Capítulo 33. - Gemidos y hombre lobo -

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Snape se levanta casi de un salto, sus ojos abiertos como nunca, su expresión era casi igual a la mía en este momento.
Mi profesor comienza a acercarse al reflejo y lo sigo por detrás.
En el espejo, me veo dándole un cálido y suave abrazo a quien de seguro era su madre, para luego ir a por él, darle un fuerte beso, y luego abrazarlo.
Su mirada, a diferencia de la que veía de este lado de la realidad, en el espejo era cálida, serena, era una mirada ... de amor. La misma mirada que percibí en mi reflejo el día que yo lo visualicé a él.
Severus apoya una mano en el vidrio mientras se sigue proyectando una inimaginable escena de nosotros y su madre.
De pronto el recuerdo termina y salgo del agua.

Creo que mi mandíbula por poco toca el suelo ante la sorpresa.
Él emitió una risa ahogada al ver mi expresión.

- Me vio a -. susurré, aún con un abismal asombro.

Comenzó a acercarse a donde yo me encontraba parada.

- Sí Granger, la vi a usted -. su rostro ya a una muy corta distancia del mío -. así como ahora pude ver que usted me vio a mí en el suyo.

Apenas terminó de hablar, me imprimió un pasional y fuerte beso que le devolví con más ganas de las que creía tener acumuladas.
Sus manos ahora a cada lado de mi rostro sujetándome de una forma tan suave y dulce que mi corazón se estremeció de alegría.
Corrió el pensadero con un ágil movimiento de su mano, para luego alzarme y colocarme a mí sobre su escritorio .
Detiene los besos para volver a sostenerme el rostro entre sus manos y mirarme fijamente.
Noté su mirada con la misma dulzura y calidez que percibía en su tacto.
Apoyó su frente contra la mía, su nariz rozando la mía, y nuestros alientos fusionándose en cada exhalación.

Comenzó a quitarme la capa de Hogwarts, luego el sweater, y finalmente la camisa, y me dispuse a hacer lo mismo con sus prendas. Siempre con nuestros rostros unidos, pero sin besos de por medio, solo deleitándonos el uno del otro.
Cuando ambos quedamos con el torso descubierto, Severus presiona mi pecho contra el suyo rodeándome con ambos brazos. Es la primera vez que siento un real abrazo suyo, y fue como si por fin hubiera conseguido algo que tanto necesitaba, porque mi cuerpo se relajó por completo, tanto que mis ojos comenzaron a humedecerse, y no comprendía por qué, de pronto, sentía ganas de llorar, pero no de tristeza, sino de algo más.

Después de tanto tiempo, ¿Así era cómo se sentía un amor correspondido? Una persona con quien te sentías en calma, serena y segura al mismo tiempo.
Quizás me faltase más tiempo para confirmarlo, pero esta sensación me hacía sentir plena.

Alcé la vista y noté que Snape tenía la vista hacia donde mis senos estaban acurrucados contra su pecho.
Ver que me deseaba de un modo desvergonzado encendió una caldera en mi interior.
Acerqué mi rostro a su cuello, corriendo su suave cabellera, y comencé a besarlo.
Un pequeño gruñido reverbero de su garganta, y apretó más su cuerpo al mío.

- Bruja mía, acabarás por volverme loco.

Comenzó a bajar hasta llegar a mis senos, mis pezones duros y sensibles a su tacto y humedad. Empezó besando a uno mientras acariciaba al otro y viceversa.
Siguió bajando, arrastrando mi cuerpo al borde de la madera.
Su cara, ahora entre mis piernas, su respiración arañando mi oasis de placer, encendiéndome cada vez más.
Sujeté su melena revuelta con deseo, y eso fue como si le hubiese dado luz verde para avanzar.
No hubo lamidas juguetonas, sino succiones fuertes, precisas y profundas.
Mis caderas dieron una sacudida hacia atrás pero él me sujetó, forzando a mantenerme en el lugar, haciéndome caer más por la espiral de placer.
Mis gemidos ahogados coreando con sus gruñidos húmedos.
Sus dedos sustituyeron su lengua, una electrizante punzada de placer me invadió por completo, y él se dedicó a observarme mientras yo cabalgaba su mano.
Tiré la cabeza hacia atrás.
La tensión se apretó en mi interior y sobre sus dedos, pero antes de que caiga por el precipicio del éxtasis, se alzó ágilmente para tomarme en brazos, con mis piernas ahora enroscadas a su cintura, me condujo hacia su cama.
Apresuradamente se quitó los pantalones para tomar, con su amplia mano, la base de su pene, noté como la punta ya estaba mojada. Eso generó una lujuria que desconocía en mí.
Sumé mi mano a su agarre y tiré suavemente de él para que se introduzca en mí, y los dos terminemos echados en la cama.
Me penetró entero, y mi cuerpo se arqueó en respuesta a ese dolor placentero.
Sus embestidas eran suaves y profundas.
Su mirada, desde lo alto, me penetraba al igual que su cuerpo.
Ver este torso y a su dueño imponiéndose sobre mí me tenía extasiada y al borde del desarme.
Sus embestidas ahora más aceleradas, sentía como su miembro se endurecía aún más dentro mío.
Mi cuerpo comenzó a temblar involuntariamente por el placer acumulado y me dejé caer finalmente por el precipicio dando un grito ahogado.

Pociones & Pasiones - Sevmione - SnamioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora