Annelise la personificación de la virtud de la humildad. Fue creada por el Padre, sí, el mismísimo Dios, y mi propósito es velar por la humanidad. Amo a cada uno de los seres humanos, y como miembro de las siete virtudes, me esfuerzo por guiarlos ha...
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Ya había pasado un día desde que fui atrapada por Lucifer en el infierno. Lo único que hacía era pedir perdón de rodillas frente a la ventana, mientras contemplaba el cielo y rogaba perdón a mi padre y a mi hermano Jesús, suplicando: "Perdón, tenía tanta curiosidad... que no me enfoqué en mis responsabilidades como virtud de la humildad", murmuré mientras veía mi reflejo en el espejo. Observé mi vestido dorado, mi largo cabello rubio y mis ojos azules, llorando sin parar.
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De repente, escuché unos pasos acercándose y levanté la mirada para encontrarme con Lucifer, quien llevaba una sonrisa siniestra en el rostro.
"¿Es algo obvio, no crees?" dijo Lucifer con burla en su voz.
"Lárgate," hablé sin verle la cara, intentando mantener la calma.
"Oww, vamos," dijo mientras se arrodillaba para estar a mi altura. "No te pongas así... En el infierno puedes hacer todo lo que quieras sin enfadar a alguien." Tomó mi barbilla con una mano. "Oye... tu cabello me molesta mucho, no deja que mire esos bellos ojos azules," comenzó a tocar mi cabello. "Es muy suave y lindo, pero..." Juntó todo mi cabello con una mano. "Me preguntaba cómo te verías con el pelo corto."
"¿Qué? No... no te atrevas," dije temblando de miedo.
Con un rápido movimiento, Lucifer cortó mi cabello. Mis ojos se abrieron como platos mientras sentía el peso de mi cabello caer al suelo.
"¡¡¡No!!!" grité. "¿Qué... qué has hecho?" mi voz comenzó a quebrarse.
"Te he dado un nuevo look. ¿No te gusta?" dijo Lucifer, sonriendo siniestramente mientras acariciaba los restos de mi cabello.
"Mi cabello... mi... cabello," dije mientras veía los mechones rubios en el suelo y mi reflejo con el cabello corto.
"Tranquila, te ves hermosa de cualquier manera," dijo Lucifer, acariciando los restos de mi cabello con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.
"¿Por qué haces esto? ¿Por qué te deleitas en mi sufrimiento?" le pregunté con voz temblorosa.
"Porque quiero que entiendas algo, Annelise. Aquí en el infierno, todo lo que crees conocer se desmorona. No hay reglas ni límites. Tu humildad no significa nada aquí." Se levantó y comenzó a caminar hacia la puerta.
