Planes de verano

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NOTAS DE LA AUTORA

Hola gente bonita. 

Bienvenidos a la segunda parte de esta historia. 

En esta parte no escribiré tantas notas como la vez pasada, para que se concentren en la lectura. También le pondré escenas propias a la protagonista para darle más historia, supongo.

En fin, no los aburro más, comencemos con el capítulo.





POV Narrador

En un pequeño parque ubicado en Surrey, dos jóvenes, Harry Potter, un chico de rebelde cabello negro y ojos verdes y Alya Blythe, una chica de cabellera negra ondulada y ojos grises, ambos se columpiaban en los juegos del parque mientras cada uno tenía una paleta de hielo en la mano.

-¿Has tenido alguna novedad? - preguntó el muchacho.

-Ninguna. No hay cartas ni lechuzas- respondió la chica.

Esta ha sido una conversación normal entre los jóvenes amigos. Dos chicos de apariencia normal, pero las apariencias son engañosas y los pelinegros no son simples personas, son un mago y una bruja. Y la extraña conversación se debe a la comunicación con sus amigos, o mejor dicho, la falta de esta.

-¿Crees que...- comenzó el azabache-, se hayan olvidado de nosotros?

-No- responde firme la ojigris-. Sabes que Hermione no tiene su propia lechuza, y la de Ron es un desastre en vuelo- el chico río un poco-. Además, ¿Crees que alguien nos olvidaría? Somos demasiado geniales para que eso pase- la chica alardeaba moviendo las manos exageradamente.

El chico rio ligeramente, aliviado por los comentarios de su amiga, pero aún preocupado por la falta de correspondencia con sus otros amigos mágicos, Ron Weasley y Hermione Granger, quienes se habían vuelto muy cercanos después de enfrentar varios desafíos el anterior ciclo escolar.

-¿Has estudiado un poco? - cambió de tema Alya-. Porque no quiero sufrir viéndote reprobar un examen sorpresa de pociones como el año pasado.

-Mis tíos tienen todo bajo llave, incluida Hedwig.

Los tíos de Harry, la familia Dursley, o como Alya se refería en secreto a ellos, los dos cochinitos y el caballo, eran lo único que tenía el joven Potter, aunque llamarlos familiares del chico era una exageración, la familia Blythe y más recientemente los Weasley se habían convertido en algo más parecido a una familia que los propios Dursley, quienes trataban a su sobrino como un sirviente en el mejor de los casos.

-Hay mejores cosas por hacer que entristecernos- comenta la joven Blythe-. ¿Tienes planes para mañana? Porque de ser así será mejor que los canceles.

El chico volvió a reír. El día siguiente era uno muy especial para Harry, sería su cumpleaños número doce. Normalmente los cumpleaños del chico los pasaba con Alya y su madre, Melody. Le preparaban tarta de melaza (la favorita de Harry) y algún platillo de su preferencia, después verían alguna película o jugaban juegos en la habitación de Alya. Para otros niños este sería un día normal, pero rara vez Harry podía darse estos lujos, principalmente por el gusto de los Dursley de verlo infeliz.

-Lamento decírtelo, pero mi agenda está muy ocupada- bromea Harry.

-Oh, no. ¿Qué podrá ser? ¿Acaso el niño-que-vivió debe enfrentar a otro señor oscuro para esas fechas? ¿o será que debe recibir un reconocimiento por vencer al anterior? – la chica continúa la broma.

-Algo mucho peor. Tío Vernon tiene una reunión de negocios y deberé ver a Dudley tratando de comportarse como el "caballerito ideal".

Ambos jóvenes sueltan risas ante la imagen imaginaria.

La tarde pasó entre pláticas, bromas y juegos entre los dos amigos, recordando los momento divertidos que pasaron en Hogwarts, su escuela de magia. Alya quería que su amigo disfrutara tanto como pudiera antes de que ella partiera por un mes entero a Francia, o al menos eso es lo que Dumbledore le había dicho antes de terminar el ciclo escolar. Después de un complicado primer año escolar en dónde la pequeña de ojos grises no recibió gran reconocimiento, el gran y longevo alquimista francés aceptó darle tutoría a la brujita que recuperó la piedra filosofal y quedó de confirmarle las clases por correo.

El problema constante era ¿Qué le pasó a la correspondencia?

Alya Blythe y la cámara secretaWhere stories live. Discover now