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Alessa.

Abrí mis ojos lentamente haciendo diferentes gestos, unas cosquillas en mi rostro habían provocado que me despertara

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Abrí mis ojos lentamente haciendo diferentes gestos, unas cosquillas en mi rostro habían provocado que me despertara. Una vez que me acostumbre a la luz pude ver de que o más bien de quien se trataba.

Harry estaba sentado en el borde de mi cama.

— ¿Harry? ¿Qué haces aquí?— Le pregunto con mi voz ronca de todas las mañanas.

— Olvidaste tu celular.— Me apoye en mis codos enderezándome un poco, Harry me pasó el aparato.

— Oh, lo había olvidado por completo, gracias por traerlo.— Susurré.

No dijo nada más y simplemente se quedó mirándome. Sonreí a medias.

— Anda, ven.— Abrí las cobijas para que entrara conmigo en la cama.

Seguía teniendo sueño, por lo que no me importó abrazarlo y quedarme dormida en su pecho, estaba molesta pero esto era una pequeña excepción dormir de esta manera con Harry me gustaba tanto.

Abrí mis ojos entre la oscuridad al escuchar un estruendoso ruido, fruncí el ceño. ¿Dónde carajos estaba? Recorrí la habitación con la mirada, inspeccionándola, era de un color gris, sin ventanas solo había unos cuantos tragaluces en el techo, dejando entrar un miserable rayo de luz solar y una puerta de madera vieja, muy, muy vieja, que estoy segura que con tan solo una patada se podía derribar; intenté moverme pero no podía, bajé la mirada y me encontré atada de manos y pies. Mi cuerpo estaba descansando en un colchón sucio y viejo. Tragué saliva e intenté desatarme pero fue en vano porque no hubo un resultado positivo. Mis manos estaban lastimadas y cortadas debido a lo ajustadas que estaban las cuerdas, solté un gemido de dolor, tenía cortadas por todo mi cuerpo, mi piel estaba seca y agrietada debido al frío que hacía. Sólo vestía con un vestido en corte A, como si anteriormente hubiese ido a una fiesta. Pero lo lindo del vestido había sido reemplazado por manchas negras y de sangre, también estaba un poco rasgado.

La puerta se abrió dejando entrar un poco más de luz, lo que provocó que cerrara de golpe los ojos, cuando los volví a abrir me encontré con los terroríficos y oscuros ojos de Jason, por inercia mi cuerpo se balanceó hacia atrás. ¿Qué hacía el aquí? El estaba en la cárcel de mayor seguridad, no puede estar aquí, no pudo haber salido.

— Veo que despertaste mi amor.— Me miró con una sonrisa coqueta.

— ¿T-tu? Deberías estar en la cárcel.

— Debería si.— Se estaba acercando a pasos lentos.— Pero que mejor que estar contigo.

— Aléjate.— Chillé cerrando mis ojos con fuerza deseando que esto se tratara de una horrible pesadilla.

— Pero si tu y yo podemos divertirnos.— Su mano se deslizó por mi pierna.

— ¡No! ¡No me toques!— Me removí en el lugar intentando que se alejara pero fue en vano.

Let me | h.s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora