Capítulo 10. - miss simpatía -

36 9 0
                                    

Ya con todos acomodados a lo largo y ancho del Gran Comedor, el director nos presentó a Dolores Umbridge como la nueva profesora de las Defensas contra Las Artes Oscuras. Era una mujer con una fría, pero enorme, sonrisa en su rostro, lo que generaba que sus ojos se afinarsen tanto como los de un asiático, llevaba un elegante traje en tonos de rosa vibrantes. Me generaba una sensación oscura y malévola, pero dudaba que nuestro director fuese a sumar a su equipo de profesores a alguien que nos generase algún mal, al menos no de manera intencional.
Le tocaba estar sentada al lado del profesor Snape y no pude evitar sonreír por la forma en que éste la miraba.

- La conozco -. Me susurra Harry -. Estaba en el ministerio el día de mi audiencia, trabaja para Fudge.
En ese momento la falsa "miss simpatía" se levanta de su silla y comienza a darnos un discurso.

- No entiendo qué quiso decir -. Me pregunta Harry confundido.
- Evidentemente que el Ministerio está interfiriendo en la educación de Hogwarts a partir de este momento -. Le expliqué.

Al día siguiente nuestra primera clase fue Defensa Contra las Artes Oscuras, donde la profesora Umbridge explicó qué son los exámenes T.I.M.O. y luego comienza a repartirnos unos insulsos libros de teoría.

- Disculpe profesora, pero acá no hay nada sobre cómo usar hechizos de defensa -. le cuestioné ya bastante indignada.
Me dirigió esa sonrisa enorme tan propia de ella.

- No sé por qué necesitarían hechizos de defensa -. dijo con la sonrisa irónica aún imprimida en su rostro -. No hay peligros contra los que necesiten usar hechizos.
- ¿Ah no? Quizás no se...¿ Voldemort?.
Harry mencionó al señor tenebroso y se oyeron mil murmullos por todo el8 salón.
- Señor Potter, no hay ningún peligro allá afuera, ni el señor tenebroso, ni nadie, son todas puras mentiras.
- ¡Claro que no son mentiras, Lord Voldemort volvió, yo lo ví, vi como asesinaron a Cedric! -. gritó mi amigo, y todo el salón se sumió en un silencio atroz.
Umbridge lo castigó a Harry citándolo en su oficina después de la clase.

El resto del día fue normal, como cualquier día de clases en el castillo, aún no había cruzado al misterioso profesor de pociones exceptuando los momentos del Gran Comedor, como ahora mismo, en el almuerzo, él sentado entre Dolores y Minerva, esa mezcla entre colores tan oscuros pero que me generaban calma y los colores tan alegres pero tan sombríos a la vez eran algo inquietante.
Nuestras miradas se conectaron mientras pensaba en aquello, quizás él percibía que lo estaba observando. Desvío mi mirada hacia quien se encontraba sentado frente a mí. Ron estaba comiendo a más no poder, siempre me causaba bastante desagrado verlo devorar tan vorazmente.

- ¿Alguna vez dejas de comer? -. le cuestioné a mi pelirrojo amigo bastante enfurecida.

Esquivo la mirada y veo a Harry llegando. Sonrió de alegría, al menos mi sensato amigo me ayudará a enfocar la mente en otra imagen que no sea la de Ron atragantandose con la comida.
- ¿Puedo sentarme?
- Claro Harry ven.

Caminando por los pasillos para continuar con lo que quedaba del día oímos voces en un tono no muy amigable, comenzamos a dirigir nuestros pasos en sentido a ellas y descubrimos que era ni más ni menos que Dolores Umbridge discutiendo con la profesora McGonagall. Al parecer Minerva le estaba cuestionando su horrible e inútil forma de enseñar.
La falsa "miss simpatía" no tuvo mejor arma de defensa que amenazarla, tratándola de traidora e informándole que el Ministerio se enteraría del altercado y tomaría medidas.
Los días siguientes se la pasó interrogando a todos los maestros. En los pasillos no dejaba ni un atisbo de camisa mal asomada por fuera del pantalón de los alumnos, no permitía los abrazos, ni las bromas, prácticamente ni las risas. Eran los murmullos y comentarios de todos en la escuela.

Durante la clase de pociones entró con su mejor y desagradable sonrisa para interrogarlo a Snape.

- Así que usted aplicó para enseñar Defensa Contra las Artes Oscuras, ¿verdad? -. le preguntó mientras giraba a su alrededor de forma acechante.
El profesor de muy mala gana le respondió afirmativamente.
- ¿Pero no tuvo éxito? -. continuó interrogándolo, ahora de forma irónica.
- Obviamente -. respondió mi maestro de pociones.

Ella simplemente sonrió y salió del salón. Ron que estaba delante de él también río en tono burlón así que Snape atinó a darle con un cuaderno en su enorme y tonta cabeza pelirroja, lo cual hizo que yo me riera por lo bajo y él dirigiera su mirada hacia , dejé de reirme instantáneamente, pero me pareció percibir una sonrisa de medio lado antes de que volviera su vista al resto de los alumnos.
Al finalizar la clase, esa media sonrisa quedó revoloteando no solo en mi mente, sino también en lugares incomprendidos.

¿Y si mis sueños pudieran hacerse realidad?.

No se supone que si no se los contás a nadie, entonces, se harían realidad?. Me reí para mí misma, esas supersticiones muggles eran más descabelladas que la magia.

- La clase finalizó señorita Granger -. me indicó y yo casi grité del susto.

Por un momento me olvidé de todo por quedarme indagando en mis pensamientos y sueños incumplibles. La vergüenza al notar que había quedado realmente sola en ese salón con él hizo que se me pusieran rojas hasta las puntas del pelo.

- Discúlpeme profesor, no volverá a ocurrir -. Las palabras casi quedaron atoradas en mi garganta.
Sin más, recogí mis libros y salí casi teletransportándome de ahí.

Me sentía de repente muy exaltada como para asistir a la clase de adivinación. Opté por ocultarme en los pasillos del castillo hasta que me pudiese encontrar con mis amigos.
Solo me quedé ahí rumiando en cada encuentro, palabra, y en esa media sonrisa. En lo prohibido, en lo indebido, en lo impensable que eran casi todos mis pensamientos últimamente.

Dejé mis pensamientos en pausa y me puse en marcha, ya debería poder toparme con mis amigos. Llegando al patio vislumbro una aglomeración de alumnos en ronda, logro localizar a Harry y Ron, cuando me asomo entre ellos veo la escena que estaba generando tanta audiencia.
Era Umbridge anunciándole a Trelawney que le quitaba el cargo como profesora de la escuela, y que además la desterraba de Hogwarts. La pobre profesora de adivinación le suplicaba que no lo hiciera ya que su vida había transcurrido en la escuela. Aparece la profesora McGonagall defendiéndola contra la malvada profesora de las Artes Oscuras. Umbridge con su gélida sonrisa incrustada en los labios, haciendo caso omiso a la petición de las profesoras continuaba informando del despido a la profesora. Por suerte llegó el director y supo poner toda la situación en su lugar impidiendo que se eche a Trelawney del castillo.
La gente comenzó a dispersarse, Harry fue tras Dumbledore, más tarde le preguntaría sobre su necesidad de ir a buscarlo.
Me uní a Ron y nos fuimos a terminar el día en la sala común de Gryffindor.

- Ron ¿Sabes por qué Harry se fue corriendo impaciente tras Dumbledore?
- No. Oye Mione ¿Puedes pasarme los deberes de la clase de encantamiento?
No respondí, simplemente atiné a mirarlo de reojo con el ceño fruncido.
- ¿Por qué hoy te reíste cuando el maldito murciélago de las mazmorras me azotó con el cuaderno en la cabeza?. Creí que me defenderías.
Esa pregunta me sacó de mi divagación y me enfureció oírlo decir murciélago de las mazmorras con tono de desprecio.
- Porque estabas siendo un niñato inmaduro riéndote de un profesor al que esa falsa "miss simpatía" estaba queriendo ridiculizar frente a sus alumnos -. Mi tono de voz había comenzado a elevarse.
- Hablas como si lo defendieras -. Me increpó Ron.
- Quizás sí lo hago.
- Pero qué poción te dio para que ahora quieras defenderlo. ¿Hermione, realmente eres tú?.
Comenzó a acercarse a mi. Estaba a punto de darle un puñetazo en la cara.

Pociones & Pasiones - Sevmione - SnamioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora