CAPÍTULO 25. SAN VALENTÍN

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El día 14 de febrero, Harry se había quedado dormido por entrenamientos de quidditch, llegó corriendo al Gran Comedor, las paredes estaban cubiertas de flores grandes de un rosa chillón. Y, del techo de color azul pálido caían confetis en forma de corazones.

Harry se fue a la mesa de Gryffindor, en la que estaban Ron, con aire asqueado y molesto; Hermione y Sky, se reían, una tontamente y otra de diversión.

Harry se fue a la mesa de Gryffindor, en la que estaban Ron, con aire asqueado y molesto; Hermione y Sky, se reían, una tontamente y otra de diversión

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—¿Qué ocurre? —preguntó Harry, sentándose a un lado de Sky.

Ron, que parecía estar demasiado enojado para hablar, señaló la mesa de los profesores. Lockhart, que llevaba una túnica de un vivo color rosa que combinaba con la decoración.

—¡Feliz día de San Valentín! —gritó él— ¡Y quiero también dar las gracias a las cuarenta y seis personas que me han enviado tarjetas! Sí, me he tomado la libertad de preparar esta pequeña sorpresa para todos ustedes… ¡y no acaba aquí la cosa!

Lockhart dio una palmada, y por la puerta del vestíbulo entraron una docena de enanos con alas doradas y llevaban arpas.

—¡Mis amorosos cupidos portadores de tarjetas! —sonrió Lockhart— ¡Durante todo el día de hoy recorrerán el colegio ofreciéndo felicitaciones de San Valentín!

—¡Y la diversión no acaba aquí! Estoy seguro de que mis colegas querrán compartir el espíritu de este día. ¿Por qué no piden al profesor Snape que les enseñe a preparar un filtro amoroso?

—¡Aunque el profesor Flitwick, el muy pícaro, sabe más sobre encantamientos de ese tipo que ningún otro mago que haya conocido!

—Por favor, Hermione, dime que no has sido una de las cuarenta y seis —le dijo Ron, cuando abandonaban el Gran Comedor para acudir a la primera clase.

Los enanos se pasaron el día interrumpiendo las clases para repartir tarjetas, Sky recibió un montón de cartas y regalos, los gemelos que se encontraron una de esas veces en los pasillos, la molestaban diciéndole que la iban a encerrar en una torre; por otro lado, Harry no podía con esa sensación extraña que sentía, estaba realmente molesto.

Cuando los de Gryffindor subían hacia el aula de Encantamientos, uno de ellos alcanzó a Harry.

—¡Eh, tú! ¡Harry Potter! —gritó un enano, Harry intentó escabullirse, pero este lo alcanzó antes de que diera dos pasos.

—Tengo un mensaje musical para entregar a Harry Potter en persona —dijo tocando su arpa.

—¿Mensaje musical? —preguntó Sky curiosa, ella estaba a un lado de Harry.

—¡Aquí no! —dijo Harry enfadado tratando de escapar, además que no quería que Sky viera eso.

—¡Párate! —gruñó el enano, aferrando a Harry por la bolsa para detenerlo.

—¡Oye, déjalo! —intentó empujarlo Sky, pero el enano la esquivó.

—¡Suéltame! —gritó Harry tirando fuerte. Tanto que la bolsa se partió en dos y sus cosas salieron volando hacia el piso.

—¿Qué pasa ahí? — dijo Draco Malfoy maliciosamente.

—¿Por qué toda esta conmoción? —dijo Percy Weasley, que se acercaba.

Harry intentó escapar corriendo, agarrando la mano de Sky, pero el enano se le echó a las rodillas y los derribó.

—Bien —dijo, sentándose sobre los tobillos de Harry— ésta es tu canción de San Valentín:

“Tiene los ojos verdes como un sapo en escabeche y el pelo negro como una pizarra cuando anochece. Quisiera que fuera mío, porque es glorioso, el héroe que venció al Señor Tenebroso”.

Harry se levantó, con los pies entumecidos por el peso  del enano, mientras Percy Weasley ayudaba a Sky a levantarse y hacía lo que podía para dispersar al montón.

—¡Fuera de aquí, fuera! La campana ha sonado hace cinco minutos, a clase todos ahora mismo — decía empujando a algunos de los más pequeños— Tú también, Malfoy. ¿Estás bien, pequeña?

Harry vio que Malfoy se agachaba y cogía algo, y con una mirada burlona se lo enseñaba a Crabbe y Goyle, era el diario de Ryddle.

—¡Devuélveme eso! —les dijo Harry.

—¿Qué habrá escrito aquí Potter? —dijo Malfoy. Ginny miraba alternativamente a Harry y al diario, aterrorizada.

—Devuélvelo, Malfoy —dijo Percy con severidad, Sky tenía su mirada en Ginny, sabía que algo raro pasaba.

—Cuando le haya echado un vistazo —dijo Malfoy burlándose.

—Como prefecto del colegio…

Pero Harry estaba fuera de sus casillas. Sacó su varita mágica y gritó:

—¡Expelliarmus! El diario se le escapaba de las manos y salía volando. Ron, sonriendo, lo atrapó.

—¡Harry! —dijo Percy en voz alta— No se puede hacer magia en los pasillos. ¡Tendré que informar de esto!

Malfoy estaba furioso, y cuando Ginny pasó por su lado para entrar en el aula, le gritó despechado:

—¡Me parece que a Potter no le gustó mucho tu felicitación de San Valentín!

Ginny se tapó la cara con las manos y salió corriendo, Sky la siguió.

—¡Ginny! Espera… —dijo Sky corriendo detrás de ella.

—¡Solo déjame en paz! ¡No siempre eres el centro de atención! ¡No te necesito! —dijo Ginny mientras entraba a su clase, y Sky solo se quedó parada en silencio en el pasillo.

Sky Swift y la Cámara de los Secretos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora