POV Alya
Fue una suerte que entre las cartas rescatadas viniera la de Dumbledore hablando sobre el transporte mágico que me llevaría a casa de Nicolás Flamel y que la fecha de viaje fuera justo al día siguiente. Poco más y perdía esta increíble oportunidad.
"Otro día y me enfocaría en encontrar y cazar Elfos domésticos"
Ahora me encuentro en la casa de mi amigo, preocupada por no poder llevarlo conmigo a Francia y tener que dejarlo con sus monstruosos tíos.
-¿Estarás bien sin mí? - pregunto terminando el abrazo de despedida.
-Por supuesto- responde simplón, yo le doy un golpe en el hombro.
-Yo también te extrañaré-le digo cruzándome de brazos y girando los ojos, luego lo miré divertida-. Solo promete que no te meterás en problemas.
-Si recuerdas con quién estás hablando, verdad- dijo el ojiverde. No pude evitar reír-. Tú promete que no destruirás el planeta mientras estás lejos.
-Eso lo veremos, si estoy muy aburrida no puedo prometer nada. Te enviaré cartas, si no te llegan ya sabes que fue Dobby.
Nos separamos. Lo bueno es que esto solo sería por un mes y luego nos volveríamos a ver el primero de septiembre para asistir juntos a Hogwarts.
-¿Cómo te dijo el director que nos llevaría a Francia? - preguntó ligeramente nerviosa mi mamá.
-Dijo que en la parte más tranquila del parque aparecería algo mágico que al tocarlo nos llevaría con Flamel con solo tocarlo.
La verdad la carta decía 'un punto del exterior donde solo se escucha el susurro de la hierva y el ruiseñor encuentra su canción final, a la hora dorada, la presencia de la magia, del error y del logro te llevará a tu destino' Si asumo que se refiere a la parte de los rosales en el parque entonces puede que ya tenga parte del acertijo, al menos eso espero.
"¿En serio era necesario tanto dramatismo, Dumbledore?"
-¿No te dijo que era eso?
-La carta mencionaba que sería una pequeña prueba antes de mis prácticas.
"Dumbledore es muy enigmático. No me opondría de no ser porque tengo límite de tiempo para buscar por todo este lugar"
Caminamos un rato por la zona que decía, buscando cualquier indicador mágico.
"Hay muchos árboles y ramas, se pueden considerar mágicas si se utilizan para varitas o escobas... pero es muy poco exacto. No hay señal de escobas, varitas, sombreros o calderos. Mmm... no hay señales de hierbas mágicas... solo hay hojas, latas, cajas de dulces..."
-Espera... esas son- corro hasta la conocida cajita-, Grageas de Bertie Bott. Mamá es por aquí- Exclamo eufórica.
"El error y el logro, porque Bertie Bott creo sus famosos dulces y sus juegos a base de errores"
-Una caja de dulces mágicos en medio de un parque- trata de entender mi mamá-, ¿Hay algún motivo especial para esta búsqueda? - solo me encogí de hombros - ¿y solo tenemos que tocarlo y ya?
-Eso creo... el profesor Dumbledore es algo... excéntrico.
Mi mamá parecía confundida, o tal vez sea su migraña. Cómo sea, nos acercamos al objeto del mundo mágico y observamos que nadie estuviera observando por los alrededores.
-Mejor concentrémonos en tomarlo al mismo tiempo y sujetar bien nuestras cosas- sugirió mi mamá.
Dicho y hecho, afortunadamente. Con solo tocarlo el mundo dio vueltas y entre giros, mareos y nauseas llegamos a un gran jardín y enfrente una casa enorme, con decoraciones antiguas pero elegantes. Delante de nosotras estaba una pareja. Un hombre y una mujer, delgados y pálidos, que nos sonreían radiantes.
-Bienvenidas, bienvenidas- habló el hombre-. Permítanme presentarnos, ella es mi esposa Perenelle- la mujer hizo una reverencia sujetando su vestido al estilo princesa-, y yo soy Nicolás Flamel, Ustedes deben ser la familia Blythe.
-Melody Blythe, a su servicio- dijo mamá, recomponiéndose rápido y dando una reverencia como Perenelle-, y ella es mi hija, Alya Blythe- Seguí el ejemplo de mi madre y traté de inclinarme ligeramente sin sufrir por el mareo.
-Es un placer conocerlos en persona, Señor y Señora Flamel.
-Pero que muchachita tan encantadora- dijo Perenelle-. ¿Dónde están mis modales? Pasen, pasen.
Atravesamos el pasillo de la mansión, el lugar era sencillamente deslumbrante, digno de unas vacaciones veraniegas. Lleno de ventanales, estatuas de mármol, pinturas antiguas que se movían. Con solo ver el lugar ya estaba emocionada. Llegamos a una cómoda sala y nos sentamos en un sillón grande color escarlata. Con un movimiento de varita Perenelle atrajo una tetera y varias tazas de té.
"Valió la pena enfrentarme a Voldemort para conseguir vacaciones gratuitas junto a uno de los magos más asombrosos en la historia"
-Dumbledore me habló un poco sobre usted, jovencita- comenzó el alquimista.
-Espero que cosas buenas- Los muy mayores rieron. Mi mamá no tanto.
-Por supuesto que sí. Después de todo, fuiste tú quién recuperó mi valiosa piedra filosofal- sonríe el hombre centenario mientras saca la pequeña piedra roja que tantos problemas me causó hace unos meses-. Y el profesor Dumbledore me habló sobre tu sorprendente talento en pociones.
-No es para tanto. Mis pociones de invisibilidad duran más de lo normal.
-Precisamente. Esa poción, tal vez no sea de las más complicadas, o con los ingredientes más raros, pero su efecto es conocido por ser de poca duración. Que lograra que sus pociones duren más de lo común expresa lo extraordinaria que es y puede llegar a ser.
Sentí mi cara arder. Luego sentí a mi madre acariciando mi cabello con delicadeza y me sentí con mayor calor en el rostro.
-La grandeza no es solo hacer cosas sumamente complicadas con facilidad- habla Perenelle-. La verdadera grandeza yace de hacer cosas grande con cosas pequeñas.
-Y eso es algo que un alquimista debe saber bien. La base de la alquimia surgió por el deseo de convertir el plomo en oro, de utilizar los cuatro elementos hasta su máxima expresión. Y lo maravilloso de todo es que eso también aplica a las personas. Personas como usted, señorita.
No sé que cara puse en ese momento, pero las palabras de Flamel me llegaron al corazón.
Puede que suene ridículo, pero en la escuela muggle, por más que me esforzaba para tener el favor de los profesores, los esfuerzos de la pandilla de Dudley por destrozar mis trabajos y hacerme quedar mal en clase resultaron a la perfección. Por años escuche de mis profesores que yo solo ocasionaba problemas y jamás llegaría a nada. Que alguien aparte de mamá o Harry pensara que podría hacer algo más que una molestia era bonito.
-No he enseñado en mucho tiempo, señorita Blythe. Tendrá que disculparme si mis lecciones resultan algo anticuadas. Y la alquimia no es una asignatura sencilla, pero créame cuando le digo que puedo ver lo asombrosa que puede llegar a ser- El mayor se levantó y paseó por la sala, llegó a una especie de bola de cristal que tocó unos momentos iluminándola-. Estaré encantado de ser tu profesor.
-Y yo estoy encantada de ser su alumna.
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Alya Blythe y la cámara secreta
FanfictionEl segundo año de Alya comienza luego de un verano lleno de aprendizaje de parte de su inesperado tutor, Nicolás Flamel, y los problemas en la correspondencia de su amigo Harry. Después de todo el caos que pasó los últimos días de su primer año, Aly...