CAPÍTULO 6. CALLEJÓN DIAGON.

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Al miércoles siguiente, la señora Weasley los despertó a todos temprano. Después de tomarse rápidamente media docena de emparedados de beicon cada uno, se pusieron las chaquetas y la señora Weasley, cogiendo una maceta y echó un vistazo dentro.

 Después de tomarse rápidamente media docena de emparedados de beicon cada uno, se pusieron las chaquetas y la señora Weasley, cogiendo una maceta y echó un vistazo dentro

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—Ya casi no nos queda, Arthur —dijo con un suspiro— Tenemos que comprar un poco más… ¡bueno, los huéspedes primero! ¡Después de ti, Harry, cielo!

—¿Qué… qué es lo que tengo que hacer? —tartamudeó.

—Él nunca ha viajado con polvos flu —dijo Ron de pronto— Lo siento, Harry, no me acordaba.

—¿Nunca? —le preguntó el señor Weasley— Pero ¿cómo llegaste al callejón Diagon el año pasado para comprar las cosas que necesitabas?

—En metro…

—¿De verdad? —inquirió interesado— ¿Había escaleras mecánicas? ¿Cómo son exactamente…?

—Ahora no, Arthur —le interrumpió la señora Weasley— Los polvos flu son mucho más rápidos, pero la verdad es que si no los has usado nunca…

—Lo hará bien, mamá —dijo Fred— Harry, primero míranos a nosotros.

Cogió de la maceta un pellizco de aquellos polvos brillantes, se acercó al fuego y los arrojó a las llamas. Éste se metió  en la chimenea, gritando: «¡Al callejón Diagon!», y desapareció.

—Tienes que pronunciarlo claramente, cielo —dijo a Harry la señora Weasley, mientras George introducía la mano en la maceta— y ten cuidado de salir por la chimenea correcta.

—¿Qué? —preguntó Harry nervioso, volteando a ver a Sky, quien estaba escondiendo una sonrisa mientras la hoguera se tragaba a George.

—Bueno, ya sabes, hay una cantidad tremenda de chimeneas de magos entre las que escoger, pero con tal de que pronuncies claro…

—Lo hará bien, Molly, no te apures —le dijo el señor Weasley, sirviéndose también polvos flu.

—Pero, querido, si Harry se perdiera, ¿cómo se lo íbamos a explicar a sus tíos?

—A ellos les daría igual —la tranquilizó Harry— Si yo me perdiera aspirado por una chimenea, a Dudley le parecería una broma estupenda, así que no se preocupe por eso.

—Bueno, está bien…, ve después de Arthur —dijo la señora Weasley—. Y cuando entres en el fuego, di adónde vas.

—Y mantén los codos pegados al cuerpo —le aconsejó Ron.

—Y los ojos cerrados —le dijo la señora Weasley— El hollín…

—Y no te muevas —añadió Ron—. O podrías salir en una chimenea equivocada…

—Pero no te asustes y vayas a salir demasiado pronto. Espera a ver a Fred y George…

—¿Rayito? —preguntó Sky, Harry la volteó a ver— ¿Quiere que te acompañe?

Sky Swift y la Cámara de los Secretos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora