👑Capítulo 36:Virtud caída👑

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**Narrador**

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**Narrador**

En el infierno - en el castillo de Lucifer Morningstar

Era una tranquila mañana en el castillo de Lucifer. El aroma del desayuno llenaba la cocina mientras Lucifer, con su usual elegancia, preparaba algo sencillo para él y su emperatriz, Annelise. Ambos disfrutaban de un raro momento de calma cuando, de repente, las puertas del castillo se abrieron de par en par, revelando la imponente figura de tres ángeles exorcistas.

Vestidos con brillantes armaduras doradas, los tres ángeles eran claramente más altos que Lucifer, quien, con su metro y medio de altura, los miró con desdén. A pesar de su estatura, el poder que emanaba de Lucifer era innegable. Sus ojos se entrecerraron al ver a los intrusos, y sin perder un segundo, agarró la mano de Annelise.

**Lucifer**: —¡Rápido, mi emperatriz! —susurró con urgencia, mientras la guiaba fuera de la cocina.

Ambos corrieron hacia el jardín, el sonido de sus pasos resonando en los pasillos de mármol del castillo. Lucifer, siempre astuto, abrió las puertas del jardín y empujó a Annelise adentro con suavidad.

**Lucifer**: —Quédate aquí, no salgas por nada. —dijo, su voz seria pero protectora. Con un rápido gesto, conjuró un hechizo sobre las puertas, asegurándose de que solo él pudiera abrirlas. **Lucifer**: —Esto los mantendrá alejados de ti.

Annelise lo miró con preocupación mientras cerraba las puertas del jardín. Desde el otro lado, pudo escuchar los pasos pesados de los exorcistas acercándose. El corazón de Annelise latía rápidamente, pero confiaba en que Lucifer los mantendría a raya.

**Narrador**

Los ángeles finalmente llegaron a la ubicación de Lucifer. Sin piedad ni cortesía, uno de ellos, de complexión robusta y rostro severo, agarró a Lucifer por el cuello de su camisa, levantándolo ligeramente del suelo.

**Ángel Exorcista**: —Abre la puerta, Lucifer. Es una orden del cielo. —ordenó el ángel, su voz autoritaria y llena de desprecio.

Lucifer, sin embargo, solo sonrió con arrogancia, incluso mientras estaba en manos del exorcista. Su mirada dorada era afilada y penetrante.

**Lucifer**: —¿Una orden del cielo? —respondió con burla. —Pensé que habían aprendido hace mucho que las órdenes de arriba no significan nada para mí.

**Ángel Exorcista**: —No estamos aquí para tus juegos, Morningstar. Sabemos que estás reteniendo a Annelise, la Virtud de la Humildad. Es nuestra misión llevarla de vuelta al cielo. No pertenece aquí, y lo sabes bien.

**Lucifer**: —¿Retenerla? —se rió con ironía, mientras sus dedos jugueteaban con el bastón de manzana que aún sostenía. —Annelise está aquí por su propia voluntad. No soy su carcelero, soy su amante. Y si ella decide quedarse, no hay poder en el cielo o en el infierno que pueda cambiar eso.

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