Galletas

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- Esta cerrada Lana.

- Ya lo se Lola, pero si intento con este ángulo...

- No porque tires de la cerradura en otro ángulo la puerta va a abrirse.

- ¿Cómo lo sabremos si no lo intento?

- En serio me pregunto como se supone que nacimos al mismo tiempo.

- Dilo por ti "hermanita".

- Ush, solo fue un minuto.

- Lo que digas jovencita.

Lola estaba realmente tentada a ahorcar a su hermana gemela, no solo había perdido las llaves de la casa sabiendo que no llegaría nadie de su familia hasta la noche sino que no parecía importarle en lo absoluto.

- ¿Y qué haremos ahora señorita "no pierdo la cabeza porque la tengo pegada al cuerpo"?

- ¿Además de soportar tu sarcasmo? Esperar. - Lana retrocedió hasta el jardín delantero, dejándose caer a la tierra. - Esperar y nada más, por mi parte dormiré un rato.

Lola realmente no tenía nada más que hacer ni tampoco tenía pensado nada, le molestaba que la idea de esperar de su hermana fuese el único plan viable pero con su mente falta de ideas, se dirigió a los escalones de la entrada y se sentó, observando el cielo aburrida.

- Pésimo día para olvidar cargar mi teléfono.

- ¡Esos aparatos te van a pudrir el cerebro Loud!

- (Seria) Genial. - Dijo mientras rodaba sus ojos.

Desde la ventana de su cocina el anciano Grouse se asomaba ligeramente, Lola alcanzaba a notar que este estaba cruzado de brazos mientras le miraba desaprobatoriamente, o peor para ella, el anciano parecía que no tenia nada mejor que hacer.

- Lo digo en serio Loud, esas cosas te fríen la cabeza, tú hermana lo entiende bien y mírala tomar el sol tranquilamente.

- Ella es un ser que le gusta darse baños de lodo con la ropa puesta, tengo estándares para las cosas que hago o no.

- ¿A sí? ¿Cómo cuáles?

- Ser hermosa, ser agradable y por supuesto. - Se paro y se coloco en pose de concurso. - Ser Lola Loud.

- En mis tiempos le decíamos otra cosa a eso, pero tus padres me molestarían demasiado si lo digo y no estoy para soportarlos.

- Pues entonces no diga nada y encierre en su casa.

- ¡Uhm! ¡Qué falta de respeto por tus mayores! Por cosas como esta me molesta que tu padre me haya dado una copia de la llave de tu casa.

- ¿Qué papá le dio qué?

- Esfúmate Loud.

- ¡Oiga! ¡Vuelva aquí viejo rastrero!

Lola en ese momento corrió a la casa de su vecino, mientras Lana quien se hallaba tirada con los ojos cerrados sonrió alegremente.

- Finalmente paz.

Lola por su parte había entrado directamente a la casa de Grouse sin preguntar, agradeciendo que no tenía la puerta cerrada, encontrando al anciano tranquilo en su silla de ruedas en la cocina frente al fregadero.

- Usted y yo no hemos terminado de hablar.

- Yo sí, fuera de mi propiedad.

- Oh no, yo creo que no, usted tiene algo que quiero y me lo va a dar.

- ¿Así de directa? Ya estás en edad de saber que nada es gratis niña.

- Ya veo. - Lola se cruzo de brazos. - ¿Quieres algo eh?

- Eres lista chica. - Saca un mandil y lo acerca a Lola.

- ¿Quiere que le cocine?

- Cocina galletas, según tu padre tanto tú como tu gemela saben hacerlas.

- Bueno, sí, pero...

- ¿Quieres la llave?

La expresión de Lola se deformo, se sentía algo avergonzada ante aquella petición sabiendo que sus galletas nunca salían bien, o fallaba el sabor o la consistencia, no era su fuerte por más que lo intentaba, y ahora era el requerimiento para entrar a su hogar, bien podían ser horas de espera en el peor de los casos, por lo que con algo de molestia y con el rostro avergonzado, tiro del mandil y comenzó a amarrar su cabello, todo mientras Grouse se mantenía imperturbable observándola con seriedad.

- ¿Necesitas ayuda?

- Puedo hacer sus tontas galletas por mi cuenta.

- Si tú lo dices.

Lola comenzó su trabajo, si de por si le era incomodo sabiendo que era algo que le costaba el que Grouse le mirase fijamente solo le ponía más nerviosa, tomando en ese momento la harina cuando ya tenía batidas varias cosas.

- Te falta la vainilla.

- M..Mi receta no lleva vainilla.

- Estás haciendo la receta clásica, ponle vainilla.

- Ush, está bien.

- ¿Cuántas harás?

- (Molesta) ¿Qué le importa?

- Si vas a llevar a tu casa, ponle más mantequilla, una sola bolsa de harina se hará poco.

- ¿No tiene nada mejor que hacer que verme?

- ¿Tanto te molesta mi presencia?

Lola estaba por decir si, lo pensó por un momento pero al verlo a los ojos se detuvo, Grouse se le veía cansado, los años pesaban en él al punto que usaba aquella silla de ruedas y sus ojos tenían una constante sensación de cansancio, si lo pensaba bien el anciano no tenía porque decirle lo de la llave si tanto le molestaba, tampoco era necesario algo como hacer galletas o estar tanto tiempo junto a ella, además... siempre que le pasaban cosas como la de ese día, el anciano aparecía y de alguna manera le hacía pasar dentro de su casa, pero sobre todo, en esa mirada podía notar algo...

- Solo me molesta que se aproveche de una jovencita y no haga nada.

- Soy un hombre mayor por dios.

- Pero uno al que aun le funcionan las manos para amasar.

- Tsk, esta juventud que quiere todo regalado hoy en día, te demostrare que no soy un vago.

Lola sonrió en ese momento al verlo arremangarse su suéter, acercándose en su silla.

- (Feliz) Nunca le dije vago.

- Cállate y dame esa masa.

Para cuando llego alguien de su familia, Lola y Grouse estaban tranquilamente tomando el té con galletas mientras se hallaban totalmente sumidos en una conversación, una alegre tarde que termino pasando increíblemente rápido para una niña y cierto anciano gruñón.

101 historias sin odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora