- ¡Luna! ¡¿Dónde estabas y por qué no contestas el teléfono?!
- Jejeje, no me creerías el día que tuve cariño.
Notarla cubierta de nieve y con la nariz enrojecida le daba una idea, pero ver la expresión de resignación en su esposa termino provocando una risa en Sam quien se relajó ya que finalmente había llegado.
- Temía que no vinieras.
- ¿Bromeas? No me iba a perder esto aunque el mismo santa se bajara de su trineo a impedirme venir.
- Oye, tampoco es para tanto, solo es un contrato de concierto por navidad.
- Lo sé. - Con un paso cerro la distancia entre ambas, tomando desde la cadera a Sam para acercarla y darle un beso de unos pocos segundos antes de separarse y contemplarla. - Pero es nuestro momento, nuestra noche.
Esa era una frase que prácticamente se había vuelto el emblema de vida de la castaña, o al menos cada vez que tenían esos actos podía escucharla mencionarlo al menos una vez en la noche, cuando se pasaba de copas varias veces, era algo variable pero que no le molestaba ya que era una frase agradable de escuchar.
Tenia tiempo que el grupo que alguna vez formaron se había separado en su mayoría, solo quedaban Luna como vocalista y guitarrista, Michael quien usaba un saxofón, Rusty quien usaba un teclado y ella quien usaba el bajo, todos tenían otros trabajos, hacían otras cosas pero se daban su espacio para esos momentos, unidos más por el amor a la música que el ganar dinero, incluso ella había dejado atrás hace tiempo el sueño de volverse famosa y recorrer el mundo, volver a casa y estar una tarde junto a Luna era suficiente la mayor parte del tiempo, pero un pensamiento recorría en ocasiones su mente y mientras veía a Rusty instalar su teclado aquella idea volvió a su cabeza.
- ¿Esto es suficiente?
Fuera de esas ocasiones ella trabajaba en una notaria de la ciudad, Luna era quien más se aferro a su lado artístico y daba clases en un conservatorio local, ninguna ganaba demasiado para considerar que estaban rodeadas de lujos y al final fue decisión mutua no adoptar o realizar algún proceso con el que tener alguna descendencia, tampoco surgían en sus conversaciones ideas de llenar estadios o teatros completos con su música, como si hubiese llegado al limite de lo que la vida le ofrecía y ella como persona buscaba, un contrato por una noche en la que ser "música de fondo" para personas que derrochaban su dinero en las fiestas, nadie iba porque ellos fuesen las estrellas, posiblemente nadie sabría sus nombres o los recordaría para el día siguiente y para cuando terminase la noche se despediría de sus amigos, volvería con Luna a su hogar y esperaría al siguiente día en que tendría que ir a esa oficina.
Sabía que eso era todo lo que le deparaba la vida, posiblemente Luna también lo sabría, pero aun así una gran sonrisa se mostraba en su rostro mientras improvisaba un poco con su guitarra sin conectarla al parlante, tarareando lo que aquel instrumento desconectado era incapaz de hacer por su cuenta, la ansiedad comenzaba a dominarla al notarla tan tranquila que por primera vez se dejo dominar por esta, quedándose frente a ella mientras la miraba seriamente.
- Luna.
- Let me hear your voice dear.
- Oye, me contaste que tuviste un día duro, estamos en este lugar donde nadie nos conoce y en unos días volveremos a la rutina, ¿Cómo puedes estar tan feliz?
Luna miro confundida a su esposa, como si más que no entender la pregunta, ni siquiera entendiese el lenguaje.
- ¿No lo entiendes?
- No puedo, estamos... atrapadas en esto, nunca seremos más, ¿No te molesta siquiera pensarlo?
- Para nada.
- ¿Qué?
La mirada de Luna descendió, observando su instrumento por un momento.
- Soy feliz con lo que tengo, un buen lugar, una buena familia, esta clase de momentos.
- Pero no somos famosas, no somos ricas.
- Claro, solo somos nosotras, y eso está bien.
Luna levanto su cabeza y le regalo una sonrisa, una placida que no hizo más que calmar a la rubia quien solo pudo responderle con una sonrisa similar.
Por más que pasaran los años, ella seguía siendo la Luna de la que se enamoró, eso era definitivo.

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101 historias sin odio
FanfictionAntología de historias cortas y auto concluyentes sobre la familia Loud, solo que, como dice el titulo, son historias sin odio por la familia, sobre todo al pobre Lincoln quien ya parece saco de boxeo. - Portada hecha por @LSTBErT -