Veintidós

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Odiaba las rutinas, a veces se preguntaba qué sería de su vida si no tuviese dinero, pero por suerte no tenía que preocuparse por eso, porque luego de estar toda una semana asistiendo a clases presenciales sin falta se fue por unos días a Bali.

Su padre ya estaba en Corea de nuevo, estarían poco tiempo, como tres semanas, no lo suficiente para pasar tiempo con él como es debido, pero con verlo al despertarse se sentía bien.

No tener la casa para él solo, rodeado de inútiles trabajadores.

Sus amigos lo habían invitado a un reunión, en un billar recién abierto, pero negó rotundamente porque jamás asistiría a un sitio así, llegó a cuestionarse si de verdad eran millonarios como solían decirle, porque era muy fácil hoy en día rentar joyas, carros o comprar "ropa cara" en alguna tienda de descuento.

Dejó de pensar en cosas insignificantes puso a maquinar su mente. Quería arrancarse los cabellos, llevaba aproximadamente, sin mentir, tres horas garabateando sin éxito.

¡Se iba a volver loco!

Volvía otra vez al mismo lugar, a los malditos espirales. Tenía ya, más de quince pinturas y dibujos así, como si fuera un lugar sin salida, en la encrucijada de un tono naranja oxidado y un azul marino.

Terminó por arrojar un bote de pintura roja encima y patear el soporte del lienzo.

Cerró la puerta tras sí, saliendo de su cuarto de arte, para irse a su habitación, no le gustaba holgazanear, pero era exactamente lo que iba a hacer. Tomar su celular para navegar un poco por su instagram recostado en su cama.

Luego de ver un tonto de vídeo viral de unas cabras saltando, le apareció el fragmento de una entrevista de MinHo, ¿y de quién se hablaba en el vídeo? ¡De ambos dos!

—Grabar un estúpido TikTok... ¡No me jodas!—Odiaba TikTok y todo lo que tuviera que ver con bailar. Abrió la sección de comentarios y todos exigían ver ese maldito video que no existía.

Se levantó de la cama, dispuesto a arreglarse y encontrarlo en dónde sea que estuviera, pasaron unos veinte minutos cuando escuchó el sonido de un claxon fuera de su ventana.

Si era el jardinero lo iba a despedir, abrió las cortinas y después desplazó el cristal, para ver a... Dios.

No a "Dios".

¡¿Su cabello ahora era rojo cereza?!

Estaba él, sobre una moto, con un sonrisa de tonto mirándole con esos ojos que parecían luceros. Sí, desde arriba y aún con el casco puesto podía verlos.

—JiSung, sube, te llevaré a un sitio.

Cerró la ventana y las cortinas con fuerza. Recostó su cuerpo y respiró rápido con pesar.

¿Cómo era posible que un color de cabello lo volviera tan... Loco, además qué demonios estaba haciendo? Terminó de aplicarse perfume y bajó corriendo las escaleras.

MinHo quedó en su lugar, confundido, le cerró la ventana en la cara sin explicación, volvió a encender el motor dispuesto a irse y a cancelarlo todo cuando lo vió salir de la casa frunciendo el ceño.

El ahora pelirrojo rió para sus adentros, sujetando su bolso a un costado y caminando de prisa, JiSung parecía una señora enojada que recogería a su hijo de la primaria, él ya se había quitado el casco.

El menor golpeó la cabeza de MinHo, quien se quejó por el dolor.

—¡¿Qué te pasa?!-

—¡Cómo te atreves a decir que grabamos un estúpido video!—Lo volvió a golpear, MinHo intentaba cubrirse con su antebrazo. El pelinegro observó disimuladamente al mayor, y de cerca se veía muchísimo mejor-¡Además Style, hay mejores canciones!

Verde, Amarillo & Rojo - MinSung Donde viven las historias. Descúbrelo ahora