26

31 2 0
                                    


El silencio envolvía la habitación de la unidad de cuidados intensivos donde Alessa yacía inmóvil, conectada a una maraña de cables y monitores que vigilaban cada latido de su débil corazón. Su rostro pálido y sereno parecía ajeno al caos emocional que reinaba a su alrededor.

Zac se acercó con paso vacilante a la cama de su hija, su mirada llena de dolor se posó sobre el rostro tranquilo de Alessa. Con manos temblorosas, acarició suavemente su cabello, anhelando desesperadamente algún signo de vida en el frágil cuerpo de su hija.

Alessandro, el abuelo, se mantuvo junto a Zac, su mirada perdida en el rostro de su nieta. Los recuerdos de los momentos compartidos con ella inundaban su mente, llenándolo de una profunda tristeza y remordimiento.

Harry observaba en silencio desde un rincón de la habitación, su corazón pesaba con el peso abrumador de la culpa. Recordaba con dolor el momento en que encontraron a Alessa, sufría por no haber sido capaz de protegerla de aquel terrible destino.

Los amigos de Alessa se habían reunido en un círculo alrededor de su cama, unidos en su deseo colectivo de que ella se recuperara. Susurros de esperanza y palabras de aliento se mezclaban en el aire, formando una melodía de apoyo y solidaridad.

En medio de ese silencio cargado de emociones, Alessa permanecía inmóvil, atrapada en un mundo de sombras y sueños. Su mente vagaba por un paisaje desconocido, ajena al sufrimiento que la rodeaba, mientras su cuerpo luchaba por aferrarse a la vida.

En el confuso laberinto de sueños y sombras que habitaba Alessa, una figura familiar comenzó a emerger lentamente de la oscuridad. Edward, su mejor amigo, se materializó frente a ella con una suave luminiscencia que iluminaba el paisaje onírico que los rodeaba.

Alessa se encontraba en un lugar indefinido, donde los contornos se difuminaban y los colores se mezclaban en una paleta surrealista. A su alrededor, árboles etéreos se mecían suavemente al ritmo de una brisa invisible, mientras el suelo parecía fundirse con el cielo en un juego de formas y texturas.

Edward la miraba con una expresión serena, sus ojos irradiaban una calidez reconfortante que disipaba las sombras que la envolvían. Con pasos lentos y seguros, se acercó a Alessa y extendió su mano hacia ella, invitándola a seguirlo en su viaje por ese mundo onírico.

Alessa sintió una mezcla de emociones al verlo, un torrente de recuerdos y sentimientos la invadió, abriéndose paso a través del velo de la inconsciencia. Con un nudo en la garganta, tomó la mano de Edward y permitió que la guiara por ese extraño paisaje que parecía existir más allá de la realidad.

A medida que caminaban juntos, Alessa comenzó a recordar momentos compartidos con Eddie, momentos de risas y complicidad, pero también de dolor y pérdida. Las lágrimas brotaron de sus ojos cerrados mientras revivía esos recuerdos, sintiendo el peso de la ausencia de Edward en su vida.

Pero a pesar del dolor, una sensación de paz y consuelo la envolvía mientras caminaba junto a su mejor amigo en ese mundo de ensueño. Sabía que, aunque estuvieran separados por la distancia y la realidad, el vínculo que compartían trascendía los límites del tiempo y el espacio.

Y así, en medio de la oscuridad y la incertidumbre de su coma, Alessa encontró un rayo de luz en la presencia reconfortante de él, un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, el amor y la conexión perduran.

— Me haces tanta falta.

— Estas hermosa Alessa, no sabes lo mucho que te he extrañado, lo vacío que me siento sin ti. Pero verte tan feliz a su lado me reconforta de cierta manera. Harry te quiere mucho, me doy cuenta.

Let me | h.s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora