👑capítulo 53: Y Vivieron Felices por Siempre 👑

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Tras regresar de su luna de miel, Annelise y Lucifer se establecieron nuevamente en el Infierno, hospedándose en el icónico Hazbin Hotel

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Tras regresar de su luna de miel, Annelise y Lucifer se establecieron nuevamente en el Infierno, hospedándose en el icónico Hazbin Hotel. Pasaron los días, y la paz que trajo consigo su viaje pronto se vio interrumpida por la inminente llegada de dos nuevos miembros a la familia. Tanto Annelise como su hermana Rubí, la esposa de Alastor, lucían sus vientres abultados con evidente orgullo. Durante una de las revisiones en el consultorio del doctor del Infierno, se les dio la inesperada noticia: ambas darían a luz el mismo día.

Annelise sonrió nerviosa mientras acariciaba su abultado vientre. El heredero de Lucifer, Charles Lucifer Jr. Morningstar, estaba próximo a nacer. A su lado, Rubí, con su habitual elegancia, acariciaba el suyo, esperando con ansias la llegada de Estelle, la hija de Alastor.

—**¿Te lo puedes imaginar?** —dijo Annelise con una sonrisa aliviada—. **Nuestros hijos nacerán juntos... será un día inolvidable.**

Rubí rió con dulzura, aunque se notaba la ansiedad en su mirada.

—**Estelle y Charles crecerán como primos, pero estoy segura de que se sentirán como hermanos,** —respondió, lanzándole una mirada cómplice a su hermana—. **Y vaya familia en la que van a nacer.**

Pasaron los nueve meses, y finalmente llegó el día. El ambiente en el Hazbin Hotel era de expectación, con una mezcla de nervios y emoción. En la sala de espera, Lucifer y Alastor, ambos con una combinación de ansiedad y orgullo, aguardaban mientras el caos del nacimiento ocurría detrás de las puertas cerradas.

Lucifer, incapaz de quedarse quieto, se paseaba de un lado a otro, las manos cruzadas tras la espalda, sus pensamientos girando en torno al inminente nacimiento de su hijo. Alastor, por su parte, se mostraba más calmado, aunque sus dedos tamborileaban nerviosamente en el brazo del sillón.

—**¿Cómo es que te ves tan tranquilo?** —preguntó Lucifer, con una mezcla de incredulidad y envidia.

Alastor sonrió, con esa típica mueca misteriosa suya.

—**Oh, mi querido Lucifer, he aprendido que la paciencia es un arte. Además, sé que Rubí está en buenas manos.** —Se inclinó hacia Lucifer y añadió en voz baja—. **¿Y tú? ¿Qué tal estás manejando los nervios?**

Lucifer lanzó una risa corta y amarga.

—**¿Nervioso? Yo, el rey del infierno, nervioso por algo tan natural como el nacimiento?** —trató de mantener su tono confiado, pero la inquietud era evidente en sus ojos—. **Es solo que... quiero que todo salga bien.**

Mientras tanto, en las habitaciones del hotel convertidas en improvisadas salas de parto, las cosas estaban lejos de ser tranquilas. Rubí estaba siendo atendida por Angel Dust, quien, aunque con un carácter relajado, se tomaba su tarea muy en serio.

—**Vamos, Rubí, respira profundo, cariño. Estás a punto de conocer a la pequeña Estelle,** —dijo Angel con una sonrisa, mientras le daba ánimos.

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