20 de Julio de 1988
LA PEQUEÑA niña de ocho años corría dando pequeños saltos por el jardín ubicado en la parte trasera de su casa, en Edimburgo. El jardín estaba repleto de flores de distintos colores y arbustos bien cuidados. La niña no pisaba las flores, y cuando estaba apunto de hacerlo por accidente, lo evitaba. Corría por un largo camino de piedras que conectaba desde el porche de la casa hasta una pequeña fuente al otro lado del jardín.
Era un día soleado de verano, el sol reflejaba en el agua de la fuente y los rayos impactaban directamente en la cara de Michael Everhart, que aprovechó el buen día qué hacía para sentarse en la silla de exterior que se encontraba en el porche y vigilar a su hija mientras jugaba. El hombre rió cuando vio a su hija correr tras un grupo de preciosas mariposas. Agarró la taza de café de la mesa de madera y se la llevó a la boca dandole un sorbo. La puerta trasera se abrió dejando ver a la mujer dueña de la casa, esta se acercó a Michael y se quedó de pie mirando fijamente a la niña con una sonrisa.
— Mírala, Lory, tan feliz... — Le dijo el hombre sin apartar la vista de la niña.
La mujer fijó su vista esta vez en su esposo sin quitar la sonrisa de su cara.
— Y tan inquieta... es igualita a ti — Respondió Lory.
La pequeña comenzó a correr en dirección a sus padres entusiasmada y con una enorme sonrisa en el rostro. Cuando llegó junto a los dos adultos, agarró a ambos de las mangas y empezó a tirar de ellas.
— ¡Mirad lo que se hacer, es magia! — Exclamó la niña.
Soltó a sus padres y puso sus manos a la altura de su pecho haciendo como si fuera a agarrarse las pero dejando unos centímetros de margen, sin llegar a tocarse. Los dos adultos la miraban con intriga mientras que la niña ponía una mueca en la cara mirando a sus propias manos con concentración. Poco a poco, dentro de las manos de la pequeña empezó a aparecer una mancha negra que iba aumentando de tamaño y agarrando forma cada segundo. Un tiempo después, en las manos de la niña se hallaba una rosa completamente negra.
La niña miró a sus padres con emoción y orgullo. Por otro lado, su madre tenía su mano izquierda tapándose la boca y sus ojos expresaban terror mientras que su padre tenía los ojos como platos y temblaba ligeramente. La emoción de la niña fue disminuyendo al ver las expresiones de sus padres y preguntó:
—¿Que pasa papi, he hecho algo mal?
— E-Eso no es magia, cariño — Michael tartamudeó.
— ¿Y que es? — Preguntó la niña con curiosidad.
— Es algo que no deberías volver a hacer, Nora — Respondió Lory.
— Pero mami...
— ¿Porque no te vas a jugar con Gael? Ya estará despierto — Cambió de tema la mujer. Lory le hizo un intento de sonrisa a su hija que acabó siendo una mueca. La niña volvió a tener brillo en los ojos y salió corriendo inocentemente en busca de su mascota como si se le hubiera olvidado lo ocurrido anteriormente. Cuando la pequeña desapreció del campo de visión de sus padres, estos se giraron para mirarse aun con terror.
— Has visto lo que ha hecho — Lory hizo un intento de pregunta a su esposo, pero solo salió una afirmación.
— Claro que lo he visto.
— Nora tiene...
— Ha usado la sombra de sus propias manos para crear una rosa — murmuró Michael — Ha heredado el poder de mi padre.
— Debemos hablar con Dumbledore.
— No, esperemos.
— ¿Esperar a que, Michael? ¿A que empiece a jugar con ese poder? ¿A que pierda el control?
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𝔻𝐚𝐫𝐤 𝕊𝐡𝐚𝐝𝐨𝐰𝐬 || ʜᴇʀᴍɪᴏɴᴇ ɢʀᴀɴɢᴇʀ ✔
Fanfiction"𝒱𝒾𝒶𝒿𝒶𝓇í𝒶 𝒹𝑒 𝓊𝓃𝒶 𝓅𝓊𝓃𝓉𝒶 𝒹𝑒𝓁 𝓂𝓊𝓃𝒹𝑜 𝒶 𝑜𝓉𝓇𝒶 𝒶 𝓉𝓇𝒶𝓋é𝓈 𝒹𝑒 𝓁𝒶𝓈 𝓈𝑜𝓂𝒷𝓇𝒶𝓈 𝓈𝑜𝓁𝑜 𝓅𝒶𝓇𝒶 𝓅𝑜𝒹𝑒𝓇 𝓅𝓇𝑜𝓉𝑒𝑔𝑒𝓇𝓉𝑒, 𝒢𝓇𝒶𝓃𝑔𝑒𝓇. 𝒜ú𝓃 𝓆𝓊𝑒 𝑒𝓈𝑜 𝓈𝒾𝑔𝓃𝒾𝒻𝒾𝓆𝓊𝑒 𝓅𝑒𝓇𝒹𝑒𝓇 𝑒𝓁 𝒸𝑜𝓃𝓉𝓇�...