Veinticuatro

17 5 0
                                    

Fue directamente a uno de los cajones de MinHo, revolviendo todo lo de allí, hasta encontrar en el fondo lo que buscaba, agarró dos cosas de las cuales no sabía su prosecendia.

—Dime, ¿qué esto?—En sus manos tenía dos cajas de cigarros, una vacía y la otra contaba solamente con tres cigarrillos—Tú no fumas.

Lo empujó, estaba confundida con ganas de llorar, últimamente lo veía perderse, y no conocía a una parte de él, apesar de verlo crecer por cinco años a su lado.

El muchacho miraba enojado a su novia, había sido irresponsable, nadie tenía que enterarse, debía ser más cuidadoso. Estaba nervioso, pero lo ocultó con su ceño fruncido.

—¡No puedo tener privacidad! Soy mayor de edad, puedo hacer lo que me da la gana Momo.

A Momo se le cristalizaron los ojos, ¿privacidad? Lo entendía, pero eran una pareja, deben contarse todo y si estaba él pasando por un mal momento en el que tenía que recurrir a ese método debían conversarlo.

No le importaba que fumara, más bien no era lo que más le preocupaba, sino el por qué.

MinHo le arrebató los empaques de las manos, la chica se había quedado estática por la actitud tan fiera y despiadada, iba a irse pero lo detuvo.

Las palabras crudas iban formando caminos de incertidumbre y miedo. Ninguno de los dos estaba haciéndolo bien últimamente, pero MinHo definitivamente era el culpable cuando ella solo quería ayudar.

—MinHo.

Giró su cabeza, encontrando los tiernos ojos de su novia, estaba metiendo la pata bien profunda y tal vez ni sacarla podría.

—¿Son tuyos? ¡Dime la verdad por una vez!—Preguntó casi rogando porque asintiera, con su mano derecha arrugó su vestido, temiendo—¡¿Los malditos cigarros son tuyos?!

Esto solo lo había hecho enojar más, ¡porque tenía toda la maldita razón en preguntar! No eran suyos, no lo eran, jamás le llamó la atención fumar, le tenía repudio al humo del cigarro.

Eran de JiSung.

Él estuvo allí, quedaron muchas veces allí, ahora de arrepentía de meter a alguien más en su propio departamento, en su hogar que compartía con su compañera de vida, con su novia, con su amor...

—¡¿Primero revisas mis cosas sin permiso y ahora insinuado que te engaño?! Has ido muy lejos Momo—La muchacha derramó unas cuantas lágrimas, los gritos se quedaron grabados en las paredes.

MinHo le estaba haciendo mucho mal, y él lo sabía. En unas pocas semanas aquello se había convertido en una odisea.

Al día siguiente debía viajar a una carrera y no tenía ganas ni de salir al balcón.

Salió de allí azotando la puerta tras sí, provocando que ella se derrumbara, quedándose sola en esa habitación con sus sollozos.

—¿MinHo?-

ChangBin vió a su amigo hecho un manojo de ira y enojo salir del apartamento, lo iba golpear cuando escuchó el llanto en voz baja.

Preocupado, tocó con temor la puerta entreabierta, sin recibir una respuesta, entró con cautela, topándose con Momo sentada en el suelo con su cabeza apoyada en el borde de la cama, sollozando, mientras cubría su cara con su abrigo.

Ahora sí tendría una razón para golpearlo, jamás lo vió comportarse así. Más bien, siempre era el bien portado de los dos, el caballero que jamás le levantó la voz ni a su madre.

—ChangBin... ¿Tú sabes algo?

Veía la desesperación de la chica, se acercó y la abrazó, ella aceptó y se permitió soltar todo.

Verde, Amarillo & Rojo - MinSung Donde viven las historias. Descúbrelo ahora