Capítulo 13. - deseos errados -

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No podía decirle que percibía su aroma, aquel que siempre me generaba, entre tanto revoloteo en el pecho, una calma inexplicablemente asombrosa.
– Que yo… lo podía ver profesor –. Le respondí, creyendo que había salido victoriosa frente a la posibilidad de hundirme en la vergüenza de una explicación loca y sinsentido.
Se me quedó mirando, volvió a aparecer su media sonrisa.

– Dígame Señorita Granger… ¿Le fue útil el libro que le recomendé en la biblioteca?.
– Sí señor.
– ¿Pudo encontrar lo que estaba buscando?.
– Si señor, pude encontrar justo lo que estaba necesitando –. Aunque en esos momentos moría de ganas por decirle que lo que necesitaba era agradecérselo con un abrazo, uno que me permitiera tener contacto real con él, uno con el que pudiese sentirlo debajo de esas alas de murciélago.

Noté hacia dónde iban mis pensamientos, de nuevo esa sensación cosquillosa en mi bajo vientre, la respiración acelerada, la misma sensación que se me generaba cada vez que lo veía, en la vida real, o en mis sueños. Lo curioso es que estas sensaciones solo las siento por él. Por Krum sentí emoción, pero nunca logró quitarme el aliento, ni acelerarme el corazón.

Lo oí gruñir.
– ¿Puede, por favor, dejar de llevar sus pensamientos, a los mismos lugares que su gato, Granger?.

Volví mi mirada hacia su rostro, sus ángulos endurecidos, sus ojos haciendo fuerza por querer abrirse, su ceño fruncido, su cuello increíblemente tenso,  noto su pecho subir y bajar de manera acelerada, parecía hacerlo al mismo nivel de aceleración que el mío por pensar de maneras prohibidas en él.
No comprendía muy bien a qué se refería, ni por qué me estaba pidiendo eso, era como si supiera lo que estaba pensando, imaginando.
Por qué me comparaba con Crookshanks.
Nos quedamos simplemente mirándonos, con la respiración acelerada, el tenía los labios fruncidos en una línea fina y recta.
Absortos en un instante en el que sólo parecíamos los dos, queriendo decir algo, pero no debiendo hacerlo.
Comienzo a percibir un brillo, un brillo de tonos azulados que parecía cada vez más intenso y más cerca de nosotros.
Dirigimos nuestras miradas a aquel destello de luz que en un momento ya teníamos rodeandonos. Cuando logró observar detenidamente veo que es un gato, un hermoso gato saltando en círculos alrededor de nosotros.
– Minerva –. Dice Snape.
– ¿La Profesora McGonagall?.
– Es su patronus. Debo irme.
Y de nuevo se esfumó de mi lado.

Desconcertada por el encuentro inesperado, y de indescifrables palabras, me costó horrores poder conciliar el sueño incluso pasadas altos horas de la noche.

Me encontré con mis amigos Ron y Harry en el tren, íbamos a pasar las fiestas juntos con la familia Weasly, y eso me tenía muy alegre. Los papás de Ron son personas hermosas al igual que mis padres, solo que ellos comprenden de mano propia el mundo mágico.
Los dos tenían cara seria, los notaba preocupados, y Harry tenía unas ojeras que no le había visto nunca.
– Harry, Ron, ¿qué sucede?.
Ambos se dirigieron miradas, como analizando quién comenzaría a hablar, finalmente fue Harry.
– Soñé con Voldemort –. comenzó contándome –. No solo con él, soñé con Arthur Weasley. Voldemort lo atacó.
– Y era verdad Mione –. sumó Ron con cara de tristeza –. Fuimos a darle aviso a Dumbledore, y hallaron a mi padre herido cerca del ministerio, al parecer estaba de guardia y lo atacaron.
– Que terrible chicos! ¿Pero cómo lograste ver eso en un sueño Harry? Entonces no era un sueño era… real.
– Al parecer tenemos una conexión, Lord Voldemort y yo.
– Se lo explicó el profesor Snape.
– ¿Snape, y el qué sabe sobre todo esto?
– Me explicó que debo dominar la capacidad de la oclumancia antes de que Voldemort descubra nuestra conexión, si es que aún no lo sabe, y busque torturarme o peor, manipularme hasta la locura.
– En la oficina de Dumbledore parecía poseído Mione, debiste haberlo visto.
– ¿Y cómo te fue con la lección de oclumancia?
– No muy bien. Y no me gusta para nada que justo él se meta en mis recuerdos.
– Y al parecer, no solo sabe sobre legeremancia, es un experto en eso –. Culminó Ron.
Los tres nos quedamos en silencio el resto del viaje.

Llegamos al encuentro con el resto de los Weasly, pasamos la navidad en la casa de Grimmauld Place.
Como siempre, Ron disconforme con su regalo sin verle nunca el valor real a las cosas.
Me irritaba tanto mi amigo pelirrojo, no sé por qué a veces sentía unas extrañas ganas de besarlo con cariño.
Me dispuse a buscar a Harry, ya era tarde y Molly nos pidió que nos vayasemos a dormir.
Harry se encontraba hablando con Sirius, por lo poco que logré oír le contaba sobre sus antepasados, ví que tenía un obsequio en la mano.
– Harry, ya es hora de dormir, ¿vienes?
– Si Mione, vamos.
Se despidió de Sirius.
– ¿Qué tienes en la mano?.
– Me lo dio Sirius, más tarde lo abro, es un regalo por navidad según me dijo.
El resto del receso invernal lo pasamos riendo con las anécdotas de los gemelos Weasly, con la irritación de Molly. Fueron unas vacaciones muy tranquilas pero ya debíamos volver a la escuela, y yo por fin volvería a cruzarme con mi misterioso profesor de pociones.

En la vuelta a Hogwarts me quedé rumiando sobre la información de Snape y su, al parecer, asombrosa, habilidad con la legeremancia, analicé cada diálogo que tuvimos en cada uno de nuestros encuentros.

¿Acaso él miraba en mis recuerdos?

¿Acaso tuvo la desfachatez de adentrarse en mis recuerdos y pensamientos?.

Una sensación de calor, nerviosismo, e ira inundó me invadió de repente.

Oh por la barba de Merlín. Si eso era cierto, ahora comprendía su petición de la última vez que nos vimos.
Él había visto y sentido lo que yo pensaba y sentía por él, mis deseos, sueños y fantasías erradas.

Pociones & Pasiones - Sevmione - SnamioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora