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| 16. Lado Oscuro |
El hombre sacó una varita de uno de los bolsillos de su túnica. La levantó con lentitud e hizo una reverencia ante el Señor Tenebroso. Voldemort agarró su varita, inspiró con pesadez y miró a colagusano con una pequeña sonrisa.
— Extiende el brazo.
— Oh, amo... — Colagusano levantó la cabeza para mirar a Voldemort con agradecimiento — Gracias, mi amo.
Colagusano extendió el brazo en el que le faltaba una mano. Nora miró atenta la escena pensando en lo humillante que se veía el hombre comparado con el Señor Tenebroso. Harry se llevo una mano a la frente haciendo muecas de dolor e Isa seguía apuntándolos con la varita.
— El otro brazo, colagusano.
Al hombre se le fue la sonrisa de la cara y miró con terror a Voldemort cuando este le agarró el otro brazo y se lo levantó a la fuerza. Colocó la punta de la varita encima de la marca tenebrosa que llevaba el hombre haciendo que recuperara el color negro que había perdido con los años.
Las nubes comenzaron a juntarse mientras se volvían negras por una posible tormenta eléctrica. Del cielo cayeron al rededor de Voldemort una serie de nubes de humo negras dejando ver a un grupo de hombres con túnicas y mascaras.
Nora lo miró con terror y agarró a Harry del brazo de forma involuntaria. Isa bajó lentamente la varita y miró a Nora bajando la guardia.
— Bienvenidos, amigos míos. — Voldemort miró a todos los lados observando a cada uno de los enmascarados que habían aparecido — Trece años han pasado... Y aquí estas, ante mí como si fuera ayer.
Harry miró a Voldemort temblando de una forma escandalosa. Nora le agarró de la mano y lo miró intentando tranquilizarlo aunque ni siquiera ella estuviese tranquila. Harry le devolvió la mirada y después observó el cadaver de Cedric que seguía en el suelo.
— Me confieso... decepcionado. Ninguno de vosotros ha intentado encontrarme.
Voldemort se acercó corriendo a cada uno de los hombres enmascarados y con tan solo un movimiento de mano hizo que las máscaras desaparecieran.
— ¡Crabbe, Callahan, Macnair! — Exclamó Voldemort mientras les quitaba las máscaras — ¡Goyle!
Cuando todos cayeron al suelo sin sus máscaras, Voldemort se acercó al único hombre que quedaba de pie.
— Ni tan siquiera tú, Lucius...
— ¿Malfoy? — Preguntó Harry para si mismo.
— Mi señor, de haberte detectado la menor señal, el menor susurro de tu paradero...
