Nueve

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Una celebración se llevaba a cabo en la mansión de los Han. Era treinta y uno de diciembre, los amigos, algunos familiares y los miembros de su equipo que quisieron asistir de JinSee se reunieron para festejar aquellas fechas.

Bebían, reían y disfrutaban de la tarde - noche. MinHo recibió la invitación de dos personas, y esa segunda sería su novia, Momo. Eran casi las once con cuarenta minutos, casi año nuevo.

Se había incertado lo suficientemente como para estar haciendo un brindis con algunos ingenieros. Visualizó a Momo charlando muy alegre con algunas chicas, también modelos.

—¡Esta va por el teñido que tomó la mejor decisión de su vida!—Habló un hombre con barba, borracho pero le daba muy buen ambiente al momento—Lee, salud—Elevaron sus copas y bebió todo el vino espumoso que estaba en otro idioma y nadie entendía, pero todos sabían que era bueno por la botella y la etiqueta, te gritaba que olvidarías tus rencores más añejos y los dolores del alma de las eternas madrugada.

El chico de ojos negros como la noche y mirada gatuna sonrió de oreja a oreja, también el alcohol comenzaba a hacer efecto, tanto que se fue con dos muchachos a bailar en el centro.

Los pasos de bailes más extraños, pero al carajo la vergüenza o la pena, nada importaba cuando se divertía y la pasaba bien, siempre y cuando no dañara a nadie.

Cansado y sudado, salió al patio, lejos del bullicio de adentro, por un poco de aire, sin importarle que estuviera helado fuera. Se recostó en uno de los podados árboles y comenzó a observar las estrellas.

JiSung creía que en serio se veía lindo cuando el pelinaranja posó sus ojos en él, como si lo admirara. Se esforzó por estar lindo aquella noche, aunque sabía que podría hacer lo que sea para verse feo y sin querer, ser el centro. Todo se detuvo cuando sus ojos se encontraron en unas milésimas a través de las puertas de cristal.

Sus amigos hicieron un sonido victorioso, como si el gusto y atracción fluyera en el aire. Pero aquellos ojos no lo venían a él. Supo que no era así porque vió pasar a su lado a Hirai Momo, una hermosa modelo japonesa. MinHo tenía buen gusto.

Y justo ahí estaba aquello.

La chica de los ojos de MinHo había salido, ahora tenía que soportar verlos besarse intensamente, y el chico colocaba con intensidad sus manos en la cintura de la castaña.

Como desearía estar ahí. Como desearía ser él, el único dueño del corazón de MinHo. Ansiaba tanto sus manos recorriendo su cuerpo y besando cada parte del mismo, e imaginarlo con alguien más lo entristecía y le hacía querer odiarlo. Sus amigos notaron aquello, así que optaron por sacarlo lo más pronto de allí.

—Luces hermosa—Besó su mano y le dió una voltereta como si de un vals se tratara. La nieve caía sobre ellos dos, siendo totalmente romántico.

La muchacha sonrió coqueta que era tres años mayor que MinHo, recordaba tener dieciocho cuando comenzaron su relación y él era solo un adolescente de quince, pero aún así demostró ser un caballero y verdadero hombre.

El reloj marcó las doce meridiano, y la alarma sonó en toda la casa anunciado aquello.

—Feliz año nuevo, amor.

Dijeron al unísono y se besaron. Sabían que iban a pasar cosas buenas.

Iban a entrar de nuevo para unirse a la fiesta, pero MinHo decidió quedarse fuera, para recorrer la casa. Caminaba por el segundo piso observando los finos detalles de allí. Cuando vió a cierto chico de cabello ondulado en uno de los balcones, bebiendo daiquirí.

Sintió su presencia, pero solo le dedicó una mirada de reojo y continuó su tarea muy importante de pensar en nada.

—Es realmente irrespetuoso lo que estabas haciendo allí abajo.

MinHo sabía a lo que se refería. Largó un suspiro para luego esbozar una sonrisa de lado negando y reposó su cuerpo en el marco de una de las puertas. El lugar estaba en calma, tal vez se lograba escuchar un poco la alta música pero no llegaba a ser molesta.

—Al parecer uno de tus primeros deseos para el año no se cumplieron, bonito.

JiSung no sabía a qué se refería, ¿el frío le había congelado el cerebro y tampoco sabía lo que decía?

—Desesaste no verme este año...y aquí estamos, viéndonos—Eso claramente no iba en serio, sabía que era imposible que aquello sucediera, es más, no lo quería así.

Recorrió con la vista el lugar donde estaban, justo debajo del muérdago. Quedaba encima de MinHo, y las luces lo hacían ver hermoso, por aquellos cachetes irritados por el frío y sus labios secos... Tomó la iniciativa él mismo, no sé lo perdonaría esa mañana, pero no iba a desperdiciar la oportunidad.

La canción que sonaba de fondo era una lenta, logrando que el ambiente helado fuera mucho más cálido.

JiSung juntó sus manos, para unirlos en baile de parejas. Batallaba contra sus sentidos y ellos terminaron ganando. Él se aferraba a las emociones fuertes, y esto lo mataría algún día, por no poder soportar tal peso.

Puso su cabeza a descansar en el pecho del mayor. Sincronizados, danzaban por aquel no tan grande espacio. Y por fin, pudo sentir que era estar bastante cerca de él.

MinHo en cambio, no se sintió incómodo con ganas de apartarlo, quería seguir teniéndolo en sus brazos, con sus frías manos congeladas entrelazadas.

La luz natural del sol reflejada en las estrellas y la luna, peleaban con la contaminación lumínica o electricidad por cuáles brillarían más, pero solo una estrella era la verdadera ganadora, tenía nombre y apellido, esa era Han JiSung.

Era un espacio silencioso, reinando el instrumental y los latidos de sus corazones. No contaban con que tales acciones lograrían provocar desastres naturales en todo sus interiores, alojándose en lo más profundo de sí mismos.

La canción terminó, y con ella el encanto del momento.

JiSung, miró hacia al suelo, se distanciaba poco a poco del cuerpo del más alto. Quedando a la misma separación del inicio. Sabía que se dejó llevar por los impulsos del andaluz y si ahora pensaba que tendrían tan siquiera una amistad, debía reorganizar todos sus pensamientos. Pero él no quería amistad.

Sus ojos amenazaban con que se formaría una explosión de agua salada y debía ocultarse, esconderse, nadie lo debía ver sufriendo por otra persona.

Salió corriendo de allí con un corazón roto, hecho pedacitos, dejando a MinHo con un trillón de preguntas sobre cómo su cuerpo respondió a aquel simple acto de compartir un baile.

El pelinaranja no lo detuvo, simplemente dejó que se fuera, quería encontrarle un significado a aquella sensación de desconocimiento. Desconocimiento porque sabía lo que era, pero no por qué la sentía.

Como si fueran barcos barcos estrellándose contra una isla, aquellos pensamientos rompieron con sus antiguas respuestas a lo que realmente conocía por atracción.

Era imposible, él se conocía, o creyó conocerse. No intentaría seguir buscando  más de eso nuevo o extraño para él. Intentaría estar lo más lejos posible. Fuera de la vista de tal nube de dudas y necesidades.

¿Realmente fue ahora cuando esos sentimientos salieron a relucir?

Quedó mirando hacia el suelo, con ganas de irse, de desaparecer de allí. No quiso reconocer eso, ni pensaba hacerlo. Odiaba mentir o engañar, y eso sería una traición, terrible, muy grande y fea.

Verde, Amarillo & Rojo - MinSung Donde viven las historias. Descúbrelo ahora