Seis

22 8 0
                                    

El delantal le recordaba a él, no se lo había regalado, pero lo había usado y lo tenía por el de cabellos naranjas. Si no lo hubiera aceptado sería mejor que tenerlo doblado en la esquina de su tocador y verlo a cada rato.

Volvió a la tarde del día anterior en su memoria volviéndolo a admirar. Su sonrisa coqueta, los labios pomposos y unos ojos grandes y oscuros, que te atrapan como un agujero negro. Se preguntaba cómo le iría siendo modelo.

Tomó una de las almohadas y la presionó en su cara gritando, sabía que su estúpido gusto no era más que eso: estúpido.

—Eres tan...idiota Lee MinHo, un idiota por gustarme.

JiSung fácilmente podría haber hablado con su padre desde la primera vez, ¿pero no lo hizo porque sabría que se verían de nuevo y le gustaba la idea? ¿Entonces por qué si lo quería era eso, le habló como el mayor idiota de todos?

Eso ni él se lo podía responder. Miró la hora en su reloj y notó que era un poco tarde para pasar a buscarlo y llevarlo a ese parque en el fin del mundo porque era tan tonto que no podría ir él solo.

“Pasa a buscarme donde ya sabes que estaré”.

En la maldita pista.

Sin querer escogió su camisa favorita, su mejor pantalón y se aplicó brillo labial. Llevaba en la mente que lo que intentaba lograr solo lo hacía quedar como un bobo.

Llegó rápido a aquel gran lugar que por obra de no se sabe quién estaba vacío, solamente ahí estaba él, sentado siendo el ser más perfecto del mundo. Intentó no hacerce notar, pero cuando tropezó con uno de los escalones llamó su atención.

—Acércate.

Como si sus piernas se gobernaran fueron directamente hacia MinHo aunque su cabeza dijera que no.

—¿Desde siempre te gustó dibujar?

“Actúa como si no te importara que quiere saber sobre ti” Pensó el chico de lentes. Desde que tiene uso de razón ha estado rodeado de crayolas y acuarelas. Se limitó a asentir.

—El primer día que nos vimos, ¿qué dibujabas?—MinHo notó como la expresión del menor cambió.

Nunca conoció a alguien tan... tan desquiciante. Que supiera, no preguntó nada fuera de lugar, apesar de que notó que usaba algo diferente en sus labios.

—Ya que acerté en el lugar donde estarías, ¿nos podemos ir? Se está haciendo tarde.

MinHo siguió a JiSung hasta el auto, que no hizo ninguna objeción cuando hizo el intento de subirse.

—Está bien, puedes entrar, será la última vez que nos veamos así tienes que recordarme como lo humilde que no soy.

El corredor sonrió forzado, detestaba ese tipo de personas, y juró mantenerse alejado, así que los dos saldrían ganando. El camino fue en silencio, realmente incómodo.

De nuevo recordado el guión, JiSung se escabulló detrás de unos árboles y se colocó sus queridísimos audífonos y MinHo fue a hacer el roll que el estudiante jamás sería.

No eran los mismos señores del día anterior, esta vez eran adolescentes que usaban guantes y traían bolsas con basura. Se iba a sumar cuando dos chicos lo reconocieron y fueron corriendo hacia él.

Oh no.

Ninguno de los dos pensó en eso. Ahora estaba o estaban en un lío.

—¡No puedo creerlo! Eres Lee Min-

El casi nombrado en voz alta, tapo la boca de un chico de pelo castaño oscuro. Que quedó sorprendido por verlo allí.

MinHo miraba hacia todos lados buscando a JiSung sin saber qué hacer cuando su cabeza se asomó entre unos cuántos arbustos y solo frunció su ceño.

—¿Qué estás haciendo aquí? Es imposible que andes de casualidad—Habló un chico menor, como de trece años.

—Uhm yo...soy amigo de JiSung, sí, somos amigos y vine a acompañarlo—Le hizo una señal para que se acercara y a regañadientes fue, no sin antes JiSung apuntarle con el dedo y luego simular que cortaba su propio cuello, esto le hizo reír.

—¿Entonces vinieron a ayudarnos los dos?—MinHo asintió, JiSung negó, luego se miraron—Imposible no los dejaré hacer nada, sé que te manda tu padre pero no me puedo permitir eso—Iba a retirarse el mayor de los muchachos pero fue detenido por el pelinaranja.

—¡Qué va!—Pasó su brazo por encima de los hombros de JiSung—Él y yo podemos hacerlo, nos encantan los trabajos voluntarios ¿no es así, Sunggie?—Repitió el mismo nombre que escuchó de esa señora.

E indiferente a todo lo demás, JiSung se estaba muriendo por dentro bajo la mirada del piloto por la razón de que lo había llamado por un apodo que no sabía de dónde sacó. Sentía como sus orejas se ponían rojas, y ni hablar de sus mejillas. Los chicos esperaban una respuesta y no le quedó más remedio que aceptar con una sonrisa extremadamente falsa, para que cuando salieran caminando adelante librarse del incómodo abrazo y mostrarle el dedo del medio a MinHo.

—Eres increíble Han—Decía entre risas, que pudo soltar luego de estar aguantando al ver la cara de asco de JiSung.

—Tú eres increíble, ¡cómo me metes a limpiar cosas de pobres!—Miró a todos lados y por suerte nadie lo escuchó.

—¡Ey! Como sea ibas a llevarte un regaño, no se me ocurrió otra cosa—El menor cruzó sus brazos mientras caminaba junto al contrario, rezongando—¿Siempre usas rubor rojo o es por el sol? Te queda bien.

¡¿Por qué tenía que ser tan directo?! Ese sencillo comentario le hizo dar un vuelco, saltaba de alegría en su interior por el cumplido. Bajó su mirada, cerrando y abriendo los ojos repetidas veces. Hasta que apresuró su paso, cuanto más tiempo pasara junto a él peor sería.

ᯓ ᡣ𐭩

JiSung ni siquiera agradeció, pero se entendía que quien más salía ganando ahí era MinHo al pertenecer al equipo.

Le emocionaba la idea de por fin interactuar con uno de los mejores corredores, Christopher Bang, un australiano, que era una verdadera máquina y para que perdiera había que ponerle un muro delante.

Habían pasado dos días y para calmar un poco los nervios llamó a su mejor amigo y fueron a una salida amistosa a la costa. El plan era: cervezas hasta embriagarse, pescar como lo hacían en su antigua ciudad y luego cocinarlos.

Llamó a su novia y le recordó cuánto la amaba y que regresarían tarde. Ella también le hizo saber que lo amaba y que estaba bien siempre y cuando le llevara del pescado porque sabía que era la especialidad de su novio.

Ya era de noche, y había sido una pesca estupenda. Cenaron como dioses y ahora solo se dedicaban a ver las olas romper en la orilla y desvanecerse convertidas en espuma.

—Si las cosas se dan, abriré otro salón. Lo tenía pensado desde hace cinco meses pero realmente ahora es que puedo comenzar a organizarlo todo—ChangBin siempre demostró gran interés por el estilo, y no le sorprendió cuando recién salió de la universidad comenzó a trabajar en una peluquería, y ahora era el dueño de una cadena exitosa llamada “ChangBin's Salon” de lo más original.

—Eso es lo mejor que me has dicho, sabes que si necesitas cualquier cosa yo pego el grito en el cielo—Así fue anteriormente, cuando decidió abrir el primero y su socio era MinHo. Era algo así como una rata de laboratorio pero mucho más linda.

Se rieron aunque nada hacía gracia, totalmente borrachos, pero sabían que se tenían y contaban con su apoyo. El celular del pelinaranja sonó interrumpiendo, mostraba un número desconocido en la pantalla. ChangBin golpeó su hombro para que atendiera la llamada.

—Welcome to Zenith, Lee MinHo.

Verde, Amarillo & Rojo - MinSung Donde viven las historias. Descúbrelo ahora